Miguel de Molina, en la memoria
Andrés Molinari
Domingo, 3 de marzo 2024, 00:48
Malagueño para la copla, madrileño para los éxitos, mucho mar de por medio para los exilios. Esas emes y muchas más definen al andaluz con ... voz de plata, al artista condenado por la mendacidad y la intolerancia, al señor de la estrofa durante los difíciles años de posguerra. Su memoria centellea y resuena en el espectáculo 'Miguel de Molina al desnudo', que acaba de interpretar el actor Ángel Ruiz en nuestro teatro municipal.
Eme de magistral su encarnación del artista rival de la Piquer, torturado por los franquistas y acogido por Eva Perón. Su ir y venir por el escenario emula la vida errabunda del hombre que cantó como nadie 'Ojos verdes'. Su vestuario mariposea de lunares en las mangas, chorrea de alamares en la chaquetilla, aprieta las caderas de negro mate y remata con escarpines para el taconeo. Todo lucido con garbo y donaire, iluminado por unos focos tal vez demasiado evidentes que a veces distraen con su parpadeo y otras apuntan equivocados. Motas que en nada merman la buena estampa del espectáculo, al que tal vez le sombren unos cuantos minutos, en los que se repiten congojas, se describen pasajes con desaliento y el actor muestra un átomo de cansancio entre tanto sentimiento. Masculinidad en entredicho, perfectamente equilibrada y bien fingida por Ángel, nunca zafia ni grosera, más fiel a la verdadera de Miguel, tan usador, en para sus espectáculos, de aquellas ambigüedades.
Manos ágiles las de César Belda sobre el piano. Entonador de las coplas que canta con pasión su compañero Ángel. Interlocutor mudo para los parlamentos de Manuel redivivo, que monologa su vida entre el relato y la interjección, entre la ironía lanzada sobre el público y la lágrima que asoma sin derramarse.
Memoria de una época y un género en cada copla, en cada alusión a Lorca, Falla, León… Generación de genios, cada uno en su quehacer. Y Miguel rayando a la misma altura, según canta y cuenta este gran actor y coplero que es una deleite escucharlo. Maletón grande y negro, el que acompaña a Ángel, toda la función. De su interior, va sacando agua para el gaznate, volantes para los bíceps, taburete para la indolencia. En su exterior, pintadas varias emes mayúsculas, como las llevada el malagueño en su deambular por esos mundos. Por suerte, ahora, ninguna de ellas se lee: maricón.
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