«Doy lo mejor de mí mismo, sin dejar de ver mis limitaciones»

–¿Quién es Celín Romero?

–Además de mi hermano, es el miembro más olvidado de Los Romero. Y lo es porque mientras tanto mi hermano Ángel como yo mismo fiábamos nuestro futuro profesional cuando éramos jóvenes a nuestra carrera como solistas, fue él quien tuvo la idea de hacer un cuarteto de guitarras estable, algo que, al final, se ha convertido en el signo distintivo de Los Romero, que este año, además, cumple 60 años desde su fundación.

–¿Cómo es él en su faceta artística?

–Probablemente, es el que tiene más facultades de los tres hermanos. Es un guitarrista finísimo, pulcro, y en su mejor momento ha sido impresionante verle tocar. Sin embargo, no quiso nunca entrar en el circuito de los solistas: llegábamos a Nueva York y él, en lugar de pasarse todo el día anterior al concierto estudiando y preparando los solos, se dedicaba a recorrer la ciudad y a divertirse. Decía que «estudiar era de cobardes»... (risas).

–¿Competían entre ustedes?

–Sí, había una cierta competencia, siempre desde el respeto y el cariño. No competíamos por ser el mejor, porque el mejor no existe. Si habláramos del mejor en los compositores, solo existiría Bach, o Beethoven, o Mozart, o Falla. Siempre quisimos ser lo mejores que pudiéramos ser, eso sí. Cuando uno se coloca delante del público, uno da lo mejor de sí mismo, sin dejar de ver sus propias limitaciones. Trato de vencer los obstáculos que esas limitaciones me plantean. Y lo mismo hacía Ángel. Pero Celín decía: «Estando estos dos, que ya se comen la cabeza para ir siempre más lejos, ¿para qué voy a sumarme yo a esa lucha?».

–Sin embargo, es la argamasa que les unió.

–Celín se dedicó a lo que la mujer de mi amigo Pablo Contreras, gran guitarrero de Madrid, llamaba «el trabajo sucio». Suya fue la idea de formar el cuarteto, con un compañero suyo en el ejército de EE UU, que fue nuestro primer representante, Jim Lucas. En un año, se gastó en promoción del cuarteto más de 100.000 dólares, algo que hoy equivaldría a varios millones. Celín se encargaba de toda la parte administrativa, los arreglos de las giras, la infraestructura... Sin él, Los Romero no se habrían convertido en lo que han sido.

–¿Cuál va a ser el programa de este concierto homenaje?

–Celín ha sido desde siempre un enamorado de Villa Lobos. Siempre digo que él ha cobrado más que nadie por cada nota de Villa Lobos que ha tocado, incluyendo al propio compositor... (risas). Por eso he cogido los 'Cinco preludios' para tocar el concierto. Luego, la 'Serenata' de Malats, porque me recuerda mucho a mi padre, y a la voz de Celín diciéndome: «No te esfuerces, nadie puede tocar esto como papá». Así que se la voy a tocar para que, al menos, me diga que no está mal... (Carcajada). Tocaré Tárrega porque es el compositor que él toca cuando está solo... En fin, todo va a ser en su honor.

–Además, con la Orquesta Barroca de Granada...

–Sí, es la primera vez que voy a tocar con ellos, y tengo muchas ganas de hacerlo. Va a ser un concierto muy especial, estoy seguro.

–Especial también porque Granada, su casa, vuelve a ser también quien le recibe...

–Así es. Todas las giras en EEUU o Japón se han parado, por lo que desde que actué el año pasado en el Festival, y a pesar de que hemos ofrecido conciertos en streaming, no he vuelto a tocar delante del público. Creo profundamente en este Festival y en su director, y estoy feliz de pasar mucho tiempo de mi vida mirando a la Alhambra, así que no me puedo quejar por nada.