Los libros recomendados esta semana por los críticos de IDEAL

Por Francisco Morales Lomas

Martínez Rosado es profesor de literatura. En 2017 publicó la novela Vahana. Savamala es el primer libro de relatos. Un conjunto de relatos que parten de una vivienda, un edificio, de aquellos a los que dio vida Milorad Pavic en su obra Siete pecados capitales. Un escritor serbio al que toma como guía para entrar en su propio mundo. Se trata de un conjunto de relatos que permiten el asombro ante situaciones que pueden parecer inadvertidas o imprevisibles donde el lenguaje posee un valor de gran alcance, una escritura que nos permite entrar en la esencia del ser humano y en los espacios como guías para crear mundos de gran interés.

Por C. de la Rosa

El trabajo cuidado en la recuperación de títulos clásicos que lleva adelante el sello barcelonés Alma tiene en esta edición del clásico de Maurice Leblanc otra más de sus muestras. 'Las ocho campanadas del reloj' fue originalmente uno de los títulos que más éxito tuvo de la serie que Maurice Leblanc dedicó a su personaje Arséne Lupin, el caballero ladrón. En este caso, tiene que cruzar la línea, algo muy habitual en él por otra parte, para, convertido en uno de sus alias más sofisticados, el príncipe Rénine, resolver, a la manera de Ulises en 'La odisea', una serie de acertijos con premio al final. Yen medio, una relación epistolar deliciosa que encantará a los seguidores de Lupin.

Por Manuel Gahete

Este volumen, 'Como en un espejo. Antología de poesía espiritual', se mueve en diferentes ámbitos de discurso al ser diversas las experiencias de los poetas y muy distinta también la concepción de la poesía. Su germen radica en las palabras de María Luz Escuín, de las que participa Mercedes Castro, al observar el resurgimiento de la poesía espiritual, avalado por la publicación de antologías semejantes en editoriales como Adonais y Renacimiento.

Serán estas dos poetas, venidas de Granada y León, quienes persigan su rastro en la ciudad de Córdoba: Francisco Carrasco nos conduce a la trascendencia a través de la contemplación de lo creado. Carlos Clementson integra en sus poemas teología e historia, lo universal y lo local, humanismo y literatura. Juana Castro nos acerca al dolor, a la soledad y, en temblor aterido, a la esperanza. Soledad Zurera nos enfrenta al litigio entre la infinitud y lo efímero, la claridad del espíritu y la oscuridad de la materia. Alfredo Jurado reclama el amor universal, la travesía vital que nos hermana en la conquista de la redención.

María Luz Escuín explora las formas misteriosas de la plenitud desde el abismo de lo irracional. Mercedes Castro nos adentra en la desazón del ser humano abriendo cauces donde confluyan todos «los que te buscamos ciegamente». Manuel Sanchiz se interroga sobre la aporía de las verdades absolutas que nos arrastra a la incertidumbre. Manuel Gahete se debate entre el alegato y la súplica, el clamor y el silencio. Antonio Varo Baena suscita la paradoja de lo afable y lo ingrato en la inefable existencia de Dios.

Rafaela Hames acude al poder de la voz cósmica y la armonía de la naturaleza con pasmosa lucidez. Pilar Sanabria devana su depurado pensamiento en un cruce álgido de exaltación y angustia. Araceli Sánchez Franco se repliega en la hondura de su corazón en un desesperado lance que ansía el abrazo entre todos los hombres. María José Mures se refugia en la memoria de la niebla donde a veces se halla un atisbo de luz. Jorge Rafael Colmenero planea sobre las formas del vacío a fin de prender todos los espejismos del misterio.

Daniel Cotta nos toca las fibras más sensibles con su especial manera de entender la vida y la poesía. José Daniel García completa esta búsqueda literaria del deseo o encuentro con la fe que nos funde y nos disgrega, llevándonos a reflexionar sobre otra soledad aún más aguda e impenetrable, la soledad de Dios que sigue necesitando a quien lo escuche en este tiempo de incomunicación donde el ruido no nos permite escuchar cuando responde.

Por José R. Valles Calatrava

Palenzuela, almeriense nacido en 1987, también músico, dibujante y profesor, no es un escritor novel. Preludio, muerte y fuga es ya su cuarta obra literaria. La precedieron un libro de relatos en 2011, Aria con perversiones, y tres novelas de 2013, 2015 y 2017, El cortijo, El profesor e Hypokeimenon.

Este es, en síntesis, un relato de introspección y música, de recuerdo y amor. Formalmente, sus 214 páginas se distribuyen en diecinueve capítulos, y discursivizan una doble historia laboral y sentimental, de música y amor, con un personaje central, Fer, compositor y guitarrista, y un doblete femenino, Luna y Rosa, que son también dobles parejas en el pasado y presente del protagonista.

Pero no es el trío amoroso ni la actividad musical, que tan bien conoce el creador de la historia, lo más sobresaliente de esta novela: el sentimiento amoroso no solo está perfectamente tratado sino que responde a patrones universales extrapolables a todos nosotros; el ambiente y fondo de la actividad musical está muy bien descrito. Los escenarios y actuaciones musicales son el eje narrativo del presente y del trabajo, mientras un antiguo piso y una mudanza promueven el recuerdo amoroso, en un anclaje a la literatura como ars menmonica que conduce a mi juicio a los mejores pasajes de la novela, no solo representativa sino estilísticamente hablando. La novela combina acertadamente unos diálogos atractivos y dinámicos y una psiconarración que inspecciona la conciencia del personaje central de la historia, Fer, y que viene posibilitada por la presencia de un narrador heterodiegético con perspectiva omnisciente. Y es que el lenguaje rápido y con ciertas velocidades en los diálogos, más reposado y valorativo en las introspecciones, con un amplio léxico pero sin filigranas (salvo en el registro técnico del campo musical), demuestra un dominio de la prosa narrativa en el discurso y de la intriga sentimental en la historia que ya respaldan y acreditan las anteriores escrituras narrativas del autor. Un libro clásico de la narratología española, Estructuras de la novela actual de Mariano Baquero Goyanes, establecía diversos acertados símiles entre las arquitecturas de distintas novelas y la música. Lo he recordado mientras leía con fruición primero y revisitaba detenida y reflexivamente después esta obra, con canción final incluida (La chica que regala flores). Y también me ha venido a la memoria por la faceta laboral principal de su creador.

Pero, aparte y en lo que procede, Arturo Palenzuela es también un novelista que ya es una realidad en el mundo de la nueva literatura española y que tendrá un mayor éxito y reconocimiento con esta estupenda novela.