Miguel Ríos, un eterno aprendiz de músico, en la UGR
El también Doctor Honoris Causa abre el Master de Estudios Latinoamericanos repasando su relación con los artistas de rock del otro lado del Atlántico
José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 24 de noviembre 2022, 00:37
Miguel Ríos, doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada, ofreció en el día de ayer una conferencia única, inusual, para inaugurar el Master de ... Estudios Latinoamericanos que dirige el catedrático de Literatura de la UGR, Ángel Esteban. Un programa de posgrado en el que están implicadas seis facultades y en el que los países hermanos del otro lado del Atlántico son los grandes protagonistas. Mario Vargas Llosa, Luis García Montero o Sergio Ramírez fueron los invitados en ocasiones anteriores, y a ellos se unió el cantante granadino, quien dialogó en la Facultad de Letras con el periodista y escritor Alejandro V. García.
Precisamente, el título de la conferencia que ofreció Miguel Ríos fue 'El espacio musical latinoamericano: historia de una complicidad'. Y en el punto de partida, Alejandro V. García destacó la importancia del trabajo del artista en Latinoamérica: su llenazo en la plaza Monumental de México, su calidad de promotor del primer festival de rock celebrado en Venezuela, y un largo etcétera de vinculaciones afectivas, musicales y emocionales. «Los comienzos de Miguel fueron de influencia más anglosajona que hispana, pero pronto, tras su despegue, comenzó a reivindicar la música rock en español y, singularmente, el que se hacía al otro lado del Atlántico», comentó el periodista.
«La música fue la protagonista de la primera globalización, porque no solo queríamos cantar como Elvis, sino que nos peinábamos y nos vestíamos como él», afirmó Ríos
Por su parte, Ríos comenzó su alocución recordando al recientemente fallecido Pablo Milanés, «un compañero inigualable, un ser de bondad '360 grados', y un creador superlativo. Escuchando su cancionero te das cuenta de que ha estado sirviendo a la idea, a la palabra, en toda su extensión. Cantó al amor, a la dignidad del ser humano, y en contra de la tiranía. Incluso, viviendo en un régimen como el de Cuba, que fue un espejo para nosotros hasta que comprendimos que el poder absoluto corrompe absolutamente». El cantante manifestó además su sana, «pero furibunda» envidia por quienes ocupaban las bancas del Auditorio 2 de Letras, que se llenó para escucharle. «Cuando alguien hacía una letra mejor que alguna de las mías, me decía que se notaba que era universitario», bromeó.
Se refirió luego al trabajo de Mauricio Echeverri en torno a la influencia del rock en la literatura latinoamericana durante el periodo que va entre 1965 y 1995, y cómo poco a poco surgió una generación de letristas, como Spinetta en Argentina, que contaban sus propias historias, historias urbanas, adaptadas a las claves rítmicas y sonoras del rock. «La música, como producto menos complejo y más cercano, ha sido siempre una avanzadilla cultural; también para la piratería. También fue la protagonista de la primera globalización. Porque no solo intentábamos cantar como Elvis, nos peinábamos y nos vestíamos como él». El cantante transmitió una sabiduría confeccionada, no con la lana que acarreaba de joven en los Almacenes Olmedo, sino con rock y amor por la música».
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