

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Francisco José Carvajal Gómez
Viernes, 11 de agosto 2023, 23:24
Sucediéronse, acompañados de sus noches de insomnio, 13 días de tediosa incertidumbre, desde que nuestro noble y afligido trabajador por cuenta propia —desde ahora, el ... autónomo— decidiera echarse la manta a la cabeza para decirle a su compañera sentimental, y madre de sus cuatro hijos: «Cariño, os quiero mucho a los cinco, pero que sea lo que dios quiera».
Para no contradecir así su todavía intacta cimentación atea, siempre que la palabra dios salía de su boca se la imaginaba en minúscula. No obstante, en el duermevela, en ese ligero descanso que le proporcionaban esas cabezaditas, se sorprendía a sí mismo rogándole, vete tú a saber a quién o a qué cosa, que, por favor, le guiase para salir del embrollo en el que se encontraba.
El teléfono móvil sonó a eso de las 9 de la mañana. Sonó desde el cuarto de estar del adosado de dos plantas, que adquirieron cuando las cosas aún parecían ir bien. Adosado al que todavía le quedaban ciento y pico cuotas por pagar. Como las ciento y pico gotas de agua que, de manera aleatoria, dejaba escapar el grifo del lavadero al cabo del día, y que, de algún modo, su cabeza acabó por asociarlas: «Este grifo no va a dejar de gotear hasta que las ciento y pico cuotas de la hipoteca no estén pagadas», se repetía, llave inglesa en mano, cada vez que se arrodillaba frente a él.
El caso es que lo tenía en modo 'no molestar', el teléfono móvil, sobre el cristal redondo de la mesa camilla del cuarto de estar, que había sustituido al gas natural el pasado invierno. Aun así, éste sonó pasándose por la funda negra antideslizante lo del modo ese de 'no molestar'. La misma voz inquisitiva de la Unidad Especial de Recaudación de la Agencia Tributaria —desde ahora U.E.R.— le comunicaba que debía presentarse en las oficinas de Gran Vía al día siguiente entre las 11 y las 13 horas. «¿Para qué?», preguntó. «¿No se lo imagina?», fue la respuesta de la tal Medina, subinspectora de la mencionada arriba U.E.R.
Desde que se echara la manta a la cabeza se había quitado de beber y de fumar, pero el mal dormir y el mucho comer mal le habían ensanchado unos cuantos centímetros el cinturón abdominal. Había roto el pacto de los 500 euros mensuales acordado hacía ya 13 meses, para ir saldando la deuda poco a poco, y sobre las consecuencias del 'no-ingreso' de la última mensualidad, 13 días atrás, en la cuenta de la U.E.R. del BBVA, tendría noticias al día siguiente.
Reacio a la cápsula bicolor, cenó unos espaguetis recalentados y se fue el primero a la cama. Aunque apenas durmió, los 'podcasts' de Radio Clásica le mantuvieron la cabeza ligeramente sedada. Cuando escuchó el canto de los primeros pájaros se metió en la ducha.
Faltaban todavía varias horas para la cita. Preparados los desayunos y las respectivas meriendas para los colegios de los críos, dio un beso a su mujer, y salió a la calle dispuesto a ir caminando hasta la capital: unos 13 kilómetros de ligera pendiente ascendente, es primavera, si bien el verano parece adelantarse, no coge chaqueta alguna.
Por el camino va narrando mentalmente lo que le va a decir a la tal Medina. Que ha pagado hasta que ha agotado los pocos ahorros de que disponía. Que no encuentra trabajo. Que la cosa está muy mal. Y que la situación es insostenible. Que era ella, es decir, el fraccionamiento de la deuda, o el pan de su familia.
«Precisamente de eso quería hablarle», le interrumpió Medina, bajándose las lentes para mirarlo directamente a los ojos. «Se va a implantar una nueva e innovadora medida recaudatoria, mediante la cual la Administración pretende sanear las arcas del Estado, y usted y su situación tan especial se adaptan al perfil requerido».
Sin prisa, pero sin pausa, como reza el lema de la U.E.R. a la entrada del edificio, Medina expuso una tras otra las tres opciones de que constaba la nueva e innovadora medida a la que habían denominado 'Pan y Circo'. Tras unos minutos de desconcierto, la cita se dio por zanjada. En una semana a lo sumo debía regresar nuestro autónomo para comunicar si participaba, o no, en alguna de las opciones indicadas, donde el 'No' suponía el desahucio total.
Pese a esperar lo contrario, es decir, creía que se derrumbaría, fue salir de la oficina de Gran Vía y se sintió aliviado. Como si una vez mostrado el cruce de caminos por el que no tenía más remedio que continuar con su existencia, las compuertas que le retenían preso de la angustia se hubieran abierto de par en par. Sacó tabaco, pidió una cerveza bien fresquita en una terraza al sol de Plaza Nueva, y desplegó sobre la mesa de Cervezas Alhambra la hoja con las tres opciones de la U.E.R.
La primera opción la había descartado nada más escucharla en boca de la subinspectora Medina. Era más de lo mismo, por lo que la medida, de innovadora, tenía bien poco, salvo que no lo perdía todo de manera inmediata.
La segunda casilla era la más coherente, la que cualquier persona medianamente cuerda marcaría sin pensarlo dos veces. Era innovadora, si bien no lo suficiente para un autónomo como él, con gusto por las empresas de alto riesgo.
La tercera era la que lo solucionaba todo. En menos de un año, si tenía suerte y era capaz de aplicar lo aprendido, sería un hombre nuevo. Un hombre libre de cargas y con un futuro prometedor. Tele 5 emitiría a diario el show en el tramo de mayor audiencia. Contaría, en todo momento, con la ayuda de un gladiador personal, especializado en grandes felinos. Y lo mejor de todo: el Coliseo de Atarfe le pillaba a un salto de su casa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Tres días de desfiles de Moda Norte en Santander
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.