La poesía de José G. Ladrón de Guevara
José Ignacio Fernández Dougnac
Lunes, 21 de julio 2025, 23:29
La 'Antología de la actual poesía granadina' (1957) no solo supuso el comienzo de las publicaciones que integrarían la importante colección `Veleta al Sur' sino ... que anunciaba la desaparición del movimiento poético y artístico 'Versos al aire libre' (1953-1956), «una de las más fructíferas renovaciones ―en palabras de Pilar Palomo ― que se dieron en Andalucía en la década de los cincuenta». De los integrantes de la antología (Elena Martín Vivaldi, Juan Gutiérrez Padial, José Carlos Gallardo, Rafael Guillén y Julio Alfredo Egea), solo dos no habían publicado aún libro alguno: Miguel Ruiz del Castillo y José G. Ladrón de Guevara.
La anécdota revela la firme independencia vital y literaria de Ladrón de Guevara (1929-2019), mantenida de una forma tan espontánea como permanente hasta sus últimos días. Él siempre estuvo en primera línea, estable y activo, pero a su manera, salvaguardando su propia y radical individualidad, sin venderse a nada ni a nadie, como si estuviera sentado cómodamente en un rincón de la plaza, el que le apetecía ocupar a la sombra, porque sí, sin más explicaciones, ejerciendo esa rebeldía tan asumida y grata de la que solo los necios de corral abominan. Siempre extramuros y solidario. Y esto lo demostró tanto en sus versos como en las incisivas prosas de 'La columna del búho', que aparecían semanalmente en las páginas de este diario. Desde la publicación de su primer libro, 'Tránsito al mar y otros poemas' (1959), y luego, 'Mi corazón y el mar' (1964), Ladrón de Guevara siempre asumió la libertad que emana de su propia soledad, la libertad de ser y la libertad de un pensamiento auténticamente progresista. Ese «solo de hombre», por citar el título de 1974, fue su acto vital más preciado, lo que le emplazaba ante la belleza, ante el mar, constituyéndolo y renovándolo como ser humano, como sujeto social. Acaso esto fuera, entre otras cosas, una de las razones últimas que lo empujaron a escribir permanentemente, pues «El poeta es un desterrado de otro mundo, aquí en la tierra», tal y como expresó en 1957. Solo y a su aire, sí, pero nunca aislado, como diría Antonio Carvajal de Elena Martín Vivaldi. Y ahí está la trayectoria de su dimensión pública y política para demostrarlo.
A pesar de los diez libros impresos en vida, desde 1959 hasta 2008, la obra poética de Ladrón de Guevara sobrepasa con creces estas publicaciones, pues muchas de sus composiciones se desperdigaron por revistas e impresos sueltos de diverso calibre, cuando no estaban guardadas en carpetas formando parte de su rico legado, custodiado por su viuda y depositaria, Concepción Girón Ballesteros. Nuestro autor escribía como un acto estrictamente existencial y necesario para sí mismo y para los demás, porque, desde sus inicios, fue consciente de dos cuestiones. Una, que «Ser poeta: es con lo único que estoy conforme»; y la otra, mirando a su prójimo, que «'Poesía eres tú'. Sí. Y yo también». Por ello, Ladrón de Guevara no se dedicó nunca a moldear la solemne arquitectura de su 'Obra', sino a vivir y a practicar, con lucidez, el ejercicio de agotar los días de la mejor y única manera que sabía, dialogando y escribiendo sobre sus fantasías, sobre sus gozos y aflicciones.
Mano rigurosa
Por todo ello, hacía falta que una mano rigurosa y sabia emprendiera el ingente trabajo de reunir, ordenar, fijar y editar debidamente esta poesía. Tan necesaria tarea ha sido ejercida, durante varios años, por el profesor y amigo personal del poeta, Antonio Chicharro Chamorro, que ya nos adelantó dos publicaciones póstumas de inéditos en 2019 ―'Espacio interior (Poemas para Concha Girón)' e 'Isla de la soledad'―, y quien asimismo ha trabajado concienzudamente su producción periodística.
Los tres volúmenes de las 'Poesías completas', de Ladrón de Guevara, no sólo incluyen las publicadas y las dispersas, las conocidas y las ignoradas, sino que dan fe de las múltiples facetas de esta obra indispensable: desde la vertiente seria y la satírica, la popular y la culta, hasta la política y la existencial, siempre entrecruzadas o complementándose unas a otras. Antonio Chicharro, en su prólogo, perfila muy acertadamente tan compleja y transparente personalidad creadora: «Así, pues, fue poeta todos los días de su existencia. En primer lugar, porque miraba y comprendía poéticamente el mundo y su propio mundo interior; en segundo término, porque objetivaba día tras día esa mirada en los poemas que para él mismo le servían de fuente estética de compresión, conocimiento y, cabe decir desde luego, consuelo». De esta magnífica edición llamo la atención sobre el soberbio acopio de notas que complementa cada libro. No solo nos informan sobre el origen o procedencia de las composiciones, sino que despliegan un rico panorama de la actividad cultural y literaria de Granada durante décadas, además de ser una fuente inapreciable para futuros estudios.
Salvo el libro 'Solo de amigos' (2005) y el especial de la revista 'Entre Ríos' (2009), Ladrón de Guevara no ha contado con los homenajes impresos que merecía. Indudablemente, la publicación de su poesía completa ―valiente y hermosa iniciativa de la joven editorial 'Puerta Granada'―, es paso primordial para dar a conocer mejor y situar adecuadamente estos versos en el lugar que merecen. Me consta que Antonio Chicharro trabaja en un estudio crítico sobre la obra de Ladrón de Guevara. Este sería otro avance fundamental. Estamos a la espera, impacientes.
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