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Leiva ejerce de gigante en Granada
El músico madrileño llena la Plaza de Toros un jueves, en su reencuentro con la ciudad y en un concierto repleto de confesiones
Eduardo Tébar
Viernes, 3 de octubre 2025, 00:33
Un lleno de verdad. En una Plaza de Toros que parecía un ejército de brazos alzados, con una multitud de figuras volubles en las alturas. ... Y bajo una luna creciente que observaba con complicidad. Vaya, una velada triunfal, con el valor añadido de hacerlo un jueves. El (por ahora) benigno otoño granadino permitió disfrutar de Leiva como si de una agradable noche de verano se tratase. En un gran espacio al aire libre. Además, favoreciendo la transversalidad: el público (con ligera mayoría femenina) abría perfiles entre los veintitantos y la cincuentena. Hubo quien incluso venía desde Huelva.
Se ve que, a pesar de los pujantes sonidos urbanos, aún existe prosperidad para los medios tiempos roqueros del madrileño. Una fórmula ganadora cuando se empasta con su agudo canalla y su capacidad melódica. José Miguel Conejo Torres salió al escenario pasadas las nueve, acompañado por una banda trajeada de blanco, radiando elegancia calabresa. Entre sus compinches, su hermano Juancho, su inseparable César Pop a los teclados o Tuli al saxo.
El del barrio de Alameda de Osuna llegaba a Granada en mitad de la gira de 'Gigante', que es es título del álbum que ha publicado este año y de la tercera canción que tocó, después de arrancar con fuerza con 'Bajo presión' y 'La lluvia en los zapatos'. La nueva remesa tuvo un papel preponderante (no en vano, la mitad del material lo grabó en Texas), si bien mostró apego por sus éxitos de prepandemia ('Lobos', 'Superpoderes', 'No te preocupes por mí). Los títulos más recientes ('El polvo de los días raros', 'Ángulo muerte', 'Cortar por la línea de puntos'…) dejaron entrever el tono confesional del músico, ya en el ecuador de los cuarenta.
Del Planta a Ruido Rosa
Bueno, sinceridad no le faltó. Leiva comentó lo que le emociona que alguien haga el esfuerzo por comprar una entrada para un concierto suyo. Rememoró vivencias en esta ciudad, cuando en sus inicios tocaba con su excompañero Rubén Pozo en Planta Baja, «y luego bebiendo en el Ruido Rosa». Se acordó del maestro José Ignacio Lapido: «Un capo». Y evocó una anécdota íntima: «Perdí la virginidad en las Cruces de mayo, en una pensión aquí».
Todo ello entre momentos de frenesí como el influjo de Calamaro de 'Terriblemente cruel' (con la ayuda de contar con José 'Niño' Bruno en la batería), 'Sincericidio' o 'La llamada'. Para romper la rutina y combatir el piloto automático, instó a la banda a interpretar 'Shock y adrenalina' sin estar apenas ensayada, sobre el 'riff' del 'Sweet Jane' de Lou Reed. También demostró personalidad cuando pidió escuchar 'Vis a vis', casi entera solo con guitarra acústica, con el teléfono dentro del bolsillo y en silencio.
Al final, ante el vaivén del crujir marca Stones, el regalo previsible de los himnos generacionales de Pereza, donde igualmente insertó deudas musicales: el 'Hey Jude' de los Beatles en 'Como lo tienes tú', y el 'Smoke on the water' de Deep Purple en 'Princesas'. Un baño de aprobación que, en parte, se explica en el hecho de que santones consagrados como Sabina, que hace solo unos días ocupó este mismo escenario, hayan requerido de los servicios de Leiva en los últimos años. Casi dos horas después, Granada fue la que se quitó ese sombrero que él ha incorporado como parte indisociable de su silueta.
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