Los libros recomendados esta semana por los críticos de IDEAL
Análisis semanal de las novedades literarias
Coordinan: Remedios Sánchez y Francisco Morales Lomas
Viernes, 12 de julio 2024, 23:18
El binomio del bonsái
Por Javier Bozalongo
El recorrido de Belina Fernández en este poemario es tanto real como imaginario, pues nos lleva desde la lejanía del primer poema: « ... Ítaca queda muy lejos / y la vista no me acompaña...» hasta un caserío en un lugar impreciso, al Paseo de los Tristes, Salboro, la Cuba de José Martí, el Colliure de Antonio Machado o Palestina y otros destinos descubiertos al leer El binomio del bonsái, ese pequeño árbol convertido en uno de frondosas ramas de las que cuelgan poemas que viajan en trenes vacíos, en barcos donde «Amanece el exilio», en un avión que « solo da una breve pista a medio vuelo» o caminando por las calles de cualquier ciudad, observando todo lo que sucede a su alrededor, acaparando imágenes que serán poema, acompañados por toda la música interpretada a lo largo de una vida dedicada al violín. En estas páginas suenan «trompas Mahlerianas», Tom Waits, las Variaciones Goldberg o un vals que Chopin baila junto a un piano solitario, mientras resuenan ecos de otras lecturas: Borges, Rilke, Montaigne y, por supuesto, García Lorca... pero este no es el libro de una virtuosa del violín, sino el de una poeta que ha llegado a la poesía en el momento justo en el que su bonsái ha alcanzado el grado de madurez preciso para lucir en todo su esplendor.
La ruta de Eminé
Por Francisco Morales Lomas
través de dieciocho capítulos, el autor se adentra por una aventura oriental, como aquellas que tanto amaba Borges, impregnando de fantasía un relato que es todo un homenaje al viaje y al encuentro entre Turión y su amada Eminé, a ejemplo de Persiles y Segismunda. Desde el pueblo de Martuni iniciará su ruta hacia Estambul para encontrarse con su amada. Toda la simbología de las Mil y una noches está presente, como un claro homenaje literaturizado, con una prosa de trazo liviano y resonancias líricas, y un permanente diálogo: «Cayó la noche y se encendieron los mirlos en sus jaulas». Paisajes exóticos y personajes que surgen de un magma oriental reconocible.
la tarde que bobby no bajó a jugar
Por Fernando Barea
Mayra Montero es ante todo una narradora de sensaciones. Tras unos inicios en que destiló varios libros de temática erótica de alta calidad, como aquel paradójicamente iniciático 'La última noche que pasé contigo' (1991), su literatura abandonó, aunque no del todo, la trascendencia de lo horizontal para jugar en vertical. Su más reciente creación, 'La tarde que Bobby no bajó a jugar', es una aproximación a un personaje, el del ajedrecista originalmente norteamericano Bobby Fischer, que dio mucho más de sí que la mayoría de sus congéneres del juego del escaque. Amor, humor, dolor y el paisaje de la añorada La Habana como fondo de una historia que conmueve.
Un compromiso compartido
Por José María Barrera
A vueltas con la evocación de biografías y modelos de ficción, Cristina Peri Rossi (Montevideo,1941) edita esta muestra de la relación de amistad con Julio Cortázar (Ixelles, Bélgica 1914–París, Francia,1984). Ya la primera parte de este libro ('Julio Cortázar, el gran cronopio') había visto la luz íntegramente en 2001 en la colección 'Vidas Literarias', dirigida por Nuria Amat («soy consciente de que la escritura es una forma de recuperación, de salvación frente a la muerte y a la desaparición»). Allí la Premio Cervantes de 2021 reunía, después de siete capítulos, como novedad, una selección de textos del autor de 'Rayuela', con quince poemas dedicados a Cris (insertos todos en el póstumo 'Salvo el crepúsculo') y textos como 'La vuelta al día en ochenta mundos' (fragmento), el capítulo 19 de 'Rayuela' y 'La autopista del sur' (cuento de 'Todos los fuegos el fuego'). Ahora, en la segunda parte de esta crónica autobiográfica, explica –completando el texto primero– los poemas de amor dedicados a su persona, reproduce algunas cartas al argentino y analiza también la vigencia del narrador hispanoamericano, después de su muerte. Todo, desde la fascinación, las huellas y la complicidad con una visión de la literatura, que tanto ha influido posteriormente.
