Ruibal, en Granada: «La longevidad es mental: hay viejos de veinte años y adolescentes de noventa»

–Usted le ha compuesto dos de las canciones más hermosas que han dedicado a Granada, ¿qué representa para usted nuestra ciudad?

–«Vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar» como cantara tantas veces mi amigo, tan querido y admirado, Miguel Ríos, es el sentimiento que tengo siempre cuando regreso. Es mi casa, mi barrio, mi familia, lo que vuelvo para abrazar.

–Me llama la atención que le dieran el Premio Nacional de las Músicas 'actuales' cuando lo de usted, arrebato, pasión, luz, calor, emoción… ¡¡¡Existe desde que el ser humano lo es!!!

–Ese es mi deseo, que esas emociones estén siempre vivas y vigentes. Uno, desde su voz y su guitarra intenta aportar su granito de arena. Se sabe que vamos de cabeza a la oscuridad, al egoísmo, la insensibilidad y el desamor, pero que no sea por causa de nuestra dejadez. Y creo que hablo en nombre de todos los temperamentos creativos de los que nos dedicamos al arte. Y lo del Premio Nacional pues, alegría y muchas gracias.

–Siempre se ha rodeado de auténticos fueras de serie. ¿Qué tal ahora con la rupturista banda de su hijo?

–Pues siente uno como que se ha renovado la sangre (risas), no es algo exclusivo de los ciclistas y deportistas de élite. Ellos traen viveza y empuje, amén de una calidad musical desbordante. Lo más hermoso es que se entregan a mi propuesta con el mismo entusiasmo que a las suyas particulares y ahí ganamos todos nosotros y el público.

–Aunque para su disco 'Paraísos mejores' ha echado mano de 'amigos y residentes' en medio mundo.

–Con ellos tenía pendientes hacer algo juntos y está ha sido la ocasión. Los admiro y los quiero tanto... el abrazo rotundo de Chico César y Juan Luís Guerra son dos más de los regalos maravillosos que la vida me ha brindado. Y por eso siempre doy gracias a la música.

–Una pintada en los Jardines del Triunfo decía: «¿Eres normal o aún piensas?» Acabamos de sufrir una campaña electoral en la que ningún candidato ha dicho ni media palabra de cultura…

–Los empleados públicos (eso son para mi los políticos) no es que olviden la cultura a la hora de ponerse a trabajar para el bien de la comunidad, es que no están formados ni para eso ni para muchas otras cosas. Basan todo en la pertenencia a un club pseudo ideológico en el que el dogma o el mero interés lucrativo (si esto vale para describir el abanico de posibilidades) o bien la permanencia a toda costa, están por delante de sensibilidades e idiosincrasias. La cultura está relacionada con estos dos términos que cito, y esos, nunca se contemplan en los programas electorales. Un poco de terapia para bajar su ego les haría menos zoquetes, pero se ve que nunca van por esos derroteros. Espero que no se cumpla aquel simpático eslogan humorístico de Les Luthiers parodiando los concursos televisivos: «el que piensa... pierde».

–Un amigo me confesó que, cruzando la desértica Patagonia, le ponía a usted en el coche…

–Qué bueno es saber que uno acompaña a otros en su travesía por el desierto. No somos agua pero refrescamos bastante.

–El otro día volví a escuchar 'Duna', su primer disco, de hace… y sigue sonando fresco y actual. ¿Cómo se consigue esa longevidad?

–Haría la broma de que tengo un pacto con Drácula... (carcajada), pero no, la longevidad es mental. Conozco viejos de veinte años y adolescentes de noventa. Esto es algo que se trabaja desde el principio y, como dije en 'Tabaco y tinto de verano': «era revolucionario no envejecer», y así, todos los días.

–En su carrera ¿hay un antes y un después de 'Pensión Triana'?

–Sí, yo me auto resucité grabando en vivo 'Pensión Triana' porque mis discos anteriores habían sido descatalogados por las multinacionales propietarias de los mismos. Se ve que volver del otro lado me dio una gran fuerza y mi gente se hizo más cómplice que antes.

–¿Cómo va a ser su concierto granadino?

–Deseo que, como siempre, pasemos del beso a la risa y de ahí a la emoción y de ahí...