Patricia Guerrero y Alejandro Hurtado narran la historia de la guitarra en el Auditorio Falla

Hurtado, a pesar de su juventud (acaba de superar la treintena) tiene una sólida formación detrás. Es el primer músico de su familia, y está cargado de conocimientos tanto en el ámbito del flamenco como en el clásico, ya que completó sus estudios en el Conservatorio de Córdoba. Su buen hacer con las seis cuerdas fue respaldado con la consecución del Bordón Minero, máximo galardón para los guitarristas en la Catedral de La Unión, y ha sido estrecho colaborador de figuras como Mayte Martín, a la que ha acompañado durante cuatro años, y Miguel Poveda. Con orquesta, es intérprete habitual del 'Concierto de Aranjuez'. De Guerrero, poco se puede añadir que no hayamos dicho ya: es una de las figuras capitales del flamenco en nuestro país y directora del Ballet Flamenco de Andalucía. Y además, un gran ser humano.

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Sobre el espectáculo, en el que Hurtado tocó una guitarra de Pepe Romero Jr., cabe decir que este comenzó con la 'Soleá' de Arcas, con Guerrero, elegantísima de rojo y negro y tocada con un catite grana, bailando. A continuación, el guitarrista interpretó en solitario sobre el escenario un arreglo de las 'Murcianas' de Julián Arcas, luego retocadas por Francisco Tárrega y tituladas 'La cartagenera', claro antecedente de las 'granaínas' y perfectamente confundible con estas, con ese toque característico que le hace parecer un fandango. Hurtado ha retocado algunas de las variaciones, y el resultado tiene una sonoridad notable, cerca del fandango abandolao, tocada en el Si flamenco. Aunque la obra data de finales del siglo XIX, ya son reconocibles las características del palo que luego lo harían tan popular. Saltó el guitarrista hacia una pieza capital en el repertorio de la guitarra, cual es la 'Gran jota de concierto' de Francisco Tárrega, una pieza a la que le ha dado su toque personal, con tambora, armónicos ligados, cruce de cuerdas y diversas técnicas que sirvieron para ofrecer una buena muestra de su indudable virtuosismo.

Estando en el Auditorio que lleva el nombre del más granadino de los gaditanos, no podían faltar sus obras. Y la elegida, la 'Danza del molinero', sonó en los pies de Guerrero como lo que es, una auténtica muestra de su genio. Hurtado hizo, a la hora de ejecutarla, una mezcla muy personal, rescatando arreglos de Miguel Llovet y la versión de Miguel Barberá. Siguió con Falla el alicantino e interpretó su versión del 'Homenaje a Debussy'. Antes de ejecutarla, recordó la importancia que habían tenido los consejos de Llovet a la hora de que el maestro llevara a la partitura la digitación que aseguraría que se convirtiera en el clásico que es hoy. Precisamente, de Llovet interpretó a continuación dos canciones populares, 'El mestre' y 'El testament d'Amelia', en el más puro estilo de la guitarra romántica, cerca del impresionismo.

Ramón Montoya fue el protagonista del siguiente tramo del concierto, con 'La rondeña', donde definió el toque de este palo, y 'La rosa', un toque por alegrías originalmente de Paco de Lucena. Guerrero bailó –y cantó– una 'Bulería' de Manolo de Huelva, con citas de Lorca y Turina. A continuación, hizo tres temas propios, de 'Tamiz' y su nuevo disco, 'Del primer llanto'. Finalizaron ambos a lo grande, con la 'Guajira' de Emilio Pujol. Un espectáculo redondo.