José Subirá apoya a Valladar en la recuperación del folklore andaluz: «Folklore musical: Reglas para su cultivo»
Concurso de Cante Jondo ·
El 15 de abril de 1922, Valladar publica la primera parte del estudio sobre cómo investigar el folklore (referido a «La Música manchega»), que le envía José Subirá, felicitándolo «por nuestra campaña en pro de la música popular española» y del que espera su «colaboración importantísima». Subirá (1882-1980), como Salazar, fue prestigioso musicólogo, autor de una extensa obra y de una fundamental «Historia de la Música Española e Hispanoamericana» publicada en Barcelona por la Editorial Salvat en 1953Antonio Martín Moreno
Domingo, 17 de abril 2022, 00:32
«He aquí las reglas de carácter general que necesitan tener presente los recopiladores de cantos debidos a la música del pueblo:
Las canciones populares ... conviene recogerlas íntegramente, es decir bajo el doble aspecto de la letra y de la música. Puesto que estos dos elementos constituyen un todo homogéneo e inseparable, han de presentarse unidos por el folklorista y auxiliarán al compositor que utilice su texto melódico, ya que el carácter psicológico original se expresa en el correspondiente texto literario.
En lo posible, no deberá el recopilador contentarse con oír la canción a una persona, sino a varias, y teniendo cuidado de que no estén todas ellas presentes, pues esto les impulsaría quizás a lucirse a los diversos cantadores, lo cual originaría variaciones que deben rechazarse siempre y, por otra parte, haría correr el riesgo de que, influido uno de esos intérpretes por la audición que acababa de escuchar a otro, introdujera modificaciones involuntarias como fruto del recuerdo inmediato, sobre todo cuando se trate de textos y melodías que tenga el intérprete medio olvidadas.
Ya es sabido que dos individuos cantan por lo general la misma canción con pequeñas variantes, aun haciéndolo de un modo espontáneo y sin pretensiones de lucirse. Cuando la persona que dicta la letra es distinta de la que dicta la música, difícilmente pueden acoplarse con plena exactitud las palabras a la melodía: por ello se recomienda que un mismo sujeto dicte ambos elementos inseparables.
La letra no deberá dictarse nunca recitándola, sino cantándola. Y en el caso de que se escapen al transcriptor palabras o notas mientras escribe al dictado, no conviene pedir la repetición fragmentaría del texto literario o del musical sino la repetición íntegra de la estrofa cantada. Claro que tal empresa resulta siempre algo difícil, sobre todo si se es novel en la tarea. Para facilitar la labor y obtener, por añadidura, la ventaja de ahorrar tiempo y molestias al cantador, conviene que se asocien dos recopiladores, dividiéndose el trabajo de suerte que uno recoja la letra y otro recoja la música, mientras el cantador les hace oír simultáneamente una y otra.
Todo recopilador habrá de copiar fielmente el texto literario y el musical, absteniéndose de introducir cualquier modificación, por leve que fuera, aunque con ello se figure que corregiría alguna torpeza. Sean cortos o largos algunos versos, o estén provistos de vocablos ya defectuosos, ya carentes de sentido, habrá que respetarlos, permitiéndose, a lo sumo, indicaciones marginales aclaratorias.
Y sean extraños, difíciles de entonar o de encajar dentro de la cuadratura rítmica o del compás correspondiente ciertos giros melódicos, habrá que reproducirlos tal como se los oye, colocando debajo de las notas el texto de la primera estrofa. Frecuentemente la canción consta de varias estrofas, con una única melodía común a todas ellas, y en tales casos cada una de las restantes estrofas se escribirá en papel aparte, con todas las indicaciones pertinentes, que suelen variar de canción a canción y aun de intérprete a intérprete.
Otro aspecto complementario se impone para dar a la música popular su pleno valor folklórico. Habrá de consignarse la comarca y el lugar donde se recogió: el nombre, sexo y condición social de la persona que la ha dictado; las leyendas o tradiciones que con ella se relacionan, las fechas en que se canta ordinariamente, las labores profesionales a la que sirve de acompañamiento, y por último, la clase de instrumentos con que se la subraya si es que utiliza alguno en vez de ser la canción exclusivamente vocal. Madrid 31 Marzo 1922. JOSÉ SUBIRÁ.»
«La Alhambra» 15 de Abril de 1922, pp. 13 y 14
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