Kenny Garrett: Un feliz viejoven a todo trapo
Los amantes del Jazz agotaron las entradas del teatro Isabel para someterse a una poderosa 'descarga' de un enérgico viejoven de 62 años
Juan Jesús García
Sábado, 12 de noviembre 2022, 13:46
En 1988 el programa del Festival de Jazz ofreció el que por ahora ha sido su mejor programa: Paquito de Rivera con Tete Montoliu, Óscar ... Peterson, Chick Corea Electrik Band y Miles Davis Group. Con éste último llegó un jovencísimo Kenny Garrett por primera vez a Granada. Este fin de semana ha sido la última. El dios negro del Jazz dijo de él en sus memorias que «mientras todos los jóvenes lo único que hacen es repetir lo ya hecho, Kenny es capaz de desarrollar un discurso propio». Y así sigue.
El pasado verano fue honrado con la medalla de la ciudad de Almuñécar, y descubrió la baldosa con su firma en el 'Bulevar del Jazz'. Su presencia nuevamente en Granada ha sido discutida en las redes, donde opinar sale barato. Pero a lo peor si no estuviera también en Almería o Málaga no hubiera podido actuar aquí. La pregunta es, una vez más, por qué otras ciudades a la sombra de la cultura en Granada durante décadas, también nos han adelantado en música, donde somos (¿o hemos sido?) una potencia estatal. Y el del Jazz no es el único caso: que festivales étnicos como las pioneras Capitulaciones, o de autores como los Inviernos Musicales, o de Swing, El Espárrago, el Parapanda, el… Nacieron aquí y sus 'imitaciones' han ido a mucho más (sobre todo económico) en otras latitudes. Acaso tengamos que 'hacernos mirar' el por qué insistimos repetidamente en cortamos las alas a nosotros mismos.
Saliendo de las disquisiciones de la página de opinión y no de la de cultura, sigo: Garrett es infalible. Una y las veces que haga falta. Los amantes del Jazz sin aditivos ni nueva cocina lo saben, y agotaron las entradas del teatro Isabel para someterse a una poderosa 'descarga' de un enérgico viejoven de 62 años; sigue siendo un comodín que queda bien donde lo pongas, y es una garantía de alto rendimiento y un gran concierto. Su sombra es alargada y siempre deja exhaustos a los aficionados, aunque repitieran de Jazz en la Costa.
Afectado de una extremada urgencia expositiva y una torrencial locuacidad 'saxual', con un ataque duro caracterizado por su forma de tocar el staccato y una firmeza absoluta, puede pasar sin solución de continuidad de un estremecedor lirismo a la ardiente lava sonora, o encallarse en un riff redundante, acompasado con el movimiento corporal repetitivo que le caracteriza. Su música, en este caso la de sus 'ancestros', la que decía escuchar en su infancia, se entrelazó con los ritmos urbanos en un discurso versátil, libre y gozoso. A pesar de ser bien conocido el personaje, no perdió capacidad de sorpresa, y así salió a todo trapo con 'What was taht', una aparición ya apabullante por más que se esté avisado por la similitud del programa con el veraniego, pero su presión, de frente, te pone firme contra la pared. A su lado una banda de gigantes, subrayando la eficacia y velocidad, un auténtico huracán cuando demarró en solitario, del baterista Ronald Bruner, y la riqueza de detalle (y voz de fondo) del percusionista que también estuvo con Miles (como con Amy Winehouse y Michael Jackson) Rudy Bird.
Para 'When the Days Were Different' utilizó el teclado, armando una pieza que bien pudo haber sido de Weather Report (¡otros hijos de Miles!) por su contagioso colorido melódico. Y cuando amagó con el riff de 'Happy people', ya sabíamos que se acercaba un final, largo, rapeado, saltarín, vibrante, callejero, palmeado y feliz como su propio nombre. Por siempre Garrett.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión