Mayte Martín, un concierto inasible
Crítica de flamenco ·
jorge fernández bustos
Martes, 14 de septiembre 2021, 01:43
Mi primera advertencia antes de hablar del concierto 'alCANTARaMANUEL' de Mayte Martín es que no voy a ser objetivo de ninguna de las maneras (a ... no ser que mi opinión encaje con la verdad objetiva). En segundo lugar, lo siento por lo que esperaban otra cosa. Todos sabíamos a lo que íbamos: un concierto cerrado, alejado de los cánones habituales, que desmenuza un trabajo muy determinado de Mayte. A su favor -si hiciera falta justificarla de alguna forma, que no es el caso- diré que la cantaora catalana es flamenca haga lo que haga y que su pena, su quejío y su sentir son flamencos (sin contar con los ecos y guiños a las estructuras básicas). En tercer lugar, me van a permitir, que felicite al festival Milnoff por apostar por la mujer por encima de todo; por llevar el flamenco a Granada y no solamente a Granada al flamenco; y por entender que el arte de Silverio (como lo llamó José Javier León) tiene muchas aristas y crece en libertad.
Por lo demás, ¿cómo escribir de una obra tan bella sin tocarla?, ¿cómo no mancillar con la palabra esos momentos de emoción contenida en doce expresiones del alma? Ya sabemos que la voz de Mayte es puro almíbar, de afinación absoluta, melódica y acariciadora. Sabemos también que siempre se rodea de buenos músicos, los mejores según entiende, e igual de sensibles que ella. Lo que no siempre sucede es que se alineen los astros y se produzca el milagro; la buena nueva de una noche especial, redonda y no digo única porque no es extraño que esta cantaora convoque a menudo a las nueve musas y las tres gracias en concierto. Con Mayte se entra en otra dimensión, es orbital, trasciende el flamenco o lo dignifica en otros altares.
Por lo demás, asimila los versos que le han estremecido del poeta malagueño Manuel Alcántara, les encuentra la música que se esconde entre sus líneas y nos entrega un disco intemporal e iridiscente, que el domingo trajo a Granada y compartió con sus seguidores. Con la guitarra en la mano, en su papel de cantautora, Mayte desgrana de principio a fin ese 'alCANTARaMANUEL', que comienza como acaba 'Por la mar chica del puerto'. Impecable sonido, eficientes músicos, silencio cómplice. Son poemas de amor, de infancia, de mar, pero también de dolor y de guerra y de denuncia. Suena 'A Miguel Hernández' y después 'Le gustaban pocas cosas' y 'En aquel tiempo' («uno de los más hermosos poemas de amor que he leído», confiesa la catalana' y 'Excusas a Lola', la hija del poeta).
Después de contar la cita imposible de Alcántara con Altolaguirre, por la prematura muerte por accidente de este último, la cantaora interpretó 'Manuel' con aires de tango argentino. En 'No sabe el mar que es domingo' sonaron las gaviotas, grandes y pequeñas, con el contrabajo y el violín y la resaca de las olas con el tambor. Toda la canción, en fin, memoraba un calmado oleaje en la orilla.
La concesión más clara al flamenco es 'La paloma de Picasso' que sabe a cantiñas. 'Al sur de los limones' es un réquiem; y 'Carnet de identidad', una confesión. La infancia del poeta se trasluce en 'Niño del 40', para «no morirse sin descubrir». El final llega con 'No pensar nunca en la muerte', que, con la misma melodía con que empezó, cierra un círculo bien trazado, que cierra un concierto inasible.
Por lo demás, los aplausos se eternizan y las lágrimas afloran.
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