Octavio Enríquez | Periodista nicaragüense en el exilio
«Un periodista preso no es útil a la sociedad»El informador inaugura el martes el ciclo sobre Literatura, Periodismo y Exilio de Granada con una charla sobre la represión en Nicaragua
La Biblioteca Provincial acogerá entre octubre y diciembre la segunda edición del ciclo Literatura, Periodismo y Exilio que organiza la Delegación de Cultura en colaboración ... con el Festival Internacional de Poesía (martes a las 19.00 horas). Y el primer invitado será Octavio Enríquez, periodista nicaragüense que se exilió en 2021 huyendo de la represión del régimen de Ortega y Murillo. Una investigación sobre una red empresarial vinculada a la familia presidencial lo puso en el punto de mira.
Enríquez, que ha obtenido importantes premios como el Ortega y Gasset, vive junto a su familia en España y ejerce como freelance y coordinador del proyecto Sala de Edición, que ofrece mentorías a comunicadores en el exilio. También es miembro de la mesa editorial de la plataforma latinoamericana Connectas.
–Se marchó de Nicaragua hace tres años. ¿Temió en algún momento por su vida?
–Todos los que decidimos salir éramos presos de la incertidumbre. 2021 era el año de las presidenciales y Ortega centró la represión en la sociedad civil. Temíamos acabar encarcelados y por eso nos fuimos. Un periodista en la prisión no es útil a la sociedad. Fue una decisión meditada en soledad y consultada con mi familia. Sentía que el foco estaba puesto sobre mí y consideramos que era una buena manera de dar seguridad a los míos. Primero salí yo de noche, por un punto ciego, hacia Colombia, y seis meses después pude reunirme con mi mujer y mis hijos en Costa Rica. Fue traumático porque era dejarlo todo. Lo más terrible es irte sin saber si volverás.
–¿Cuáles fueron los detonantes de su marcha?
–Hubo varios. El primero, que era imposible ejercer la profesión. Te podían detener por hacer una foto en la calle. Yo estaba trabajando para Confidencial en la investigación de una red empresarial vinculada a la familia presidencial Ortega Murillo. Eso me situaba enfrente del aparato represor. Me marché en julio de 2021 porque en agosto me tocaba escribir las consultas a las fuentes. Y la respuesta fue mandar unos policías a mi casa.
Resto del programa
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4 de noviembre Tatiana Ulianova, periodista rusa exiliada en España.
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3 de diciembre Carlos Cañas, escritor e historiador salvadoreño.
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10 de diciembre Lydia Cacho, periodista en México.
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17 de diciembre Karina Sainz, periodista y novelista venezolana.
–¿Cómo ha evolucionado la situación en Nicaragua desde las protestas masivas de 2018?
–A peor. Cada día las noticias son peores porque las libertades están violadas por el régimen. El Estado ha pasado de un nivel de totalitarismo a una familia que intenta convertir la dictadura en una dinastía (en referencia a la pretensión de Ortega de que le suceda su hijo). Es una contradicción porque fue Ortega quien encabezó la Revolución Sandinista.
–¿Cómo ha sido el ejercicio de la profesión en los últimos seis años?
–Terrible. Somos 278 los periodistas que nos hemos exiliado para resguardar nuestra libertad. Y los que se quedaron enterraron sus firmas. El periodismo ha sido testigo y ha denunciado la violación de derechos humanos. Estos sistemas descansan en el miedo y la impunidad. Pero la represión no ha sido tan solo hacia los informadores, sino también hacia otros segmentos de la sociedad como la propia Iglesia Católica.
Nicaragua está pasando del totalitarismo a una familia que intenta convertir la dictadura en una dinastía
–Usted ha manifestado que escribir lo hace libre. ¿Sueña con volver a hacerlo algún día en Nicaragua?
–El corazón de un exiliado está siempre en su país. La realidad es terca, pero uno no pierde la esperanza de que algún día se recuperen las libertades. Esto ha sido muy duro porque cuando ya tenías una vida hecha, hay que volver a construir una casa desde los cimientos. Pero el totalitarismo no va a poder con el periodismo.
–¿Qué papel desempeña la prensa internacional en poner el foco en lo que está sucediendo en países como Nicaragua?
–Muy importante. La prensa ha denunciado con valentía lo que está ocurriendo en Nicaragua, pero hay demasiadas guerras en el mundo y lo que sucede en mi país pasa a un segundo plano. Por eso agradecemos que se abran ventanas que nos permitan explicar que los problemas no han finalizado, sino que van a más.
–Su padre decía de usted que era «el mejor contador de historias». Qué manera de describir a un hijo periodista…
–Mi padre era contador público de profesión, pero él sabía mejor que nadie contar historias porque tenía, además, un conocimiento enciclopédico. Era un buen cronista. Al principio se resistía a que yo estudiara periodismo porque se me daban bien los números, pero terminó aceptándolo. Él consiguió que nuestro hogar fuera también una maravillosa historia.
–A usted le gusta pisar la calle para contar buenas historias. ¿Cuál fue la última que pudo escribir en Nicaragua?
–La última gran investigación que pude acometer en Nicaragua estaba relacionada con los beneficios de la Seguridad Social al sector privado. Fue en 2016. Después, en 2018, uno de los motivos por los que se levantó la ciudadanía era por la reforma de la Seguridad Social que suponía un recorte de las pensiones. Mis artículos se recuperaron en ese momento.
Mi padre era un gran cronista y consiguió que nuestro hogar fuera también una historia maravillosa
–¿Hasta qué punto se puede ejercer la profesión desde el exilio?
–Es difícil porque hay que reinventarse. Soy freelance y tengo que hacer agenda todos los días. Es un reto por la dificultad que implica contar y documentar lo que sucede en un país sumido en el miedo y la represión.
–¿Sigue teniendo miedo pese a vivir en España?
–Los seres humanos siempre tenemos miedo, y más si sigues manteniendo familiares allá.
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