«Las mujeres no ven actos heroicos en las batallas, sino asesinatos»
La ucraniana nacionalizada bielorrusa ha presenciado muchas de las sesiones del Festival Internacional de Poesía, que clausuró el viernes en la Alhambra
José Antonio Muñoz
Granada
Domingo, 1 de mayo 2022, 00:14
El respeto con el cual el periodista se acerca a Svetlana Aleksiévich (Ivano–Frankivsk, Ucrania, 1948)se convierte en relajación en cuanto ella le sonríe ... y le mira con unos ojos inmensos. La periodista y escritora, Premio Nobel de Literatura en 2015 y autora de obras claves como 'El fin del homo sovieticus', 'Voces de Chernóbil' (en el cual se basó la serie de HBO) o 'Los muchachos de zinc', ha estado más de una semana en Granada para asistir al XVIIIFestival Internacional de Poesía, y clausurarlo en un acto memorable en el Carlos V.
–¿Ha vuelto la 'Madre Rusia' o nunca se fue del todo?
–En los tiempos de Yeltsin, nos parecía que íbamos a entrar en el mundo como iguales. Incluso Putin, al principio, se puso la máscara de demócrata, pero se la quitó rápido, y vimos la Rusia terrible que todo el mundo teme. Hemos vuelto al Medievo.
–¿Cuándo descubrió que el régimen estaba podrido por dentro?
–Creo que se hizo patente rápido, porque los discursos sobre la libertad se quedaron en palabras y se empezó a repartir esa inmensa tarta que es Rusia. Quedó claro que íbamos para atrás en lugar de avanzar.
–¿Para qué sirvieron entonces la 'perestroika' y la 'glasnost'?
–Tengo la sensación de que ambas solo llegaron a una capa muy fina de la sociedad. Fue un proceso que solo ocurrió entre la élite intelectual, no entre el pueblo. Fue una concepción de Gorbachov y su entorno cercano. Cuando gritamos 'Libertad' en las plazas nadie quería la llegada del capitalismo, sino un socialismo con una cara más humana. Se ocultó incluso el término, y se le llamó 'Mercado'. Cuando viajé por Rusia mientras escribía 'El fin del homo sovieticus' me di cuenta de que la gente no estaba contenta; querían que desapareciera lo malo del régimen y quedarse con lo bueno del socialismo. No querían que les robaran su país.
–¿Qué dijo la cultura rusa cuando esto ocurría?
–No supimos encabezar ese proceso. Solo unos cuantos alzaron la voz, pero la mayoría calló. Incluso hoy nadie ha analizado en un libro lo que realmente pasó, porque el pensamiento mayoritario era socialista, no estaba acostumbrado a gestionar o a describir la libertad.
«Escribo sobre cómo ser humano en condiciones inhumanas, no sobre catástrofes»
–Al describir la guerra, usted habla de sensaciones físicas. ¿A qué huele la guerra?¿Yla desesperación?
–Estuve en la guerra de Afganistán, y allí olía a miedo. Todo el mundo quería volver a casa cuanto antes. Ahora, los olores de la guerra de Ucrania son distintos. El pueblo ucraniano es muy fuerte; hay miedo a la muerte propia y la de los demás, claro, pero sobre todo huele a libertad. Ningún ucraniano duda de que van a vencer en esta guerra.
–¿La realidad supera siempre a la ficción, y por eso sus obras son tan redondas?
–Creo que me ha ayudado mucho en la vida el hecho de haber crecido en un pueblo. A pesar de que mis padres eran maestros y teníamos muchos libros en casa, bastaba salir a la calle para escuchar la vida real de boca de mujeres sentadas en los bancos del parque. Esto me liberó de la dependencia literaria; no dependo de la literatura, dependo de la vida. A veces, cuando escuchaba los relatos de estas mujeres, pensaba que ni Dostoievski podría haber dicho algo parecido. En el libro 'Voces de Chernóbil' cuento la historia de una mujer cuyo marido estaba muriendo por culpa de la radiación, que pagó para ir al hospital a verle, y a la que le dijeron que su marido no era tal, sino un objeto atómico que debían desactivar. Ese texto solo puede producirlo la vida real.
Cartas sin respuesta
–¿La peor parte de la guerra se la llevan las mujeres que escriben cartas sin respuesta?
–En las guerras, las mujeres luchan más que los hombres, porque los hombres volvían de la guerra mutilados, con traumas que les hacían caer en el alcoholismo, y cuidarles era responsabilidad de las mujeres. Creo que la mujer ofrece una visión distinta de la guerra, porque no ve en las batallas actos heroicos, sino asesinatos.
–Dicen que los maestros en la difusión de la posverdad son los rusos...
–Creo que es un invento global, desarrollado por igual en todo el mundo, y que depende más bien de la tecnología.
–¿Se cree usted siempre a las personas que entrevista?
–Cuando uno relata su experiencias, crea la verdad, no la cuenta. Para conseguir la objetividad, tienes que verla desde diferentes ángulos; debes hablar con muchas personas de distintas edades y procedencias. Cuando tienes esa visión de conjunto, puedes desbrozar todo lo que no corresponde a la verdad.
«Para muchos rusos, la democracia es la variedad de vodka en las tiendas. Por eso apoyan a Putin»
–Decía Teresa de Calcuta que la fuerza más grande del mundo no es la bomba atómica, sino el amor. ¿Qué opina de ello?
–Recuerdo una dedicatoria que puse a una lectora de 'Los muchachos de zinc'. Me dijo que era un libro terrible. En la dedicatoria le puse que era un libro sobre el amor. A veces, me dicen que soy una escritora de catástrofes, pero no colecciono catástrofes, sino que cuento cómo un ser humano conserva su humanidad incluso en condiciones inhumanas.
–Para el mundo occidental, en muchos casos, Rusia es Moscú y lo que allí ocurre. Pero, ¿qué ocurre en otros lugares? ¿Tan unánime es el apoyo a Putin?
–Obviamente, Moscú no es Rusia. He recorrido el país para ver cómo es la Rusia verdadera, y me resultó sorprendente comprobar cómo en la Rusia profunda se añora a Stalin y el tiempo en que la URSSera una potencia temida. El capitalismo no se acepta en la Rusia profunda, ni la democracia tampoco. Para ellos, que haya muchas marcas de vodka en las tiendas es la democracia. Por eso apoyan a Putin.
–¿Qué opina del Festival Internacional de Poesía tras haber asistido a muchas de sus sesiones?
–Creo que es fantástico, porque no es 'eurocentrista', es decir, está abierto a las voces que proceden de los cuatro rincones del mundo. Te permite ver la riqueza literaria que se produce en cualquier país, las visiones sobre la realidad que muestran los diversos autores, y esto para mí es muy importante.
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