Estos son los libros recomendados esta semana por los críticos literarios

Y eso es lo que ni más ni menos nos muestra Friebe en su último -hasta ahora- poemario: no hay nada que enseñar a una mujer casada, ella ya lo sabe todo. Sabe que sus hermanas pasadas fueron a duras penas soportadas, bienamadas en la hoguera, abrazadas por el garrote vil o en estos tiempos de dureza adamantina, sepultada en el dolor pétreo del abandono paterno. Friebe exhibe que hablar en plata no está reñido con la delicadeza, siempre lo ha hecho: en sus anteriores libros la incisión provocada por las espinas del recuerdo no le impedía acariciar con lágrimas las corolas de las rosas. En su pleno apogeo lírico, demuestra que es uno de los mejores y más capaces poetas de su generación.

La retórica y la métrica, esas dos disciplinas que debieran ser el padrenuestro de cada poeta, no tienen misterios para Friebe. EL poeta demuestra dominar técnicas y figuras y la elegancia con las que las manipula hace que no las contemplemos a viva piel: solo nos dejamos llevar por la musicalidad de los versos y el mensaje tan extremado que nos sugieren. No es poco. Es un arrebatador libro convertido en herida que sangra cada vez que abrimos el libro.

Las mujeres que aparecen serán o no conocidas, reconocidas: pero sin duda viviremos su experiencia con una asombrosa cercanía porque toda la empatía de que es capaz quien maneja la palabra hará acto de presencia, organizando una historia en tres niveles –aunque hay más lecturas, desde el título– para que conformemos un exquisito puzzle poético que nos dolerá, nos emocionará y embriagará.

Una crítica demoledora al no saber, al vilipendio gratuito, a la exposición de los medios que pervierten opiniones y convierten en verdad las mismas. Un elogio a la virtud, a la soledad, a la comprensión hacia quienes son diferentes y un sinfín de hallazgos poéticos que avanzan lo que vendrá: un estallido hermoso de la oscuridad que Friebe maneja convirtiéndola en pura luz que ciega por las epifanías de belleza que es capaz de recolectar para quienes lo lean.

Qué privilegio tenerle escribiendo estas terribles maravillas.

Por Rafael Ruiz Pleguezuelos

No abundan las recreaciones del universo vampírico en su modo más clásico de la calidad de este Los archivos de Van Helsing, que firma Xavier B. Fernández (Barcelona, 1960) y que no en vano le valió ser finalista en el premio Fernando Lara en su edición de 2017. Lo que el autor propone a lo largo de la novela es un buceo rico y bien trazado por la literatura de terror clásica, caballeresca y noble, que mantiene un pacto con el lector consistente en entretener con elegancia, sin detenerse en los aspectos más morbosos o crueles. Más ideas y menos gore, podría decirse de manera escueta.

Tomando como partida un texto serio y bien planteado, esta editorial malagueña llamada Ediciones El Transbordador ha mimado cada detalle de la edición, hasta regalar a la obra una apariencia ilusionante, una fiesta en papel para el lector del género, que incluye un derroche de motivos gráficos, ilustraciones, juegos con el tipo de letra y un sinfín de pequeños detalles que hacen del libro un objeto, en sí, bello, que hará las delicias de los aficionados al vampírico más clásico.

La sinopsis ya nos sitúa en ese territorio oscuro tan querido por los lectores: el padre Abraham Van Helsing, anciano jesuita que sobrevivió a los campos de exterminio nazis, rescata el fondo documental de su abuelo, un teólogo de fama. Con ellos construye el recorrido ancestral de su familia, empujada hacia la fatalidad en la lucha incesante con una persona que para esquivar la muerte se convirtió en un demonio. Xavier B. Fernández sabe cubrir el libro de una pátina histórica convincente y bien poblada. No en vano, por sus páginas circula una pequeña multitud de personajes de la Historia: desde Arthur Conan Doyle a Heinrich Himmler, del papa Juan Pablo II a Nicolae Ceaucescu, de la Reina Victoria de Inglaterra a Oscar Wilde. La narración se compone a partir de una acumulación de documentos (diarios, textos encontrados, informes policiales, noticias…). En el texto volvemos a la historia seminal del Drácula de Bram Stoker, incorporando muchas de las variantes que sus epígonos y continuadores han dejado. Xavier B. Fernández insiste mucho en sus páginas en la igualación de Drácula al diablo, al mal infinito.

Lo más señalado del libro es que, dada la magnitud de lo emprendido (atravesar un camino mil veces andado por decenas de autores, pero además con un enfoque casi sinfónico, de 500 ambiciosas páginas), lo más previsible era que hubiera salido mal. pero Xavier B. Fernández gana el pulso a la obra, colocando en el universo del terror una pieza que merece la pena conocer. Si lo tuyo es el terror gótico clásico, desde este momento tienes una cita ineludible en tu librería.

Por Antonio García Velasco

Lola Erítrea es un pseudónimo. No revelaré la identidad de la autora. Solo resaltaré que es historiadora, profesora de Historia y, en consecuencia, no extraña que haya desarrollado el tema de la caída de Constantinopla en 1453, acontecimiento que marcó el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. La novela que nos ocupa recrea los últimos días del cerco al que los turcos sometieron Constantinopla, contados por una mujer, María, hija ilegítima de Teodoro II Palcólogo, déspota de Morea, sobrina y, después, esposa de Constantino, el emperador que sufrió la pérdida de la ciudad y, consecuentemente, del Imperio bizantino. Cuando veas ... contiene los ingredientes propios de la novela histórica vigente: los hechos ocurridos in situ y la investigación actual sobre aquellos hechos o personas. En efecto, la doctora Beatrice Capuani dirige la tesis de Claudio Parolo sobre los griegos exiliados en Venecia tras la caída de Constantinopla. Sus descubrimientos añaden un ingrediente más al desarrollo de la historia novelada. Se alternan, pues, los hechos contados por María en el siglo XV con los hallazgos e interpretaciones desde la perspectiva actual.

Por Jo

sé María García Linares

«Quiero escribir un poema banal / un poema que hable de lo absurdo / que es escribir poemas / en un mundo donde nadie necesita leerlos». Así comienza el libro de Juan Romero Vinueza, editado por Liliputienses, todo un ejercicio de demolición de tópicos y altares floridos de la poesía. De mirada burletera y andares irónicos, el yo poético se deshace de máscaras para poder reírse sin complejos del mundo y de su propio fracaso. Es una carcajada, no exenta de tristeza, que ridiculiza desde el propio texto la retórica y levanta sin pudor las faldas de la lírica. Una propuesta originalísima que dinamita polémicas y pone a cada uno en su sitio.

Por C. de la Rosa

Los pastiches son un género que, contrariamente a lo que pueda parecer a primera vista dada su repelente denominación, ha dado a los lectores páginas memorables. En fecha reciente se publicaron varios centenares de aventuras apócrifas de Sherlock Holmes, escritas a principios del siglo XX y toleradas por el propio Conan Doyle. En el caso que nos ocupa, el pastiche, la novela apócrifa, alcanza el mérito de actualizar el personaje de Hércules Poirot siendo fiel a las líneas maestras dibujadas por Agatha Christie. 'Los asesinatos de Kingfisher Hill' esconde en sus páginas una trama clásica, urdida por la heredera del personaje, Sophie Hannah, que hace sonreír y divierte.