La página de los libros

Algo así viene a representar para el lector 'Vidas samuráis', de Julia Sabina, una experiencia de vida a modo de testimonio sobre la fragilidad humana, la falta de autoconsciencia, el movimiento rotatorio del tiempo que, como satélites, emprendemos inútilmente cada día alrededor de nuestro ser, en un intento desesperado de reconocernos iguales en algún momento de nuestras vidas, para aliviar así la reitera falta de unidad e integridad que sentimos como individuos que se piensan a sí mismos.

En el caso de 'Vidas samuráis', Maribel, la protagonista y narradora del relato, apuesta y renuncia a sus deseos a menudo, concretamente, porque es consciente de que su felicidad consiste en aprender a desapegarse del entorno, sea familia, pareja o país, pero también en lograr vincularse de algún modo a un mínimo fragmento de la realidad que le haga más llevadera la solitaria empresa de vivir siempre lejos, en los márgenes de la existencia, al otro lado de la frontera entre el presente y el pasado, el aquí y el allá, el yo y el mundo. Todo ello, percibido desde múltiples estados de ánimo, siempre fluctuantes, sobre todo cuando se tienen los nervios a flor de piel, como corresponde especialmente cuando esta, la piel, es tan joven y sensible.

'Vidas samuráis' está escrita desde la habilidad narrativa de una autora con oficio ya desde su primera novela, y el saber de reconocerse parte de una generación convencida de que no le queda más alternativa en este mundo que adaptarse al medio. Con la Francia que vive en nuestro imaginario colectivo como telón de fondo, la gracia y la sutileza del lenguaje y la narración se van abriendo paso verdaderamente página a página ante el lector con brillantez y maestría.

Por Juan José Castro

Sin duda, todo ser humano es una codificación estratificada y secuenciada de hábitos y representaciones que delimitan nuestro conocimiento del mundo, muchas veces de forma mecánica. Pero si, como en el relato de E. M. Forster, esa maquinaria se parara por un cortocircuito o un error generalizado del sistema, la perspectiva de visión sobre nuestras capacidades y prioridades cambiaría de forma radical.

El autor apunta a la posibilidad de que esta ruptura del pensamiento y nuestra representación, aun la artística, se produzca para llevarnos a cuestionar la conciencia y unidad identitarias del ser humano, así como sus escalas de valoración, organización y percepción del mundo. Aparte de la perplejidad que una lectura inicial nos ofrece por la experimentación tipográfica y espacial que ya anuncia la disolución de los esquemas de representación tradicionales, el mismo discurso poético trata de saltar las vedas y umbrales convencionales donde el yo cristalizado en la enunciación sonora y rítmica se ve alterado por una comunicación entrecortada, casi automática, más propia de un ente maquinal que de lo que denominaríamos persona. A modo de entradas de un soporte virtual, la voz se desdobla continuamente en un mundo de insomnio donde el único referente son las ruinas o escombros de un mundo que ha entrado en colapso y donde nos hallamos perdidos en una nada arreferencial. La escritura es el error repetido que no ofrece margen a la construcción de un sentido, a la elaboración de un discurso que arroje claridad sobre lo real; más bien al contrario, expresan un lenguaje casi lobotomizado que no enmascara la crítica a una sociedad sometida a los medios virtuales y expuesta a la manipulación de esos poderes invisibles que anulan a través de sus soportes cualquier iniciativa o voluntad.

Organizado en fragmentos de una mente quebrada, como mínimos instantes de lucidez que, sin embargo, no por ello tienden a una resolución de tan angustiosa situación, el poemario es la constatación de una brecha, de una ruptura en los códigos y sistemas que conforman hasta hoy la vida; es, en definitiva, la inconexión con un mundo hiperconectado que nos ha sometido y que ha hecho de nosotros seres deshechos y dependientes de aquello que los esclaviza.

Qué o quién es el yo, ese amasijo o entramado de tejidos y nervios que responde a estímulos cada vez más primarios, como el del sueño, es la cuestión que plantea este «adentrarse», en palabras del propio Martín, en la realidad como anomalía, como una plataforma virtual donde la vida del hombre es la distancia.

Por Albert Torés

La obra encierra un homenaje a la amistad y también a la figura de una persona esencial en el mundo de la cultura, José Manuel Padilla, librero, editor, crítico, actor, escritor, recientemente fallecido. Todos los gestos de amor, carnal, paternal se convocan bajo una premisa determinante, tal es, la necesidad de inventar palabras. Paralelamente una reflexión sobre su tarea como escritor que incluye recursos, estrategias, temas. Con una extraordinaria variedad métrica, los poemas tienen mucho de canto jondo, o al menos participa en la misma medida del segmento indagar, sucumbir y renacer, una absoluta deconstrucción o bajada a lo sin pulso para resurgir con fuerza, con nueva forma poética, como el placer, quizá doloroso, del secreto desvelado. También los deseos que se deshabitan le posibilitan enumeraciones inéditas recurriendo a la libre asociación, al oxímoron (sabré hacer fácil lo difícil) a la repetición, el humo negro frente a los copos de nieve, Sarajevo frente a Nueva York, en definitiva, el vértigo de la escritura. Poemas con tonos introspectivos que reflexionan sobre estar en el presente, el lugar que se habita y otros interrogantes.

Por Francisco Morales Lomas

Ungaretti junto a Quasimodo y Montale son los tres poetas más importantes de la posguerra en Italia. Con motivo del centenario, desde la Asociación Internacional de Críticos Literarios se ha publicado esta obra con la participación de diecinueve estudiosos de Rumanía, Albania, Venezuela, Francia, Argentina, Italia, y España. Se analiza su poesía, la relación con la pintura, la traducción, el concepto de dolor y pasión, la dimensión privada y pública… Una lírica que recoge las manifestaciones del simbolismo y de la vanguardia en su economía lingüística tanto como la fusión entre lo clásico y lo contemporáneo en una amalgama original y de enorme calidad poética.

Por C. de la Rosa

Una novela de mujeres en un entorno inhóspito. La selva africana, Bineka y Lola son las grandes protagonistas de la última novela de Gonzalo Giner, que se hizo acreedora del Premio Fernando Lara. No tiene Giner otra pretensión que conseguir la plena implicación de quien se introduce en una historia donde valores como la superación, la amistad y la inteligencia de la que hacen gala las protagonistas brillan por su presencia. El autor se convierte en un observador-narrador que ofrece al lector solo las herramientas necesarias para que siga la historia, ofreciéndole la información que necesita en cada momento y llevándole en volandas hacia el sorprendente final.