El jazz de la 'Murga de los currelantes'

En esta ocasión Giulia nos presenta su particular lectura de la obra del cantautor granadino a los 75 años de su nacimiento y asegura: «Es un autor que trasciende el tiempo y el lugar (…). Cuando escucho a Cano oigo un poeta; oigo un cronista; un reivindicador; pero siempre poeta al fin y al cabo. Oigo el sur, pero también oigo la melancolía del fado; oigo el tango, la rumba, el folclore latinoamericano; oigo todo lo que me hace falta, guiada por sus eternas palabras, para llevar su obra a mi terreno y hacerla mía».

Este disco es fruto de un encargo que la Fundación Carlos Cano hizo a la jazzwoman (si se me permite el término). «Yo conocía muy poco la obra de Carlos Cano —confiesa Giulia —, los dos o tres temas más famosos, pero no estaba para nada familiarizada con su música». Abierta a todos los desafíos por su dominio en el lenguaje musical, Valle aceptó el reto («porque para mí hay música buena y música mala, no tiene nada que ver con los estilos») y comenzó su estudio de la mano de Juan Miguel Morales, que le asesoró en todo momento, y «me hizo escuchar prácticamente toda su discografía; hicimos dos días intensivos bestiales y ahí empecé a entenderlo; y decidí entrar en él».

Los once cortes del disco (incluyendo el bonus track) no son simples reproducciones de sus canciones, sino adaptaciones en clave de jazz, como bien propone el título, en las que a veces se modifican detalles melódicos y conceden un amplio margen al revestimiento musical («el hecho de ser contrabajista me ha hecho desarrollar mucho concepto rítmico»). Valle distingue entre el Cano que cuenta anécdotas, como en 'María la Portuguesa' o el 'Romance a Ocaña', del Cano reivindicador y político, defensor de su tierra y de los desprotegidos. «Y luego está el que me atrapó desde el principio: el Carlos Cano redentor; el redentor de sí mismo; porque él era un hombre muy apasionado» e intenta escoger temas más o menos representativos de cada uno de estos cantautores diferentes para confeccionar el repertorio.

Fue la frase «La soledad es el precio que paga mi libertad», del tema 'Poco a poco' (primer corte del disco y primer tema en musicar) la que atrapó a la italiana y con la que se identificó de inmediato, pues «rompí con una pareja que no aceptaba mi condición de alma libre», revela. «Es justo ahí, dónde comprendo la integridad de un hombre que vive acorde a sus principios, un espíritu libre y atemporal que muestra sin pudor alguno y con la más exquisita sensibilidad su pasión por la vida, sus debilidades, a la vez que sus desacuerdos por la injusticia alimentada por la mediocridad y la codicia. En todas sus vertientes».

La canción 'Luna de abril' está traducida al catalán, también por encargo; al igual que el comienzo del tema 'Siempre', que el granadino dedicó a Lluís Llach y Giulia vio dable acercarse al idioma del músico gerundense, puesto «que del idioma depende también el carácter de la música». 'La cueca de los querubines' la escogió porque sabía que era la favorita de Amaranta Cano. A la 'Murga de los currelantes' le dio totalmente la vuelta, «sinfónicamente quiero decir, porque la melodía esa misma».

A la pregunta de si volverá a Cano, responde que depende de si hay nuevos encargos, «yo continuaría con su abrazo —manifiesta—, porque para mí ha sido un aprendizaje a todos los niveles».