Compartiendo confidencias, lecturas y admiraciones, subyace el compromiso con la poesía, el activismo y las emociones. La firmante de 'Extrañas parejas' (2024), como cronopio más, desgrana e interpreta esos poemas de pasión de su admirado maestro y compañero –también de exilio, en ámbitos geográficos distintos–, plenos de melancolía y deseos imposibles: «Ellos sublimaron la frustración convirtiéndola en belleza·. Más allá de las transiciones y los caminos diversos, el recorrido de estos afectos mutuos alcanzan a la literatura fantástica, el cine negro, el jazz, la lírica, entre otros temas. También aflora, en estas páginas, aquellas mujeres que estuvieron presentes en la vida sentimental del creador de la Maga y Horacio Oliveira: Aurora Bernárdez, Ugné Karvelis y Carol Dunlop. Ésta última, fotógrafa y traductora estadounidense, fallecida dos años antes que el escritor, «segura y firme en sus sentimientos». La primera, argentina también, acompañándolo en su lecho de muerte, a pesar de estar separada de él desde 1967, y albacea posterior de su obra.
En el prólogo de 'Indicios pánicos' (1970) (y ella mismo lo apunta en esta «especie de crónica»), Peri Rossi corrobora: «Escribo contra la fugacidad, contra lo efímero, contra lo pasajero». Más allá de recuperaciones y rescates de vida y obra, esta entrega es un ejemplo de lucha contra lo inauténtico, contra la impostura. Una historia de sinceridad y confianza (esta en sentido saliniano).
El corazón manda
Por Jesús Ortega
Este 'Corazón en la garganta' es el segundo y brillante libro de poemas de Juanjo Ibáñez, tras el sorprendente 'Maneras de conjugar el tiempo' (Esdrújula, 2021). El autor no es un jovenzuelo horro de lecturas o experiencia, sino un adulto cultivado que ha meditado mucho antes de salir a la palestra. El libro rezuma, pues, toda esta sabiduría vital acumulada, comenzando por el propio título, Corazón en la garganta, que además de mantener una explícita relación de intertextualidad con una canción de Quique González, absorbe de manera muy consciente un enorme caudal de sentidos que desde hace siglos se ha depositado sobre el corazón como metáfora o como constructo cultural.
«Los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón», se dice en El principito de Saint-Exupéry, uno de los exponentes más conocidos de la tradición romántica (y, antes, islámica y medieval) que adjudica al corazón el valor de verdad profunda frente a la apariencia engañosa de la mirada. Llevarlo, entonces, como hace el autor, al lugar donde el lenguaje aflora para nombrar el mundo –la garganta–, significa arriesgarse a hablar desde el fondo de la emoción, desde la crudeza sin ambages del sentimiento verdadero.
Lo cual es mucho riesgo tratándose de un poeta adscrito ideológica y formalmente a la poesía de la experiencia. Pues es sabido que los poetas de esta corriente ponen un velo de distancia e ironía entre el contenido sentimental y la forma poética. Hay en ellos un comedimiento tonal, un descreimiento tanto de la emoción romántica como de cualquier exceso experimental. Los poemas de Corazón en la garganta mantienen un difícil equilibrio entre romanticismo y antirromanticismo, pues si por un lado asumen en general el programa estético de la experiencia (los poetas españoles del 50, los de la generación del 27 o los granadinos de los años ochenta como referentes; el suave hedonismo en los instantes de celebración del cuerpo desnudo de la persona amada; la mirada crítica sobre los paisajes urbanos de la ciudad autodestructiva; la esperanza depositada en el futuro que atraviesan los versos dedicados a la hija; o el emocionante poema dedicado a la memoria del fallecido compañero de luchas políticas, clave de bóveda de la construcción del libro), por el otro hay una reivindicación de la necesidad de hablar desde las honduras del sentimiento. Júzguelo el lector que se lance a recorrer el libro. Por ejemplo, en el hermoso poema 'Plaza de Joe Strummer'. ¿Se rompe el equilibrio? Yo diría que sí, y para bien: en los poemas de Juanjo Ibáñez «el corazón manda».
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