Ilu Ros | Escritora e ilustradora
ENTREVISTA
«Mido mi existencia en el tiempo que paso con quien me quiere»Ha publicado en Lumen 'Una casa en la ciudad', una autobiografía de lugares y sentimientos donde recuerda sus años de estancia en Granada
La escritora e ilustradora murciana Ilu Ros ha llegado a la cuarta planta con una autobiografía en forma de novela gráfica bajo el brazo. Se ... llama 'Una casa en la ciudad' (Lumen) y en ella relata sus vivencias en «la ciudad», que no es otra que Londres, donde vivió un buen número de años. También hay un hueco en esta historia vital para Granada, lugar donde estudió y donde intentó vivir de su trabajo, sin conseguirlo. Pero cada vez que vuelve a esta ciudad, la de aquel Federico que tan espléndidamente biografió en su obra homónima, sabe que retorna a casa.
–¿Es usted muy cabezota?
–(Risas) ¿Por qué lo dice?
–Por la primera escena del libro, usted empeñada en bucear cuando los demás querían que nadara.
–No lo sé... Quizá debiera decirlo quien me conoce bien, mis amigos, mis padres... No me considero especialmente cabezota.
–La imagen que dibuja de sí misma, ¿cuánto tiene de verdad, cuánto de caricatura, y cuánto de autorretrato psicológico?
–Creo que tiene mucho de autorretrato, mucho de verdad, y no tanto de caricatura, aunque he querido reírme un poco de mí misma. He necesitado tomarme con humor ciertas cosas para poder contarlas, porque si no, me hubiera puesto en un estado muy grave.
–El título nos trae a la mente el de aquella película de Martínez Soria, 'La ciudad no es para mí'.
–(Sonríe) La ciudad sigue siendo para mí. De hecho, ahora vivo en Madrid, que es otra ciudad. Para mí, tras haber vivido en Murcia y en Granada, Londres era 'la ciudad' por antonomasia. Me sentí algo desubicada, pero no por la hostilidad que una urbe así conlleva, sino por la situación en la que llegué, casi con una mano delante y otra detrás y sin futuro.
–¿Hasta qué punto un pueblo de Murcia y la ciudad son contrapuestos? ¿O no lo son tanto?
–Pienso que en primera instancia lo son, pero en este libro hago referencia a que lo que me sucedía en Londres, ese precio inaccesible para la vivienda, ese turismo desbocado, está sucediendo en muchas ciudades, como Granada, Madrid, Barcelona y tantas otras.
–Si el tiempo y el espacio no son las medidas por las que se rige, ¿en qué o cómo mide la vida?
–Aunque se mida en tiempo y espacio la línea vital, lo cierto es que mido mi existencia en el tiempo que paso en casa, lo cual es para mí volver al cariño de quienes me quieren. Vuelves a un lugar, sin embargo, donde todo y nada ha cambiado, dependiendo de la óptica con la que lo miremos. Puedes volver al lugar pero no al tiempo.
Amores pochos
–Sobre el concepto de 'amor pocho', ¿hasta qué punto cambiaron sus relaciones humanas en la ciudad? ¿Cómo consiguió que la bola de nieve no le aplastara?
–No tengo claro si me libré o me aplastó varias veces, pero conseguí levantarme. Me sentí perdida en muchos momentos. Al final, tu lugar, tu casa, lo conforma la gente de la que te rodeas y te apoya, en la que te reflejas. En ese momento, mis amigos fueron muy importantes.
–¿Quizá su experiencia más dura, y la que más le enseñó sobre la naturaleza humana, fue ser camarera de piso?
–Ya venía de haber trabajado en fábricas de conservas y en hostelería, pero limpiar en un hotel donde las condiciones de trabajo eran malas y los jefes nos trataban mal. Aprendí mucho, y me sentí muy pequeña a veces.
–¿Qué ha sido lo más complicado de este libro, retratar la propia vida, o recordar lo que no quisiera?
–No quiero olvidar nada, pero ha sido complicado procesar cómo me sentía, quién era antes de irme y quién cuando volví. Ver que había vivencias que me ocurrían de niña, que se repitieron allí y me ocurren hoy, me hace sentirme vulnerable. Me ha costado ordenar esos hechos y reflejarlos.
–Es un libro denso. ¿Lo pensó así o las páginas se le quedaron pequeñas?
–No quise hacer un libro denso, pero de repente, me di cuenta de que mezclaba muchos temas y emociones. Ha sido un proceso de selección y de orden.
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