El legado de Juan de Loxa ve la luz en el Palacio del Almirante
IDEAL visita la exposición dedicada al agitador cultural con Elodia Campra, su compañera en el exitoso programa de radio 'Poesía 70'
El Palacio del Almirante es el marco donde hasta el próximo día 23 de junio se puede visitar (de lunes a viernes, de 11.00 ... a 14.00 y de 17.30 a 20.30 horas) la exposición 'Juan de Loxa (1944-2017). Jondo y Beat', un recorrido por una parte del legado de Juan de Loxa, que está siendo catalogado por la Universidad de Granada, y de cuyo destino final, como afirma la compañera de excepción en la visita que realizó IDEAL la exposición, la locutora Elodia Campra, todavía quedan algunos aspectos por aclarar. Al margen de estas cuestiones, lo cierto es que la muestra constituye una excelente piedra de toque para acercarse a la figura y repercusión en la historia de Granada de aquel chico que un día llegó a Granada desde su Loja natal para estudiar con el nombre de Juan García Pérez y que acabó mutando –entre versos, música y arte– hasta convertirse en Juan de Loxa, el mayor agitador cultural de la historia reciente de nuestra provincia.
Quien recibe al visitante de la muestra son parte de sus 'herederos' –maniquíes de su colección, procedentes de tiendas y grandes almacenes–, y sólo son parte porque algunos de ellos están «en el hospital», en proceso de restauración. Más allá de este recibidor donde también se reparten aquellas hojas volanderas tan de su gusto, llenas por supuesto de versos, comienza un recorrido por la historia de este personaje singular, que trabó contacto con buena parte de la intelectualidad española durante medio siglo, y que de todos –o casi todos– fue confidente y amigo, más allá de las lógicas diferencias de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Su relación con la religión es, precisamente, un aspecto muy interesante de su trayectoria, que le influyó decisivamente en lo artístico. «Juan respetaba muchísimo a los y las religiosas». recuerda Elodia Campra. «Respetaba su labor, su capacidad de escucha. Y trató de reflejar su alma íntima, porque, más allá de su dedicación, son personas». Con lo que nunca transigió fue con la violencia y la imposición. Por ello llevó tan mal las cortapisas de la censura, a la que, por otra parte, burló cuanto pudo.
Cómic, collage e ideas
Cuando se visita una exposición como esta, es fácil entrar en el reportaje sobrevenido. En el día de ayer, fue la coincidencia con Juan Bedmar, otro histórico agitador cultural, quien proporcionó nuevos argumentos que engrandecen la figura de Loxa. «Tengo aquí dedicatorias e incluso el programa de un homenaje que se le tributó en Jumilla, por parte del Festival Nacional de Cante Flamenco», dice, mostrando orgulloso un folleto dedicado por su amigo. Como Bedmar, muchos son los deudos de Loxa. Algunos olvidaron sus desvelos y negaron, como Pedro, la ayuda que les prestó. Pero muchos otros testimonian a través de los documentos de la exposición una relación que va más allá de lo estrictamente profesional.
Elodia Campra repasa con mimo desde las primeras pruebas del cómic 'Las aventuras de los', hasta los provocativos –tanco como provocadores– carteles de algunas iniciativas. «Mucha gente desconoce que espectáculos como '¡Ay!', creado en compañía de Mario Maya, a quien quiso y con quien discutió también muchísimo, se estrenaron en La Fenice de Venecia o en el Madison Square Garden de Nueva York», afirma la locutora. Pero ahí están los testimonios de aquella hazaña, una más de tantas.
Quizá la mayor fue conseguir el Premio Ondas, que la propia Campra y Loxa compartieron. «Lo de que un programa de provincias, como era 'Poesía 70', lograra un galardón como aquel, fue totalmente inaudito, y aún hoy lo es», afirma. «Las cintas iban de emisora en emisora, superando el marco original para el que fueron creadas». Y lo mejor es que el visitante puede ser partícipe de las razones que llevaron a ambos a conseguir aquel premio, merced a la posibilidad de escuchar fragmentos del programa con auriculares.
En las paredes cuelgan testimonios de gratitud de Rafael Alberti, Manuel Ángeles Ortiz o Ana María Dalí. En las calles estará, esperemos que para siempre, el agradecimiento de quienes fuimos sus amigos.
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