Las huellas ocultas de la masonería en Granada
El experto en la historia de 'los hijos de la viuda', Ismael Ramos, publica 'Guía de la Granada masónica' y desvela sus secretos
José Antonio Muñoz
Granada
Martes, 13 de abril 2021, 00:26
Es difícil encontrar institución que haya inspirado más literatura seudohistórica que la masonería. Sin embargo, solo es eso: literatura. Los auténticos hechos que protagonizaron ... y las personas que formaron o forman parte de las logias han sido poco tratados. Por ejemplo, muy pocos saben que Granada fue llamada por los iniciados «La Atenas de la Masonería», y que las huellas de 'los hijos de la viuda' están presentes en algunos de los edificios más importantes de nuestra ciudad. A desentrañar algunos de los secretos de esta sociedad contribuye el último libro del profesor Ismael Ramos, vicepresidente del Centro Artístico y gran conocedor de su historia. El volumen, 'Guía de la Granada masónica', subtitulado 'Un paseo revelador por la ciudad de la Alhambra', ya está en las librerías.
«En el asunto de la masonería converge lo histórico con lo oculto. Parece que en lo cultural solo existieran Mozart y 'La flauta mágica', cuando hay mucho más», afirma Ramos. Pero en la propia Granada hay huellas de la presencia de masones que dan fe de la importancia que la ciudad tuvo para la institución. Desde los inicios de la presencia constante de 'hermanos', que coincide con el inicio del Trienio Liberal (1820-1823) hasta Fernando de los Ríos –cuya estatua de la carretera de Armilla conserva en la solapa el símbolo masón de la acacia– fueron muchos los miembros que tuvieron influencia en el devenir social de la ciudad, y dejaron su huella en lugares tan diversos como la iglesia de Santo Domingo o el instituto Padre Suárez, cuajado este último de símbolos masónicos. «Todas las referencias que hago en el libro están avaladas por la comunidad científica», asegura el autor. Así, descubre en su trabajo que el arquitecto del emblemático instituto situado al inicio de la Gran Vía no fue Fernando Wilhelmi, sino Juan Montserrat Vergés, masón y socio fundador del Centro Artístico, quien dejó abundantes símbolos masónicos en él.
Basta con acercarse, por ejemplo, a la estatua de Mariana Pineda, en la plaza homónima. El gesto de la heroína es típicamente masónico: una mano en el pecho, señal de secreto, y la otra sobre la bandera de la libertad, cuajada también de símbolos alusivos. De hecho, el caso de Mariana Pineda revela una constante en la historia masónica, cual es la constante puesta en tela de juicio de los manejos del poder. Los años de persecución –la 'Década Ominosa' de Fernando VII, la dictadura de Franco–, obligaron a los miembros de las logias a ocupar un discretísimo segundo plano, pero no impidieron ciertos niveles de actividad en la Granada de los siglos XIX y XX. «Solo triunfó una de las revoluciones inducidas por la masonería, la de 1868, llamada 'La Gloriosa', pero las logias estuvieron presentes a través de sus miembros en numerosos momentos de catarsis histórica», asegura el investigador granadino.
Otro de los edificios donde más símbolos masónicos se concentran es el céntrico Hotel Victoria. Lo primero que el lector avezado puede observar es el gran parecido existente entre el cuerpo central de la fachada, con su torre, y el de la sede de la Gran Logia Unida de Inglaterra. A partir de aquí, se derraman por toda ella las hojas de acacia, los tres puntos (traslación del concepto de 'Humanidad' de los egipcios), la barca solar portadora de la luz, el espejo, la doble columna presente en el vestíbulo, una clara referencia a Jakin y Boaz, las dos columnas del templo de Salomón... Para un amante de los símbolos como Ismael Ramos, todo un festín para los sentidos.
Esa misma doble columna es la que recibe, por ejemplo, al visitante cuando se adentra en el Jardín Botánico de la Universidad, obra también de Juan Montserrat Vergés. En él podemos observar la granada, símbolo al mismo tiempo de la ciudad y de la fecundidad, multiplicación y renacimiento para los masones. Las piñas que aparecen en la verja simbolizan al hermano masón que se une con otros para formar su hermandad.
La 'catedral' masónica
Ramos destaca la importancia del edificio del instituto Padre Suárez dentro de la huella de las logias en Granada, y le denomina «catedral masónica». Desde la propia planta del edificio, que coincide con la constelación Norma, o 'L'Equerre et la Regle' (La Escuadra y la Regla), hasta los accesos, donde aparece la doble columna coronada por orbes, que inspiran, según Thomas Smith, «un justo respeto a la divinidad y a sus obras». Si se observan las pilastras que rinden homenaje a las artes y las ciencias, en el segundo aparece, en el rostro que la corona, una estrella de cinco puntas en la frente, forma que es la base de estudio del segundo grado masónico.
El libro dedica un capítulo muy especial al camarín de la Virgen del Rosario, anexo a la iglesia de Santo Domingo. Este es un espacio que suscita no pocas controversias, ya que aunque en sus accesos aparecen símbolos masónicos (el compás y la regla, el suelo ajedrezado, el sol, el propio eclecticismo entre el símbolo del Ave María y la escuadra y el compás masónicos...), hay quien puede atribuir tales imágenes a símbolos religiosos. Con todo, en el pavimento del propio camarín vuelven a aparecer de forma clara el compás, la escuadra, la regla, el mazo, los tres puntos, y la luna, el sol y la estrella. Quizá los comitentes de la capilla no fueran conscientes en su momento –o sí–, pero los constructores dejaron sembrado el camarín de símbolos masónicos muy claros.
Los personajes
En Granada, y en todo el país, hubo una gran identificación entre la masonería y la II República. De hecho, era común que los máximos responsables del Gobierno tuvieran un igualmente importante grado masónico, dándose casos, y lo recuerda Ismael Ramos, como el de Diego Martínez Barrio, que fue ascendido al grado 33 –el máximo en el escalafón masónico– desde la nada, en una sola tarde, ya que iba a ser presidente de las Cortes. Luego, lo sería del Gobierno y de la República en el exilio. «Esta no era una masonería auténtica, sino de representación. Prácticamente, solo se utilizaba la pertenencia para exhibir unas credenciales que permitieran codearse con otros políticos que también lo eran», asegura el autor.
La masonería en Granada tiene al autor de los edificios donde se muestran sus símbolos, el arquitecto Juan Montserrat Vergés, entre sus miembros más conspicuos. En él confluyen tres circunstancias claves: es arquitecto –el oficio más masónico–; es un 'hermano' implicado y comprometido socialmente, y además es socio fundador del Centro Artístico. Ramos deja entrever que en la fundación de dicho Centro está la proyección del trabajo de una logia. Otro de los personajes claves de la masonería en Granada fue, afirma, Fernando de los Ríos, quien era un hermano un tanto particular, ya que no acudía habitualmente a las tenidas e iba más o menos a su aire. Fue obligado a dimitir –'pedir sueño' en el argot masónico– porque, según Ramos, su partido, el PSOE, no le permitió mantener su condición de masón al mismo tiempo que ocupaba puestos de responsabilidad.
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