Los libros recomendados esta semana por los críticos de IDEAL

Pero, poco a poco, dentro del volumen se intensifican otras visiones complementarias, a partir de ese núcleo central. Así, esta monografía va más allá: combina dos vidas del propio protagonista proyectadas en diferentes líneas, una «haciéndose» (en sentido orteguiano también) hacia delante y otra en retrospectiva. Siete capítulos (con letra tipográfica distinta) afrontan el fallecimiento del biografiado hacia atrás y sirven de contrapunto a otros seis más extensos dedicados a la prospección de hechos, personas y estéticas, a lo largo de gran parte de su vida. Si esta sección prospectiva finaliza en torno a los años cuarenta, aquélla, retrospectiva, va completando las otras décadas, hasta llegar a 1971, año de su muerte. Este 'puzzle' narrativo –con doble visión temporal– ofrece también otros 'tempos' y otros enfoques específicos. Todo ello bajo el ángulo o punto de vista del investigador–especialista que juega con espacios superpuestos y conoce ampliamente en mundo de la vanguardia (Ródenas ha reeditado y estudiado también la narrativa de este período). Sobre Torre, ya contábamos con la investigación anterior de Emilia de Zuleta, Carlos García y Pablo Rojas, entre otros. Pero era necesaria esta puntual labor de esclarecimiento en torno al artífice del ismo autóctono y renovador que fue el ultraísmo.

El autor, con su Literaturas europeas de vanguardia (1925), de la mano de Epstein y Ortega, abrió los caminos apenas surcados de la renovación literaria en España y su libro se convirtió en un 'baedecker' para recorrer ese territorio, tras el novecentismo y la generación del 98. Ahora podemos comprobar la intersección con otros escritores (Cansinos, Ramón, integrantes del 27) y ampliar el horizonte borgiano. Su formación y sus contactos con todas las revistas del nuevo movimiento, así como su evolución posterior en el Madrid de los años treinta (sobre todo, en La Gaceta Literaria), muestran una personalidad prometeica que habrá que tener muy en cuenta.

GERARDO RODRÍGUEZ SALAS

En esta antología, Partal sacraliza el hedonismo y la banalidad mediante una «indagación espiritual» que, como afirma Juan Marqués en su prólogo, es lo que busca realmente. Escenarios epicúreos como raves, zonas de cruising, bares gays, glory holes o el dormitorio de casa con un desconocido se convierten en los no-lugares de Augé, espacios de intercambio y anonimato «donde no llega este país», espacios en los que la terrible soledad del individuo da paso a «nuevas comunidades autónomas». Aquí dos «forman una isla/y hacen de la intemperie posibilidad». Además, en este refugio de iguales también surge el espíritu democrático y colectivo. Haciendo cruising, por ejemplo, este hombre percibe a los demás como «frescos de carne firme»: «cerca de ellos», nos dice, «no me espera nada malo». Al igual que Moisés abrió el mar para salvar a su gente, aquí «también el mar se abrió una tarde», en esta bacanal anónima y reparadora.

El lenguaje sexual armoniza con el bíblico en una reivindicación colectiva de identidades disidentes, en este caso «maricones/de playas difíciles», para participar de lo sagrado, fuera de dogmas y doctrinas, «como al principio». Aquí «cualquier palabra será rezo,/victoria contra la finitud/promesa nuestra de todos», porque no se anhela la resurrección sino «lo que aquí ocurre». En 'La tregua, la pausa', la voz poética increpa directamente a Dios para defender que los momentos epicúreos son «este temblor cercano que también es Jerusalén».

En el contacto con el otro está el «milagro», una palabra repetida con frecuencia para referirse a la efímera conexión de cuerpos y de almas. Y es que en este contacto es posible que el serrín brille «como un trigal andaluz», que «la tarde/se reconozca en eternidad» para provocar en dos personas «un mismo deslumbramiento».

Mientras que la amistad se ensalza como un salvavidas (la razón de que haya «reflejos de dicha», si no felicidad plena), también se revisan los lazos familiares, como en «Mi madre me corta el pelo» («Entre los dos hay un silencio, una unión»), o en los varios poemas dedicados a su padre, del que recuerda cómo enterraba una sandía en la orilla de la playa. Aunque allí parece no haber dejado huella, en su hijo, en estos momentos de soledad, «brotan de la orilla los frutos más grandes».

'Ese de anoche' admite estar solo, pero acaba siendo un «animal en celo» abrazado a «un exceso de vida» que «se ha impuesto en nuestra rutina». Y, desde esa absoluta certeza que a veces otorga la poesía, concluye: «estamos bendecidos. Ya nada va a poder con nosotros».

Por José Abad

Según cuenta ella misma, Natalie Zemon Davis se interesó por este singular episodio histórico tras participar en la redacción del libreto de 'El regreso de Martin Guerre' (1982), la película de Daniel Vigne que llevaba a la pantalla uno de los más intrigantes casos de impostura jamás habidos. El desarrollo de los acontecimientos parecía trazado por un habilísimo constructor de historias, que, con notable insolencia, guarda siempre un as en la manga: en 1548, Martin Guerre, el hijo de un rico campesino de Artigat, abandonó sus propiedades y a su familia. Durante años nada se supo de él. Un buen día, en el verano de 1556, llegó a Artigat alguien que decía llamarse Martin Guerre. Sus convecinos lo acogieron como tal, su esposa como a su marido, el hijo como a un padre. La paz reinó en el hogar hasta que tiempo después, la mujer del susodicho lo acusó a las autoridades de ser un impostor. Eso de que la ficción supera a la ficción, tan traído, tan llevado, se cumple plenamente en este caso. La autora lleva a cabo una exhaustiva reconstrucción de los hechos a partir de los documentos de la época. Un libro apasionante.

Por Miguel Arnas Coronado

Una avalancha, un aluvión de versos e imágenes que enredan al lector en su telaraña. Sin metáfora, no hay poesía. Tampoco la hay sin imagen, sin que la imaginación ataque al lector y lo inunde de colores, músicas, aromas. En este poemario hay de eso en abundancia. «…Aceptar el soborno del verso: / un aire de rimas en concierto…». Vílchez García de Gars no transige: no se espere sino imágenes, símbolos en amplias tiradas de verso libre. Bueno, libre no, libérrimo. Algo desgarrador también, no pena sino lucidez, como quien mira la vida con una sensación contradictoria de amor–odio. Para hundir la cara en esta almohada de poesía.

Por C. de la Rosa

El legado del historiador británico John Julius Norwich, fallecido en 2018, se magnifica con cada aportación que Ático de los Libros hace de sus obras, editándolas en muchos casos por primera vez en castellano, con una presencia apabullante. Este es el caso de la monumental 'Bizancio. Los primeros siglos', primer volumen de una trilogía destinada a contar la historia del Imperio Romano de Oriente. En este caso, el texto abarca desde la caída del Imperio de Occidente en 476 hasta la coronación de Carlomagno, su único rival europeo de solvencia. Estamos ante un relato pormenorizado de un periodo fascinante.