Machado, Rosalía y los clásicos modernos, en el Festival de Poesía
La segunda jornada contó con la presencia de Mariluz Escribano, una decena de recitales y músicas de ayer y de hoy
José Antonio Muñoz
GRANADA
Miércoles, 8 de mayo 2019, 01:04
Tras la brillante inauguración de la noche del lunes, la segunda jornada del XVI Festival Internacional de Poesía de Granada estuvo marcada por la presencia ... de los clásicos. Clásicos vivos y clásicos que ya no transitan este mundo, aunque sí lo hagan, afortunadamente, sus versos. La mañana, en la Facultad de Ciencias de la Educación, constituyó la gozosa experiencia de comprobar lo bien que se sigue escribiendo tanto en nuestro país como fuera. Tras el taller de narrativa que ofreció Cristina Pérez Valverde, llegó el primero de los recitales de la jornada, a cargo de Paloma Fernández Gomá, el marroquí Aziz Tazi, Francisco Morales Lomas y Rafael Soler. Cuatro voces muy diversas, unidas por el amor al sur y sus paisajes, pintados a ambos lados del Mediterráneo.
A mediodía llegó el huracán Escribano, un año más. La poeta granadina es una de las presencias habituales del Festival, y nunca defrauda. Su discurso, ayer afectado por una afonía, siempre suena nuevo. Y en un taller titulado 'Mirando a los clásicos', donde estuvo acompañada por la codirectora del evento, Remedios Sánchez, supo transmitir a los jóvenes y menos jóvenes presentes la necesidad de que enseñar literatura, y singularmente poesía, no se convierta en una labor rutinaria.
Escribano explicó con acierto poemas como aquel del perfume de las manzanas, y buceó en los rincones de su vida, en sus cuatro décadas de aulas, en sus cinco hijos magníficos, en la ganancia que le supuso tenerlos, expresada en su poema 'Carta para cinco'. En sus recuerdos lejos de Granada, también. «Mi corazón estuvo siempre en guardia por ellos», afirmó. También ofreció consejos para leer poesía: «Para leer hay que tener música en la voz», dijo. Tras ocho años de carrera de piano y seis de violín, ella supo encontrar su música. Y cuando le pidieron detalles, respondió con cierta sorna:«Te lo puedo explicar, pero sería muy largo. Es importante oír mucha música. Un poema sin música es un pequeño desastre».
Rodeada de maestros como estaba, les ofreció consejos para profundizar en la lectura, a partir de una experiencia propia iniciada cuando tenía cuatro años y su madre le leía aquellas 'Cordialidades', aquellos versos de Lope y Góngora que tan hondo le calaron. Fue la suya una charla emocionante, única, inigualable. El genio y la figura de Mariluz Escribano en estado puro.
Recorrido en canciones
El escritor Fidel Moreno ofreció para finalizar la mañana un taller de música y poesía. Moreno, especialista en la relación entre ambas disciplinas, se remontó a la Prehistoria para describir una realidad, la importancia de la canción para el ser humano. Las canciones tienen un sitial privilegiado en la memoria, y constituyen el límite de la racionalidad humana. «La aparición de los sistemas de grabación y la popularización de los distintos dispositivos que nos permiten tener hoy todas las músicas del mundo en el teléfono móvil», dijo, «pero ello ha impedido la posibilidad de hacer variar las canciones, de que tengan esa vida propia de que hablaba Menéndez Pidal». De ahí vino otra pregunta: ¿la canción debe sostenerse por sí sola sobre el papel? Moreno opina que no. «El placer estético oscila entre el entusiasmo y la sorpresa», dijo, y ello implica una reacción compleja del oyente. Y en esa complejidad entran, con un lugar privilegiado, las formas de expresión actuales como la música de Rosalía, obviamente muy coreada por los jóvenes universitarios presentes, o incluso el trap de C. Tangana. Todo cabe en un festival abierto y al día, sin duda.
La tarde comenzó con un animado recital de poetas granadinos, don de destacó la visión de la Shoah de Antonio Enrique –presente en su obra 'La palabra muda' (El Gallo de Oro), de la que leyó varios fragmentos, y que se extendió hasta la poesía descarnada de Juan Carlos Friebe. Posteriormente, el arco se abrió para cobijar a algunos de los más interesantes poetas del panorama nacional. Carlos Marzal expuso en un poema sus razones para escribir, y añoró el sistema preposicional. Juan José Téllez confesó su vocación frustrada de músico de rock. «Como no sé llenar estadios, uso las palabras», afirmó tras leer un poema de fuertes reminiscencias 'rollingianas'.
El desencanto por el amor perdido, el rumbo incierto de quien tiene todo por hacer a pesar del paso del tiempo, se dejó ver en una lectura fiel a su trayectoria de inconformismo y exploración del yo. La joven Virginia Navalón puso su granito de arena al recital con una voz que bucea tanto en la ausencia como en los cielos sin nubes de su Valencia natal. Y el jerezano Manuel Francisco Reina quiso ser el Cirineo de Federico García Lorca en un poema y en otro, testigo de la confesión de la paternidad de Darth Vader, presente en el libro homónimo del que extrajo algunos de los versos que leyó. Finalmente, Alicia Aza leyó poemas de su más reciente libro 'Arquitectura del silencio', inspirado en el sufrimiento de Auschwitz –vuelta a la Shoah–, y recordó a Emily Dickinson retornando a esos primeros versos que como el primer amante o el primer hijo, se recuerdan con especial cariño.
El culmen y conclusión de la tarde fue el espectáculo de Fernando Valverde y Juan Pinilla 'Ligero de equipaje' en torno a la figura de Antonio Machado. Un recital iniciado con el apunte biográfico del poeta con el fondo de los 'Recuerdos de la Alhambra' de Tárrega, y que continuó con el archiconocido 'Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla' ya con Pinilla en el escenario. A partir de ahí, ambos, con David Caro a la guitarra, hicieron un recorrido por los grandes y públicos secretos de la geografía existencial machadiana, con el Centro Lorca lleno y los olés de los flamencos. Recuerdos de caña dulce, de caminos y veredas transitadas, de mares imaginados y nostalgias siempre presentes. De campos castellanos y olivares andaluces. De amores y felicidades que se fueron, de dolores, y el 'Caminante no hay camino' a ritmo de alegrías. La vida misma que, contada por Machado, siempre suena mejor.
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