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Capítulo 20

A pesar del sol

IDEAL recupera una tradición periodística y publica una novela por entregas con un estreno de capítulo cada día del mes de agosto

Martes, 19 de agosto 2025, 23:05

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Los hospitales eran un lugar engañoso de noche. Los pasillos parecían alargarse con las luces blancas de los tubos fluorescentes, como si te adentrases en ... un túnel. Mario tenía la sensación a veces de encontrarse en una prisión. Los pacientes no podían irse hasta que les dieran el alta. También se asemejaba a un internado, como en el que estuvo de pequeño. Benditos curas. Se trataba de curar una parte de ti, del cuerpo, de la mente, del alma. ¿Cuántas personas morían en las camas que él preparaba? De cuántos pacientes se había despedido con un «hasta mañana» para no volver a verlos nunca más. Mario deseaba que fuese un turno tranquilo, pero las quejas que salían de algunas habitaciones le hacían temer lo peor. No sabía a quién quería engañar. Él nunca sería un buen enfermero. Le repugnaba tener que limpiar a los pacientes, ponerles vías en los brazos, cambiar los sueros. Tampoco soportaba sus preguntas, las reclamaciones de las familias, nada que él pudiera arreglar. Sobre todo, le repugnaba la vejez misma, que era la conciencia de su propia muerte, a la que él iba acercándose sin poder remediarlo, aunque ahora sólo tuviera veintiocho años. Pero, por Dios, también había que saber quitarse de en medio, antes de convertirse en un engorro para sí mismo y para los demás. Detestaba ese perfil de paciente entrado en años, quejica, que trataba de llamar la atención por cualquier medio. Que si agua, que si la almohada, que si me duele, aunque se hubiera chupado ya cinco gramos de paracetamol por vía venosa.

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