Marina Carmona muestra su identidad en Taberna JJ
Hija de Antonio Carmona, ha derrochado paciencia para romper ciertos moldes, aunque, insiste, el arte jondo ha estado siempre y estará siempre en su vida
Marina Carmona (Madrid, 1993) tiene en sus venas la sangre de una de las estirpes de artistas granadinos más importantes del siglo XX, los Carmona, ... los Habichuela si lo prefieren. Este sábado a las 21.00 horas, llega en pequeño formato a la Taberna JJ para ofrecer lo que ella misma define como «un concierto íntimo». Su reciente disco se llama 'Mi identidad', y lo define como «un viaje en busca de sonidos con los que me identifico. Se fusiona en él la bossa nova, la 'chanson' francesa, y sensibilidades más contemporáneas». También las letras de sus canciones definen un periplo a la búsqueda de sí misma. «Es difícil sustraerse a tu origen, y yo jamás he tratado de hacerlo. Pero sí es cierto que te miran de otra manera llevando el apellido que llevas, y quizá crean que lo tuyo tiene que ser el flamenco». Por eso, ha derrochado paciencia para romper ciertos moldes, aunque, insiste, el arte jondo ha estado siempre y estará siempre en su vida.
Marina Carmona se mueve en la actualidad en un universo de sensaciones e historias, muchas autobiográficas, que describen el actual mundo pop, el romanticismo tal y como hoy se entiende, la necesidad del amor incondicional, las adicciones, y la paciencia que a veces hay que destilar para torear con los sinsabores de la existencia. Desde muy pequeña, esta tuvo una banda sonora que creció tras su marcha a Miami, donde estudió Música y descubrió que tenía que cantar en diferentes idiomas y abrir sus horizontes. Ha hecho teatro musical y pisado muchos escenarios, descubriendo que las luces y las tablas son su sitio. «De aquí no me va a mover nadie», certifica.
Consejos
Marina habla de su padre con veneración. «Antonio es muy amigo mío, y el consejo que más me da es que me mantenga fiel a mí misma, que no me venda a nadie, sabiendo cómo está el mundo de la música, en un momento en que todo está en venta. Y sobre todo, que disfrute mucho, que no dé nada por hecho, que practique la humildad y el respeto al escenario. En ese aspecto siempre me acuerdo de él, porque sale siempre a dar lo mejor de sí mismo cuando actúa».
Sus referentes están en la música que no pasa de moda, canciones que se han convertido en himnos, firmadas por grupos como Presuntos Implicados, cantautores patrios como Antonio Vega y estrellas internacinoales como Zaz. Sobre el mercado discográfico, cree que en un momento en que las plataformas lo inundan todo, el disco es necesario sobre todo para el artista, para encontrar ese sonido, ese mensaje, esa carta de presentación de ella misma que la conduzca por un camino que a veces es tortuoso, «desesperante» llega a decir, pero una necesaria aventura. «No me importa que ante mí haya 25 o 25.000 personas, cada una de ellas me merece el mismo respeto, y quiero darles mi mejor versión», dice rotunda.
Confiesa que es tímida, pero el escenario la transforma. «Luego, en reuniones de amigos o familiares, me piden que cante y no me atrevo, me hago de rogar», afirma mientras sonríe. Conserva la guitarra de Carlos Carmona y cada vez que actúa se acuerda de su abuelo, de cuánto amaba la buena música -«los boleros le encantaban», dice- y de que es una Carmona. Un peso y un alivio, a la vez.
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