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La Orquesta Filarmonía cumple cinco felices años
La agrupación realiza una tarea muy meritoria que hace que los jóvenes puedan poner en práctica todo lo que han aprendido
José Antonio Lacárcel
GRANADA
Lunes, 30 de diciembre 2019, 00:44
Se cumplen los cinco años de existencia de la Orquesta Filarmonía de Granada, un ambicioso proyecto que se ha convertido en realidad gracias al esfuerzo, ... a la capacidad de trabajo de un grupo de jóvenes que han seguido las directrices del siempre entusiasta y joven director de orquesta Ricardo Espigares Carrillo. Lo ha tenido muy claro desde el principio y se ha puesto a trabajar con la decisión y el entusiasmo que le caracteriza. Y ha conseguido el milagro, un milagro que surge del trabajo, de la confianza y la seguridad que le da el saber que está en lo cierto.
En nuestra querida Granada es muy frecuente que nos lamentemos de que si esto o aquello no se consigue y evocamos viejos y manidos fantasmas achacándolo todo a los demás y sin hacer el menor juicio introspectivo, sin mirarnos a nuestro interior. Todo lo contrario de Ricardo Espigares.
Desde muy joven sabía muy bien lo que quería y se puso a trabajar en ello. Es emprendedor, es entusiasta, pero tiene los pies en el suelo y sabe lo que cuesta conseguir que los sueños se conviertan en realidad. No ha dejado nada al azar. En él se ha hecho realidad ese refrán de nuestro sabio refranero, ése que dice que «a Dios rogando y con el mazo dando».
Ricardo se propuso una meta y la está consiguiendo con un trabajo muy serio, formándose, teniendo como punto de partida la autoexigencia, la noble ambición. Y los resultados los vamos viendo continuamente. Pensó en una orquesta donde tuvieran cabida los jóvenes instrumentistas granadinos y, por ampliación, andaluces. Y no se puso a elucubrar sino que puso manos a la obra y aquí tenemos esta Orquesta Filarmonía que realiza una tarea muy meritoria, que hace que los jóvenes cumplan sus aspiraciones trabajando en equipo, encontrando la oportunidad de poner en práctica todo lo que han aprendido, todo lo que están aprendiendo y, al mismo tiempo, dando a jóvenes solistas la posibilidad de tocar con una orquesta. Labor que merece todo nuestro reconocimiento, el apoyo y la solidaridad.
Y encima el trabajo está bien hecho, muy bien hecho. Como el bonito concierto que nos ofreció anoche en el Auditorio del Centro Manuel de Falla y que respondía al lema 'Rusia íntima música y amor'. El programa con obras de Moussorgsky, Prokofiev y el finlandés –tan próximo a Rusia– Bernhard Crusell compositor interesante, excelente clarinetista y que, entre otras obras, escribió un hermoso concierto para este instrumento tan bello. Del primer compositor 'Una noche en el Monte Pelado', el ya citado concierto del finlandés y una selección de las suites de Romeo y Julieta de Prokofiev.
Ha sonado muy bien la orquesta y es justo resaltarlo. Buen trabajo de dirección. En el podio Ricardo Espigares Carrillo es apasionado, se entrega, y contagia su entusiasmo a los jóvenes músicos que están a sus órdenes. Bien, pero que muy bien la cuerda, afinada, segura y con entidad. Excelentes las maderas y muy eficaces los metales. Todo el conjunto a muy buen nivel y los solistas de las distintas familias instrumentales, espléndidos. Gran actuación de la clarinete solista Claudia Reyes Segovia que ha bordado el bonito concierto de Crusell. Sonido limpio, precioso, musicalidad en todo momento, y con absoluto entendimiento con la orquesta y el director.
Y lo mismo puede decirse de la limpia y acertadísima versión que se ha hecho de los distintos números de las suites y del ballet Romeo y Julieta de Prokofiev. Espigares ha sabido sacar el máximo partido de una orquesta que siempre ha sonado irreprochable, que ha dado una lección de entrega y apasionamiento siguiendo las directrices de su joven conductor. Fuera de programa la famosa Marcha Rafetzky, de Johann Strauss padre, con la participación del público y las famosas palmadas. Por, cierto, llena la sala A del Auditorio. Yo pienso que escuchar a estos jóvenes intérpretes bien merece la pena.
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