Jazz en la Costa, tener y retener
Lakecia Benjamín y Fred Wesley pasaron por Almuñécar dejando un siglo de música excitante. Mañana viernes continúa el festival con Carles Benavent y Jorge Pardo
Juan Jesús García
Viernes, 26 de julio 2024, 00:15
Juventud ardiente y vejez gloriosa. Entre los dos nombres superan los cien años de música afroamericana, y ambos, a su manera, son respetuosos con su ... árbol genealógico. El primer concierto de la actual edición del festival sexitano, sin duda el más importante de Andalucía (de momento, hasta que Málaga o Sevilla se lo propongan), y entre los cuatro punteros del país tras los vascos (que allí sí que cuidan lo suyo), fue la presentación de una estrella ya de la música afroamericana en toda su extensión. Por contenido y continente. Lakecia Benjamín, locuaz e hiperactiva en el escenario, de oro y nata como sugieren los brillantes cánones de la era Blaxploitation, y manifestando un entusiasmo contagioso, dejó una sesión impecable de cómo hay que actualizar un legado musical (y vital) al que respeta hasta adoración.
Parece mentira que hace tres años tuviera un accidente casi mortal que le destrozó la cara, lesionando gravemente las mandíbulas. A la hora de tocar el saxo no le ha quedado la menor secuela que lastre sus habilidades, que son técnicamente todas. La vertiginosa fluidez de su interpretación, con una convicción absoluta de lideresa, empujó todo lo que hizo.
Cuando nada más salir se puso a rapear ('Amerikan skinn'), hubo quien se acordó de aquella noche en el Majuelo en la que un José James convertido a la fe de Hip Hop dejó ojiplática a la audiencia. Pero no, la neoyorkina si algo ofreció fue un equilibrio estilístico tan bien compensado que su concierto resultó surtido y nada redundante. Una celebración «de la vida», como dijo, y durante toda la velada implicó al personal en la sección de ritmo.
En la tórrida y larga introducción de 'My Favorite Things' uno recordó aquella anécdota de Coltrane en la que decía que cuando soleaba no sabía cómo parar, (y Miles Davis le dijo que muy sencillo: «sácate el saxo de la boca»). Dejó humeando las válvulas y jadeante el cuerpo que solidariamente le acompañó en el envite. Pero no todo fue técnica, tras ella hay compromiso, su sonido está lleno de historia, sobre todo al acercarse al legado de la familia Coltrane, John y Alice, a quienes dedicó un disco, y buena parte de la noche: con 'Alabama' y 'Pusuance' entre otras, ésta última también reelaborada por Kenny Garrett en su momento. Y precisamente sería el saxofonista de Michigan el que le daría el comodín de un final feliz. Así, tras piezas de sabor latino, su sesión de MC, un blues inflapechos, un eléctrico desarrollo funk con aires de Hancock en los 70, enlazó sin solución de continuidad con la melodía con la que habitualmente cierra sus noches su compañero, ese 'Happy people', que se descubre uno tarareando en la ducha al día siguiente. Momento en el que bajó a tocar entre el público. Volverá en noviembre a Granada. No se la pierdan.
Funk en bermudas
El final de Lakecia podría haber sido el comienzo del concierto de Wesley, veterano de mil guerras y todas mundiales, pues siempre estuvo donde había que estar en el momento justo. Desde la música disco al bop y siempre el funk en todas sus variantes, desde el más perezoso y cannábico al callejero y marciano bordeando el Hip Hop.
Las dos horas de su contrato fueron un lúdico recuerdo a la mejor música bailable de los años 60 y 70
El trombonista suele decir que hace un 80% de funk y el 20% restante de Jazz. Espacio donde cupo un recuerdo a Art Blakey con la tarareable ('Moanin'), Boogie comunitario ('Bop to the boogie'), una balada romántica para respirar ('In love en LA'), y su habitual 'House Party' que resume todo el sentido de sus conciertos. Una fiesta.
Por la tarde recibió la medalla de la ciudad de manos del alcalde, en el acto más informal que se recuerda, y es que ya no visten imperativamente de etiqueta como les obligaba James Brown. Acto seguido, Wesley y los suyos, los New JB's, que de nuevo tenían poco, ya que han sido usados por otros artistas como Sonny Rollins o Prince, se aplicaron en una poderosa sesión de Groove con denominación de origen. Las dos horas de su contrato –estiradas un rato a pesar de la provecta edad del líder– fueron un lúdico recuerdo a la mejor música bailable de los años 60 y 70. Una sesión comunal de Funk de pata de elefante pero en bermudas, que convirtieron El Majuelo en el Apollo por una noche.
El calendario
Esta noche es el turno de Carles Benavent, Tomasito, Raynald Colom y Jorge Pardo. El sábado, Eddie Henderson, una leyenda viva del jazz, un músico versátil e innovador cuya carrera ha abarcado más de seis décadas, junto a Steve Davis, uno de los mejores trombonistas de jazz estadounidenses. Y el domingo, para terminar, Mario Biondi & The Band. La voz del siciliano, profunda y emotiva, junto a una elegante puesta en escena que fusiona al crooner clásico con el soulman, lo ha encumbrado en el panorama musical internacional como la gran voz europea del jazz y el soul.
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