Javier González Alcantud 'toma' el Albaicín con su doble exposición 'El paraíso perdido'
La estética de la ciudad, palacios y jardines, rosas y desidia, esplendor y tristeza, llenan los muros la Casa de Zafra y el Carmen de Max Moreau
El artista plástico granadino Javier González Alcantud vuelve a sus orígenes 'tomando' con papel y útiles de pintura el Albaicín, donde se pueden observar las ... obras que integran 'El paraíso perdido', repartidas entre la Casa de Zafra y el Carmen de Max Moreau, las dos salas de exposiciones que el Ayuntamiento mantiene en el emblemático barrio. González Alcantud es un esteta en el más amplio sentido del término. Dotado de un olfato exquisito, tiene muy claro qué quiere contar y cómo, y no admite planteamientos espurios ni medias verdades, las peores de las mentiras.
'El paraíso perdido' es, según su autor, una remembranza de un lugar arquetípico, como dice Ana Morilla en el tríptico que acompaña ambas muestras. Imposible no conectar con Soto de Rojas y su descripción de Granada, «paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos». Una ciudad que, según el autor, ya no existe, sumida entre la desesperación y la desesperanza, una urbe escatimada entre la niebla y tocada por la nostalgia, que subsiste a pesar del tiempo. Una ciudad poblada también por las almas de personas cercanas, perdidas algunas de ellas durante la pandemia, redivivas en las paredes de ambas sedes expositivas. Son, pues, rincones de la ciudad que le vio nacer, palacios en decadencia por el olvido y la desidia, jardines que guardan en su interior la esencia de siglos. «Aquí muestro buena parte de mi obra dedicada a Granada. En prepararla he invertido varios años, y entre las obras expuestas hay algunas de coleccionistas que después volverán a estar en poder de sus dueños, y es muy improbable que vuelvan a verse», afirma el artista.
González Alcantud se siente en hogar propio en una casa, la de Zafra, que él mismo contribuyó a poner en valor, «Estas son las calles en las que viví hasta los cinco años, en este barrio de Axares, donde se concentraban el mayor número de conventos y palacios por metro cuadrado, así que exponer aquí me es muy grato. Aún recuerdo la inauguración de la casa tras su restauración, con la presencia del Aga Khan y el rey Juan Carlos, en 1991. Es una joya patrimonial, y me siento feliz de exponer aquí», comenta. En cuanto a la otra sede, el Carmen de Max Moreau, recuerda cómo conoció al artista belga que lo habitó, ya muy anciano, con ocasión de una exposición en la antigua sede de CajaGranada, en la plaza de Villamena. «Es un lugar mágico, misterioso», asegura.
Son 74 las piezas que integran la muestra, en pequeño y mediano formato, algunas colocadas en vitrinas y otras en las paredes. También en las vitrinas hay instrumentos de grabado –el autor trabajó con el maestro Julio Espadafor, Pepe Lomas y María José de Córdoba, entre otros– y útiles de pintura. Hay tanto dibujos como acuarelas, y alguna obra de técnica mixta, donde se refleja, por ejemplo, cómo era el Cuarto Real de Santo Domingo «antes de que se lo cargaran», según la opinión del autor.
Entre las obras expuestas también hay una buena selección de rosas, una evocadora flor que en las manos de González Alcantud se convierte en un objeto artístico de primer orden. Una de ellas descansa en la tumba de Audrey Hepburn. La presentación de las obras está cuidadísima: marcos de anticuarios y 'passepartout' de museo, decorados, enmarcan obras que en muchos casos delatan su procedencia, con los engarces de las espirales que las unían a cuadernos pretéritos, pero jamás olvidados. Javier G. Alcantud, como firma sus obras, atesora en su ejecutoria la herencia del decadentismo y el romanticismo granadinos y la mirada fiel a sus ideales, personales e intransferibles. Es la voz pictórica de la conciencia que nos recuerda lo que fuimos, y lo que somos.
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