Nos ha dejado Fran Porcel
No solo nos ha dejado la publicación de varios relatos de estimable valor literario, sino también algunas composiciones musicales, que él mismo cantaba, atrincherado con tanta rabia en su guitarra, que sus letras e interpretaciones eran desgarradoras
Pedro López Ávila
Sábado, 20 de mayo 2023, 00:27
El pasado 11 de abril, martes, recibo un mensaje de Francisco Porcel, Fran, en el que me expresaba que el sábado anterior, día 8, desde ... una camilla del PTS (Parque tecnológico de Ciencias de la Salud) de Granada se había acordado de mí mientras se encontraba «soportando dolor, fiebre y temblores», producto de lo que llaman eufemísticamente una larga y penosa enfermedad. Inmediatamente le respondí, preguntándole cómo se encontraba en aquel momento a lo que respondió: «mucho mejor (…) Ya solo falta bajar el dolor. Sin embargo, fue en la mañana del 26 de abril, cuando desde su teléfono recibo el mensaje de su mujer, Sara, en el que me comunicaba: «Fran nos ha dejado».
Se había acabado la esperanza para siempre, la esperanza que siempre tuvo Fran por vivir y que nos transmitió a todos hasta el último momento. La vida se le había ido en plena primavera como se va con el viento el perfume de las flores, pero nos dejó el aliento de su amor por la música y la poesía. Justamente, ha sido en el momento en que había encontrado un espacio para exponer sus sensaciones o sus emociones en un medio de comunicación, que tanta ilusión le hacía: IDEAL.
Fran no solo nos ha dejado la publicación de varios relatos de estimable valor literario, sino también algunas composiciones musicales, que él mismo cantaba, atrincherado con tanta rabia en su guitarra, que sus letras e interpretaciones eran desgarradoras. Se rebelaba amargamente una y mil veces contra el estropicio a una dura vida que el destino, o lo que fuere, le habían asignado.
No obstante, paradójicamente, fue capaz de transmitirnos, a través de sus letras, los momentos más difíciles de su enfermedad con traslucida normalidad, a su vez, que nos mostraba a todos que hay que enamorarse del sol que nace todos los días.
Fran, te has marchado demasiado pronto, con 51 años, pero has dejado para siempre la ternura interna que tenías en tu mujer y tus hijas y. cómo no, entre la multitud de amigos que fuimos a darte un último adiós, pero algunos sabemos que la muerte no tiene la última palabra. Así que, no sé dónde ni cómo será, pero presiento que nos veremos en la eternidad.
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