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José Antonio Muñoz
Granada
Martes, 8 de diciembre 2020, 00:00
Un 18 de octubre, hace 25 años, Juan de Dios Salas se hizo cargo por primera vez como director de un ciclo del Cine Club Universitario. Entonces, las proyecciones tenían lugar en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias y había que pagar una entrada casi simbólica. El Cine Club Universitario, entonces perteneciente al Secretariado de Extensión Universitaria de la UGR y hoy integrado en La Madraza, Centro de Cultura Contemporánea, tenía un público fiel, integrado básicamente por amantes del cine con mayúsculas, muchos de ellos aspirantes a críticos, o críticos aficionados. Dicen que todos los espectadores llevamos dentro un crítico de cine, como todos los futboleros un seleccionador. Probablemente, el mérito de Salas en la 'silla eléctrica' de la dirección del Cine Club haya sido, precisamente, espolear el sentido crítico de esos 140.000 espectadores que han pasado por las sesiones de esta institución, transformada tiempo ha en la gran referencia –con permiso del Madrigal, Cine Club El Sur y la Cinemateca Arte7– para quienes quieren, de verdad, aprender sobre cine.
Este menudo sabio nacido en Martos y que estudió Historia del Arte en la UGR tenia muy claro su 'programa' cuando llegó: «Siempre hacer ciclos coherentes, con las fechas ordenadas. Y siempre con la premisa de que el cine manda. Lo que me interesa es que el público vea cuantas más películas mejor, y cuanto más variadas, mejor aún, y en las mejores condiciones posibles. La versión original es otra de mis máximas». En definitiva, el Cine Club Universitario giró hacia una propuesta más próxima a la filmoteca: «El cine no es una excusa para debatir un tema, por más que me parezca respetable la fórmula del cine fórum. Tiene un valor como arte, más allá del mensaje que intenta transmitir».
Así pues, desde el minuto uno del metraje, la película que Juan de Dios Salas ha filmado en estos 25 años tiene por objeto formar a espectadores en el lenguaje cinematográfico. «Hemos intentado que el público conozca los distintos lenguajes, las distintas formas de abordar los temas, el resultado desde el punto de vista estético. «En muchas ocasiones, he tenido intercambios de pareceres con algunos compañeros que utilizan el cine en sus clases a propósito de si tal o cual película es buena o mala. Por la forma de tratar un tema, según su conveniencia, puede ser buena o mala, pero desde el punto de vista cinematográfico, puede ser justo lo contrario», comenta Salas.
De este modo, el desarrollo de su labor en el Cine Club tomó pronto un rumbo muy concreto: «Filmes agrupados por directores, géneros, por país de procedencia, con ordenación histórica... Hacer que el público comprenda, en definitiva, que una película no surge porque sí, sino que es el resultado de un entorno, de una trayectoria... A veces, espectadores y críticos toman por novedoso algo que ya se había hecho en el cine mudo, y no saben, por ejemplo, que determinada película es un 'remake' de un clásico norteamericano de los años 30, o francés, o italiano, o checo».
Los primeros ciclos que Salas dirigió fueron uno sobre la 'Nouvelle Vague' y otro sobre Cine y Ecología. Desde el principio, este sabio del cine tomó como referencia la labor de filmotecas tan reconocidas como la británica, la francesa y los ciclos de cine que hacía el Museo MET de Nueva York. «Me daban sana envidia esos desplegables, por ejemplo, de la Filmoteca Española, donde ofrecían ciclos de joyas perdidas en base a sus ingentes colecciones», comenta el director.
En buena medida, Salas ha conseguido su propósito. «En estos 25 años se han puesto ciclos que algunos podrían ubicar lejos de un cine club, como el de John Ford, el de Steven Spielberg o el de Hayao Miyazaki, uno de los de más éxito en nuestra historia, con llenos y 150 personas esperando en la calle. «Lo que me gusta es el cine, no entro en disquisiciones sobre si una película es más o menor comercial, o si quien la dirige sigue el Dogma o no», dice, y añade: «Durante determinadas épocas, ha habido directores que han estado muy de moda. Por ejemplo, Peter Greenaway, Lars von Trier... Profesionales que en algunos casos ejercen más como estetas que como directores de cine. Y ha habido quien se abrazó a un credo y dijo qué es lo que era cine y lo que no. Siempre he huido de modas y tendencias. Todo lo que se ha proyectado en el Cine Club tenía su porqué. Incluso he puesto películas que no me gustaban o no me parecían especialmente valiosas, pero creo que la labor del programador no es imponer tu gusto, sino ofrecer opciones al espectador».
La máquina de 35 mm. en la que se proyectaba en los primeros años, marcaba no solo la nómina de las películas a exhibir, sino que era fuente constante de anécdotas. «Si querías hacer, por ejemplo, un ciclo sobre Robert Siodmak, te era muy difícil, porque apenas había títulos en 35, las copias eran muy escasas, era difícil encontrarlas en versión original, y estaban, en muchas ocasiones, en un estado pésimo». En este contexto, recuerda haber recibido una copia de 'El submarino amarillo' a la que le faltaban los últimos minutos, o que cuando se proyectó 'La vida de Brian', la copia se salió del eje y se expandió por la cabina. «Intentamos recogerla pero fue tarea imposible, tuvimos que aplazar la proyección a otro día». Nunca ha habido silbidos, pero sí deserciones de sala: «Hay quien le da diez minutos a una película, y si no le gusta el arranque, se va». También ha habido reacciones distintas a la misma película en función del tiempo. «Cuando proyectamos por primera vez 'El último tango en París' no cabía un alma. La segunda vez, muchos años después, fue una proyección más», recuerda Salas. Y finales que siempre han arrancado aplausos, como el de 'Con faldas y a lo loco', de Billy Wilder, con esa icónica frase final –«Nadie es perfecto»–.
El Cine Club Universitario y su director, que también lo fue del desaparecido festival Granada Paradiso –una experiencia que recuerda con cariño y con cierta pena por su final–, navegan hacia otros 25 años, al menos, de relación. «Todavía me queda mucho por poner», dice. Lo que venga, será un suma y sigue para aquel niño que empezó a ver cine con su tía Ángeles, en aquellas sesiones programadas por 'la primera cadena'. En un tiempo en que la oferta es tan brutal, contar en Granada con personas como Juan de Dios Salas es una garantía.
A pesar de la pandemia, el Cine Club ha seguido trabajando. Salas se convirtió en un 'buceador' de YouTube, donde encontró joyas que se podían disfrutar gratuitamente, tanto en el género de ficción como en el documental. Paralelamente, a través de Internet se han difundido cuadernillos explicatorios –otra de las señas de identidad de su trabajo– que han ayudado a comprender y valorar los filmes. Tras unas semanas de proyecciones con aforo limitado en la Sala Magna del Espacio Quinto Centenario, el ciclo de Fellini, que va a ser el último del año, ha vuelto a celebrarse en formato virtual. El futuro se abre a ciclos sobre, por ejemplo, películas de corta duración –menos de 90 minutos– pero que tienen mucho que contar.
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