José Sanclemente: «El periodismo es en nuestro tiempo una novela negra donde falta el cadáver»

–¡Qué escándalo, he descubierto que en España hay corrupción!, suena igual al ¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega! de 'Casablanca'...

– (Risas) Hay corrupción, es cierto. En esta novela, además, la corrupción y las cloacas del Estado están muy presentes. El «no nos representan» que se oía en las plazas durante el movimiento del 15–M reflejó una desconfianza real en las instituciones, banca, finanzas y en los medios de comunicación incluso. La corrupción está presente en todos los niveles, y es lo que trato de mostrar en la novela.

–Apelando a otra de sus novelas, ¿de verdad 'Nada es lo que parece? Porque lo que parecía ser es lo que ha resultado ser...

–Nada es lo que parece porque hay mucho interés en camuflar lo que está ocurriendo. Cuando se habla de manipular información y finanzas, cuanto menos se sepa, mejor. En aquel momento, se dio la circunstancia de que era necesario hacer como en 'El gatopardo':cambiar todo para que nada cambiara, como hemos visto al cabo de un tiempo. Hubo mucha ilusión, pero también mucho desencanto. El sistema lo acaba engullendo todo. Ojo, ha habido cambios positivos, pero al final lo fundamental permanece, como el bipartidismo. Si se quieren hacer cambios, es preciso que los dos grandes partidos lleguen a acuerdos, lo acabamos de ver con el Defensor del Pueblo, por ejemplo.

–¿Quién es el sistema hoy en España?

–Son los poderes y también los ciudadanos, por lo que tenemos que hacer autocrítica. Hablar de cambios es para muchos hablar de revolución, y hay que dimensionar las cosas. Si al final pervive lo básico, sin cambiar nada, no se solucionan los problemas de la ciudadanía. Por eso, creo que la ciudadanía vive en el desencanto, y ha sido así desde mayo del 68, e incluso desde más atrás. La sociedad también es responsable porque ante esta situación deja de votar, y así es difícil cambiar nada.

–Escribiendo, ¿uno es como el escorpión, que no puede esconder su esencia?

–Creo que al escribir uno pone buena parte de su propio ser en el papel, pero también hay elementos en los que no te reconoces, o reconoces a tus contrarios. Frente al periodismo, la escritura da la oportunidad de profundizar mucho más. Cuando escribes, te encuentras contigo mismo, pero también con quien se opone a lo que tú piensas, y lo incorporas, lo cual es enriquecedor.

–En este marco, ¿dónde se sitúa 'Regeneración'?

–La trama se sitúa en el 'viejo periodismo', que vive una situación de crisis, muy complicada, y en un nuevo mundo digital, que tiene su problemática. Colocar esto en la trama de una novela negra me permite, conociendo los dos mundos, no hacer un tratado sobre cómo son los medios, pero sí hacer entender al lector las entretelas del funcionamiento diario de estos. Los periodistas se encuentran siempre con los mismos inconvenientes, las mismas trabas, los escasos recursos y los entornos complicados para averiguar lo que realmente ocurre, defendiendo a los más débiles contra el poder.

–¿Quiénes son sus protagonistas Julián Ortega y Leire Castelló?

–Julián es policía y Leire Castellón periodista. Ambos han sido pareja, y están distanciados al principio de la novela. Ambos son investigadores, uno busca al asesino y otra quiere saber qué está ocurriendo en el entorno de esos crímenes. No son personajes buenistas, pero están dispuestos a llegar a la verdad, y mantienen la ilusión por el trabajo.

–¿Qué hay de bueno en esta novela?

–En 'Regeneración' late mi amor por la profesión periodística. Dibujo un paisaje negro, donde hay engaños y mentiras, corrupción, chantajes, connivencia con los poderosos, investigaciones que se tuercen... Hoy en día, el periodismo es como una novela negra donde falta el cadáver. Y espero que al final quien acabe siendo asesinada no sea la propia prensa, los profesionales y sus empresas. He tratado de dar mi visión sobre lo que he vivido en estos años, adaptándola a la literatura.

–¿Qué significa para usted volver a Granada?

–Significa un encuentro con los recuerdos y con los amigos. Uno de ellos, José Luis Serrano, que falleció y que me enseñó la Alhambra como nunca la había visto, y otro Miguel Pasquau, a quien presenté su novela en Barcelona. Pasear por el Albaicín y sus cármenes, que son lugares que me encantan, es un placer. Por eso, cuando me dijo Jesús Lens que me invitaba a Granada Noir, y a pesar de que estamos en unas fechas complicadas por agenda, no dudé y aquí estoy, encantado de participar en el Festival.