Los letraheridos de Roma cuentan sus historias en el Centro Lorca
'La novela no escrita' muestra los trabajos de ocho residentes de la Academia de España en la Ciudad Eterna, que celebra su 150 aniversario
Dijo ayer con humor el comisario de la exposición 'La novela no escrita', Carlos Pardo, que en la Academia de España en Roma, los artistas ... plásticos tienen las estancias más grandes, mientras que los literatos tienen poco más que una mesa y una silla para escribir. Y que esa circunstancia les hacía poco menos que entrar en trance creativo, dando lo mejor de sí mismos. Lo que la muestra inaugurada ayer en el Centro Lorca demuestra es que la creatividad, cuando tiene un norte que va más allá de lo evidente, puede convertirse en una gran catalizadora de emociones. En 'La novela no escrita', proyecto que incluye, además de la exposición, un encuentro literario al que acudió la granadina Cristina Morales y que tuvo lugar en la tarde de ayer, se encuentran dos mundos relacionados por el célebre adagio «ut pictura poesis» («como la pintura, así es la poesía»), que se han encontrado, sobre todo en los últimos tiempos, junto al templete de San Pietro in Montorio, ese tesoro de Bramante escondido en la sede de la Academia, que en 2023 está celebrando su 150 aniversario.
Así pues, letraheridos están los artistas tanto como los escritores. Es la escritura quien hace sonar ese 'Roma es un acordeón que no se acaba', de Mercedes Cebrián, convertido en pequeño cuaderno de viaje para una urbe magna. Es igualmente la letra escrita en esa carta tirada en el suelo en 'Un día cualquiera. John Cheever', de Miki Leal, la que hace al visitante acercarse, quizá para compartir las razones que motivan el descuido de una camisa –de cuello mao, muy romana– tirada en el suelo junto a unos mocasines marrones, quizá de Ferragamo, igualmente característicos. Y qué decir de 'Dichterisch', la instalación de Rogelio López Cuenca, esa proclama de Hölderlin que completa se traduce «Poéticamente habita el mundo el hombre», y que tanto recuerda las pintadas subversivas que poblaban las calles en los filmes neorrealistas.
Porqués
Es esta una exposición donde cada letra tiene un porqué. Las de las cartas compiladas por Pedro G. Romero en 'Archivo F.X.: Las correspondencias', y que el visitante toca, abre y cierra, de nuevo curioso ante el correo ajeno. Como también lo está ante la prometedora e incitante blancura de 'El árbol de muñones que no canta', de Shirin Salehi, o ante ese cierre de un ciclo –nacimiento y muerte– que presenta 'Piedra de Santiago de Chuco y gusano del Hospital de la Charité de París', dos recuerdos corpóreos del infierno y el cielo de César Vallejo, convivientes en definitiva en todos los literatos que en el mundo han sido. Las grandes preguntas quedan igualmente en el aire en esa escenografía a caballo entre Dalí y Lorca que se muestra en 'Guardacantón I y II', de Fuentesal Arenillas, mientras que Mabi Revuelta pone negro sobre blanco de pantalla en 'El influjo de la noche', quizá alguna de las de Cabiria, con la sombra alargada de la decepción pintada en el rostro de Giulietta Masina.
Tal y como destaca el programa de la exposición, los 35 años que lleva la literatura presente entre las paredes de la Academia han sido muy intensos, y quizá la convivencia con las artes plásticas abra una nueva perspectiva a los escritores que, como Juan Gómez Bárcena, Martín López Vega, la propia Mabi Revuelta, la granadina Cristina Morales, Andrea Valdés y Anatxu Zabalbeascoa, participantes todos ellos en el encuentro literario vespertino, pasaron y pasearon por esta institución que, como también recordó su directora, Ángeles Albert, se ha convertido en punta de lanza del prestigio cultural español en Europa.
En este sentido, Albert destacó igualmente la suma de voluntades –Gobierno, Junta, Ayuntamiento de Granada– que hacen posible el progreso de la cultura, al margen de las procedencias y los intereses políticos. «Granada es hoy el corazón de Europa», aseveró, «pero también es una ciudad con el corazón puesto en el arte. Y el trabajo que se realiza hoy aquí, en el Centro Lorca, es el germen de las Alhambras del futuro».
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