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La copla incombustible
Gonzalo Benavides presenta su homenaje a Carlos Cano en el teatro Isabel la Católica junto al piano de Josi González
jorge fernández bustos
Domingo, 11 de octubre 2020, 00:37
Corredor de fondo del pop en España, Gonzalo Benavides, conocido simplemente como Gonzalo, presentó ayer en el teatro Isabel la Católica —ni que decir tiene, ... con todas las medidas higiénico-sanitarias observadas— su especial homenaje al granadino universal (aún no suficientemente vindicado) Carlos Cano, en el vigésimo aniversario de su muerte, con el simple acompañamiento del piano de Josi González.
Hay conciertos repensados, que se codean con la racionalidad y el intelecto, y hay conciertos que parten del corazón, como una necesidad espiritual y a veces como una deuda tácitamente contraída. Gonzalo —según sus palabras— una noche se desveló a las cuatro de la mañana entonando 'María la portuguesa'. Desde ese momento sintió la necesidad de ofrecerle un homenaje a su creador, tanto al artista como a la persona. Así surgió 'La copla rota', un nutrido repertorio de temas compuestos e interpretados por Carlos Cano en su tiempo (y algunos otros ajenos), de donde surgió un trabajo discográfico que responde al mismo título y que tuvo un par de representaciones en directo en la sala Berlanga de Madrid y otra más en Palma de Mallorca antes del confinamiento con llenos absolutos y éxito a la par. En Granada estaba programado este recital para el mes de marzo (como escala imprescindible al ser esta la cuna de quien dignificó de la copla), pero por motivos evidentes hasta este mes no ha podido hacerse realidad.
En la noche de ayer se dieron cita tanto la emoción como el virtuosismo. Gonzalo, madrileño de madre granadina, se manifestaba pleno de facultades; Josi, con su piano fue exacto, sensible y ajustado a las pretensiones del cantautor. Ambos supieron hilvanar un concierto que no pretendía otra cosa que manifestar la vigencia de la copla, que, según Cano, es el mejor estilo para contar la pasión.
Público maduro
Algunas características llamaron la atención en la velada, aunque no sorprendieron: en primer lugar la edad avanzada de los asistentes; por otra parte, el acento castellano del cantante; así como la ligereza de los temas, su acercamiento al pop (sin desmerecer en ningún momento; y por último una interpretación tranquila, a media voz, sin los aspavientos y los gritos habituales de los cantantes de ahora.
Podíamos dividir la noche en tres bloques entremezclados entre sí. Destacaron las creaciones propias de Carlos Cano: 'María la portuguesa' (que abrió el concierto y lo cerró a manera de bis), 'Mi general', 'Alacena de las monjas' y las 'Habaneras de Cádiz', «su canción más emblemática». El segundo grupo lo compondrían las canciones ajenas: los clásicos de la copla de los cuarenta y cincuenta que Carlos interpretó en sus discos, como la 'Falsa monea', 'Ay, penita, pena', 'Tatuaje', 'La bien pagá', 'El día que nací yo' y 'La Zarzamora', que popularizó Lola Flores; y por otra parte canciones posibles, como el tango de Discépolo 'Cambalache', 'La mala reputación' de Brassens en versión de Paco Ibáñez, 'Pueblo blanco' de Serrat y 'Recuerdo escolar' de Lole y Manuel. La recta final la ocuparon composiciones del mismo Gonzalo acompañado de su guitarra. Comenzó por 'Quién piensa en ti', de 1983; para continuar con 'Hombre afortunado', dedicada a su hija, presente en el patio de butacas; 'Silla marcada', compuesta «del tirón» en Ciudad de México; y el estreno de 'Marcela', un tema ex profeso para presentar en Granada.
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