Investigaciones sobre el clima descartan vida humana en Orce hace 2,3 millones de años
Análisis preliminares de los sedimentos en Fuente Nueva I apuntan a que habría entre tres y cuatro grados más que hoy
Demos un 'pequeño' salto en esa línea finita de la creación. Retrocedamos 2,3 millones años. Un grupo multidisciplinar encabezado por el director del Proyecto ... Orce, Juan Manuel Jiménez, ha culminado hace unos días excavaciones en el yacimiento de Fuente Nueva I, con esa antigüedad, con el objetivo de hallar evidencias que permitan concluir algo tan absolutamente relevante como si en Orce, donde en 2002 se hallaron los restos de los primeros pobladores de Europa hace 1,4 millones de años –el diente de leche de un niño de unos diez años–, hubo vida anteriormente. ¿Y cómo lo han hecho? Pues básicamente analizando si el clima que había en la zona hace 2,3 millones de años era compatible con la subsistencia de humanos. A expensas de que se obtengan los resultados científicos finales, en estos momentos la hipótesis preliminar más verosímil es que no. Que allí sí había animales, fundamentalmente gacelas y caballos, pero no hay rastro alguno de que hubiera personas.
Y es que una de las grandes incógnitas por despejar es cuándo hubo homínidos fuera de África. En ese continente se ha constatado que los hubo hace tres millones de años. ¿Y fuera? Hace un año, en 2018, se produjo un importantísimo hallazgo en Zhang Zhen, una pequeña aldea de la provincia China de Shaanxi. Se localizaron unas herramientas de piedra de hace 2,12 millones de años. Aquello cambió algunos paradigmas, pero también abrió la puerta para seguir investigando en otras zonas del planeta. ¿Por qué no en Orce? En ello han estado trabajando sobre el terreno seis investigadores entre el 3 y el 14 de octubre, una tarea que ahora mismo continúa en el Laboratorio de Restauración de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada.
Según Juan Manuel Jiménez, los primeros indicios resultantes del examen de los sedimentos apuntan a unas condiciones climáticas donde difícilmente pudiera haber hombres o mujeres hace 2,3 millones de años. Había dos estaciones, una seca y otra húmeda, y una temperatura que podría ser entre tres y cuatro grados superior a las medias actuales. No estábamos ante un cambio climático a la manera que se entiende hoy, asociado a la acción destructiva de las sociedades industrializadas y la emisión de gases de efec to invernadero, sino ante un ciclo natural propiciado por la deambulación orbital de la Tierra por el Sistema Solar y la inclinación del eje del planeta. Estaríamos hablando, por hacer una extrapolación, de un clima parecido al que hay en algunas regiones del Sahel. En este punto conviene realizar otra acotación obvia pero necesaria. En aquellos tiempos remotos, hace 2,3 millones de años, la relación de los homos con el entorno no tenía nada que ver lógicamente con las edades más recientes. Su posición era de extrema debilidad.
Extremidades
Juan Manuel Jiménez explica que en esta reciente campaña en Fuente Nueva I se han encontrado básicamente extremidades de caballos y de dos especies de gacelas, la que comúnmente se conoce como 'borbónica' y la Gazellospira torticornis, muy parecidas a las actuales. El análisis de estos huesos permitirá saber con mayor exactitud cómo era el clima en Orce hace 2,3 millones de años. Mientras tanto se impone la cautela. Según el programa del Proyecto Orce, está previsto algún sondeo más a medio plazo, pero no se volverá a actuar en Fuente Nueva I hasta la vuelta de unos años. «Aquello aún nos va a proporcionar mucha información interesante», asegura Juan Manuel Jiménez. «No podemos descartar nada», recalca.
Ahora toda la actividad se desarrolla en el laboratorio. Allí está Eva Montilla, responsable de Conservación y Restauración del Proyecto Orce, y la restauradora Eva Alañón. A ellas les corresponde ensamblar todos los fragmentos óseos como si fuera un rompecabezas. Cuando todas las piezas estén reconstruidas –una decena–, será el turno de otros especialistas como los tafónomos, los encargados de estudiar el pasado del hueso desde que murió el animal, o los expertos en dataciones.
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odo el proceso se desarrolla con la mayor meticulosidad y empleo de las técnicas más avanzadas. «La extracción ya es extremadamente delicada», comenta Eva Montilla, quien agrega que sólo lo realizan especialistas en restauración de material paleontológico. Para ello se aplica previamente una capa de barro en el hueso, que se saca implementando una gasa de yeso a modo de carcasa. El siguiente paso es el transporte de todos los elementos hasta el laboratorio. Lo primero será la eliminación de toda la humedad, lo que requiere un periodo de secado de unas dos semanas. Lo siguiente será la documentación. Se realizan fotografías de todo y se abre una ficha donde figuran todos los datos.
La excavación
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Superficie excavada La excavación desarrollada entre los días 3 y 14 de octubre se ha llevado a cabo en una área de ocho metros cuadrados en el yacimiento de Fuente Nueva I, de 2,3 millones de años de antiguüedad.
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Equipo. El equipo que ha participado en esta campaña estaba formado por Juan Miguel Jiménez (director del proyecto), Eva Montilla (restauradora), José Antonio García (arqueólogo), Carmen Luzón (arqueóloga), David Romera (estudiante), Auxi Ruiz (geóloga) y Daniel de Miguel (paleontólogo).
La siguiente fase es la de tratamiento. No existe un método estándar, pero sí se siguen una serie de pautas. Una vez limpias todas las impurezas, se acomete una remineralización que permite la obtención de un fósil de una manera artificial. Este procedimiento, que aporta unos resultados óptimos, tan solo se realiza en Granada. La manipulación se lleva a cabo con herramientas blandas para que no haya marcas superficiales que puedan confundir a los investigadores.
«Nuestro objetivo es que Orce sea un referente internacional«
¿Cuál es el futuro del Proyecto Orce? Según Juan Manuel Jiménez, una vez logrado «el sostén institucional, con la Universidad de Granada, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Orce remando en la misma dirección, hay que implicar a más administraciones como la Diputación y empresas que puedan colaborar en la financiación». Un modelo que está funcionando con éxito en otros puntos de España.
Desde el punto de vista de la investigación, una de las áreas en las que hay puestas más expectativas es la paleo proteómica, la ciencia que se encarga del estudio de las proteínas fósiles porque el ADNno se conserva en estas cronologías y en un clima tan árido. Esta disciplina permite establecer discusiones muy interesantes como las relaciones de parentesco entre especies de una misma familia. También se ahondará en el clima, el contexto ambiental en que se produjo en el primer asentamiento. «Ya se está trabajando en esta dirección con los especialistas más punteros para que las reconstrucciones sean lo más fiables y precisas». Otra de las grandes líneas de actuación para los próximos años será la realidad virtual . «Nuestro sueño es convertir Orce en un proyecto paradigmático para que se ponga al servicio de la realidad aumentada y de la imagen todo lo que se está investigando», asegura Juan Manuel Jiménez.
«Sumando todos estos ítems –prosigue– podemos convertir Orce en uno de los grandes referentes internacionales en el estudio de la prehistoria». En este sentido, se mantendrán muy atentos a otros contextos para ir redefiniendo las líneas de trabajo».
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