Jazz en la Costa concluyó con 'lleno completo'
Judith Hill clausuró la muestra con una espectacular sesión de 'black music'
Juan Jesús García
Lunes, 28 de julio 2025, 11:16
Es el cartel que todos desean poner en taquilla, física o virtual: «no hay entadas». El festival sexitano lo ha colgado a mitad de semana ... con 6000 localidades vendidas. Ha habido conciertos que hubieran podido duplicar la asistencia, como los dos últimos protagonizados por Avishai Cohen y Judith Hill. Y es que Jazz en la Costa es un placer para los sentidos desde que se ubicó en el parque botánico El Majuelo, bajo el castillo de San Miguel.
Este año entre otras novedades se ha estrenado luminoso identificativo y también una escenografía 'de cine', con focos muy teatrales que concentraban la atención visual en los músicos, un hallazgo.
Clase Maestra
Decía un periodista americano que uno de los 100 conciertos que hay que ver en la vida es el de Christian McBride. Y las 1000 personas que fueron el vienes a escucharlo ya cumplieron, aunque seguro que repiten. McBride maneja todos los resortes necesarios para pasar una noche memorable: impresionante músico, espíritu corporativo, dotes didácticas, habilidades comunicativas, sentido del humor… y un gusto superlativo. Con Rh+ de blues en sus venas realizó un homenaje a su mentor Ray Brown, maestro de todo bajista que se precio. McBride sigue sus pasos: perfecto en el tiempo, el sonido redondo, las líneas melódicas, entonación, el ataque, velocidad… ¡majestuoso! A un mozuelo Benny Green lo presentó en Granada como el 'nuevo Oscar Peterson', haciendo una pirueta con el recuerdo de Brown en la banda del pianista, y al otro lado el eficacísimo Greg Hutchinson fue quien sustentó la tercera pata de la noche. Sesión en que no faltaron algunas bromas biográficas y hasta una invitación a un crucero, el 'Barco del Jazz' (lleno de músicos y público) que zarpa todos los años con el bajista como capitán.
Paisajismo impresionista
Hablar de Avisahi Cohen es hacerlo de una tercera (o más) vía en el jazz. El músico israelí ha conformado su ecosistema autoral acudiendo a las tradiciones sonoras de su entorno de crianza, como persona y como músico. Es innegable su adscripción a los requisitos de género afroamericanos, como se escuchó en la primera parte, pero pesan mucho más los maternos, a orillas del Mediterráneo, ahora convertido en tumba colectiva, pero siempre foco de culturas. Aunque hubo momentos muy rotundos y hasta bailables (y se hizo), su música deriva hacia contemplación, la caricia y la espiritualidad. Cohen funciona igual en un festival de Jazz, como en otro de Word Music que de New Age con alterar algunos ítems del libreto. Música exacta en su ejecución, vistosa por la 'posesión' del líder en trace, y definitivamente hermosa. Complació una petición ('Remembering', tan cristalina como 'coreana') y salió de la nada para cantar, sí cantar, también lo hace en tono muy Sting, y solo, la bellísima 'Alfonsina y el mar', y ya despedirse (¡4º bis!) con un canto de fiesta de tradición yiddish centroeuropea: 'About a Tree', que también cantara la mítica Ofra Haza y sugiere algo tan necesario en estos tiempos como la paz.
Ciclón Hill
El fin de festival fue la novedad del año, porque se estrenaba por estas tierras la multi instrumentista y celebrada cantante Judith Hill. La japoamericana trajo un tipo de concepto de directo poco visto por aquí, que podía ser una actuación de los Grammys o de la Super Bowl, un concierto p-e-r-f-e-c-t-o. Con un volumen de sesión de rock y una presencia arrolladora, la familia Hill (su madre en los teclados y su padre en el bajo, dos históricos del soul de la Costa Oeste) y un trailer de batería con un set que ni Dream Theater, fueron un espectáculo absoluto. Milimétrico y exacto en todo parámetro. La Hill une en su voz la fuerza dramática de Tina Turner por debajo, la emotividad incontrolada de la Joplin y los agudos imposibles de Minnie Riperton, y los maneja a placer; frasea en la Gibson con una digitación a lo Hendrix y teclea con sabor honky tonk. Y si algo le falta, su madre lo completa desde el Hammod y sintes varios, su padre añade el vibrante slap y el fornido e implacable Shadrack Oppong machaca desde el fondo. Ufff!!!.
El festival se cerró con un manual de música afroamericana completa: Blues eléctrico, Soul racial, y acalambrante Funk de toda factura: desde el más duro, al psicodélico o al definitivamente hibridado con el Rock. No en vano hizo un homenaje a Sly Stone, recientemente fallecido, y que en el festival de Woodstock patentó esa fusión que luego explotaría Prince. Linaje que llega directamente a Judith Hill (de quien se dice que el 'artista antes conocido…' murió a su lado). Recuerden su nombre y no se la pierdan la próxima vez, se harán un favor, conciertos así no se ven por aquí.
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