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Eskorzo: Dieta 'latinoterránea'
La banda granadina ofrece dos horas de agitación en la Copera, una sala que ya han llenado dos veces
Juan Jesús García
Granada
Domingo, 15 de diciembre 2019, 22:29
Dicen que no hay dos sin tres, y en breve Eskorzo tentarán a la suerte tras llenar dos días la Copera, la sala más amplia ... de la ciudad, aunque esté en La Zubia. La multitudinaria formación granadina ha recorrido el último año con propulsión a chorro, rozando el no-va-más en las madrileñas fiestas de mayo, ante 50.000 personas en la goyesca Pradera de San Isidro. Ahora tocan ya vacaciones y recalcular la posición para seguir creciendo. Pero mientras llegan esos meses de parada biológica –para la que tienen ya billetes hacia los puntos más diversos del planeta–, este fin de semana se han despedido de sus convecinos, rebajando por erosión el suelo de la sala 'zubiética' al menos un par de centímetros.
'Alerta caníbal', es el octavo larga duración del grupo Eskorzo. Un disco que despiden aquí pero que fueron a estrenar a Colombia con toda la intención, ya que supone un giro absoluto hacia los ritmos hispanoamericanos, sobre todo la cumbia, cuyos efectos letales les inoculó el acordeonista mejicano Celso Piña, y ahora, dos referencias después, el virus ha infectado a todo el grupo. Una grabación que llama la atención sobre la insalubre costumbre contemporánea de dejarnos devorar sin mover un dedo y con cara de agradecimiento además... ¡Ni Hannibal Lecter hubiera imaginado semejante chollo!
Ellos lo plantean a velocidad de vértigo y con una riqueza de sonido que necesitaríamos varias orejas giratorias para seguir y detectar su completa polifonía instrumental. Empezando por el corazón, que no es tanto su efusivo cantante como la doble imponente sección de cueros que ya quisieran haber tenido Machito o Cugat; el aliño de un guitarrista con el sabor de los montunos bastetanos; el dinámico dúo de metales –¡y sus arreglos cegadores!–, y por delante, sí, Toni Moreno, que más que un portavoz autorizado es un maestro de ceremonias, sean de vudú o de pogo.
Especialistas en grandes movimientos –también de masas: ¡tienen el diploma al mayor número de horas tocadas en el Zaidín!– Eskorzo es un avispero encima del tablero, revoloteando alrededor de la selva tropical de todo a cien que decora el escenario con un punto tan primitivo como indígena. Ambientación ideal para una superproducción de serie B con la firma de Jess Franco entre el mambo vudú, el balkan punk, la timba montunera y la cumbia rock.
Sin respiro
En los últimos años el grupo ha ido tan deprisa que los temas antiguos parecen de otros artistas. Han devorado tantas tradiciones que su metabolizado concepto de fusión (protesta) es ya único e intrasferible, y exhiben además los reflejos suficientes para superar cada paso previo y no dejarse coger. Salen siempre movidos en las fotos. Porque no paran en escena y porque no están un minuto en el mismo espacio sonoro. A los de abajo no nos queda otra posibilidad que el primario frenesí del ritual santero, sin apenas espacio para respirar, ni siquiera el aire ya respirado varias veces en una nave con la compresión de un transporte público en hora punta.
Durante más de dos horas el grupo estuvo en el escenario sin bajar el nivel de agitación más que para invitar a Amparo Sánchez a compartir 'La tumba'. Sonaron dos docenas de piezas –a 50 céntimos cada una: ¡feliz Black Saturday!– arrojadas a ritmo ramoniano y con cardíaca entrega que ratifican el buen momento de la tropa. Y es que no hay nada como una alimentación sana y equilibrada, entre el muslo y la pechuga de buena crianza... ¿humana? Que aproveche.
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