Jolís: Tu vuo' fa' l'italiano

Y es que para la generación que vivió su juventud a mediados del siglo pasado, la música italiana forma parte de su sentimentalidad, ya que antes de que las anglosajonas colonizaran el mundo, las de la vieja europa, sobre todo las procedentes de Francia e Italia, eran las de curso legal. Y San Remo, la capital del mundo sonoro conocido. No es nostalgia, es química. Cuando vuelven a sonar estas canciones las endorfinas se sueltan reactivando antiguas sensaciones placenteras.

Eran los tiempos del guateque, cuando el encargado del 'picú' reservaba los discos italianos para los momentos más emocionantes, los lentos, el deseado rato en que se intentaba (infructuosamente casi siempre) que el aire circulase menos, reforzando el valor añadido de estas piezas. De la sutilidad de este cancionero baste señalar que el baterista maniobró toda la sesión con las escobillas, como para no romper la magia del repertorio.

El tiempo ha ido haciendo más grave la voz del cantante, tesitura baja ideal para la chanson, tango y fado que practica, y ahora con ecos del áspero Paolo Conte en sus interpetaciones. No se queda solo en los estándares internacionales, y afortunadamente en su búsqueda aparecen piezas menos tópicas, caso de 'Na canzuncella doce doce' (de Carosone), 'Al di la' (que aquí llego por Connie Francis) o 'Guarda que luna' (de Fred Buscaglione). En el rojo hay que anotar, como en sus conciertos 'afrancesados', su adscripción exclusiva a una época muy concreta, sin incluir ningún ítem algo más actual, sea de la nueva Chanson o de los autores italianos recientes. De especial significado para el intérprete fue 'La riva bianca, la riva nera', himno antibelicista de la Zannicchi especialmente apropiada en estos días de frentismo, y que dedicó a las «personas de buena voluntad».

Gualda es conocido como Jolís, apodo que a estas alturas es un nombre colectivo, porque desde la adolescencia siempre han estado a su lado Marcelo Huertas y Rafael del Castillo. Nicolás Medina llegó después, pero ya son décadas también dirigiendo sus puestas en escena y protagonizado exquisitos pasajes con la guitarra; al igual que la invitada, siempre Fanny del Castillo, dando la réplica vocal. El último en unirse, para afinar el matiz 'spaguetti' en este caso, ha sido el teclista turinés Walter Sabolo. Equipo que hace de la elegancia, finura y el ajuste sonoro sus mejores bazas.

Este artista del barrio Fígares tiene un nutrido grupo de fieles, que llenaron la platea del teatro Isabel la Católica. Con ellos la confianza es tanta que casi pasa lista, ¡alguno respondió con el preceptivo «servidor»! También hubo quien bailó, y todos cantaron «Volare…Cantare... Nel blu dipinto di blu…Felice di stare lassu» sin intención de irse del teatro. Como hubiese dicho don Renato: «Tu vuo' fa' l'italiano».