Histrión Teatro da un nuevo giro a su trayectoria con 'El mueble'

¿Histrión se pasa a la comedia? «Mejor podemos decir que en la dramaturgia hay distintos registros, y esta vez toca abordar uno distinto», comenta Gema Matarranz. «Es un texto de dos grandes maestros, Rubio y García Serrano, dirigido por el propio Juan Carlos, lo cual es un gran lujo», tercia Nines. «Siempre estamos pensando, indagando, reflexionando sobre dónde queremos ir. Veníamos de hacer 'Arizona', 'Juana, la reina que no quiso reinar', 'Lorca, la correspondencia personal' y el anterior, 'La isla', que son títulos muy comprometidos, intensos y profundos. Ese desgarro le pasa factura a la compañía también. Queríamos volver a girar, dar otro volantazo, plantear otro tono, sin salirnos de nuestras señas de identidad, que son el trabajo actoral concienzudo y textos de altura», comenta.

Su relación con Juan Carlos Rubio ya es larga, y le conocen muy bien. «Él tenía este texto, y nos lo puso encima de la mesa. Creímos desde el primer momento que era un buen punto de partida, y poco a poco hemos ido construyendo juntos, superando la dificultad intrínseca provocada por la pandemia. Desde que comenzamos, ha habido cambios de ubicación y tiempo de ensayos, parones, regresos, nuevos parones... Ha sido un camino que no ha permitido que la obra venga suficientemente rodada, porque nos ha faltado tiempo», asume Matarranz. «Nos falta esa continuidad, aunque creo que el trabajo se refleja en el escenario, y el público lo va a poder observar».

Así pues, Histrión ha dado un paso adelante no exento de riesgos. «Cuando concebimos el proyecto vivíamos en la pretérita normalidad. Y cuando decidimos producir 'El mueble', en mitad de la pandemia, la cabeza nos decía todo el tiempo que estábamos siendo unas inconscientes. La obra ha nacido sumergida en ese contexto y en el estado de ánimo general. Cuando comenzamos los ensayos en agosto, en Madrid, vivimos en carne propia hasta qué punto pueden las medidas de seguridad interferir en la creación de un trabajo creativo como este: las mascarillas, la distancia, la constante toma de temperatura, el miedo, la angustia... ¡Y teníamos que conseguir que el público se riera!», dice Carrascal.

La historia que cuenta 'El mueble' es muy curiosa, según afirma Gema Matarranz. Es la de millones de parejas que llevan juntas 15, 20 o 25 años. Y que ante la aparentemente trivial iniciativa de cambiar un mueble de la casa, parten de planteamientos diversos, incluso contrarios. Carlos y Tatiana, los protagonistas, compran el mueble en el gigante nórdico de las bolsas azules, y deciden montarlo el mismo día.

«Cada uno de los dos miembros de la pareja tiene un estado de ánimo distinto en ese momento», señala la actriz. «Pero montamos el mueble», añade. El planteamiento parte, pues, de algo banal, cotidiano, aparentemente inocuo, que no tiene por qué provocar conflicto alguno. «Sin embargo, la primera discusión viene por el concepto en sí:uno le llama mueble; el otro estantería. A partir de ahí, se desata el torbellino», comenta Nines Carrascal. Dos historias que cada uno de los miembros de la pareja calla serán las que dotarán del fondo dramático a esta comedia inteligente, que mezcla el diálogo, el monólogo y la ruptura de la cuarta pared, con réplicas electrizantes en la más pura tradición de la 'comedia madrileña' de la que Yolanda García Serrano ha sido, durante décadas, el máximo exponente (baste recordar 'Salsa rosa', 'Todos los hombres sois iguales' y un largo etcétera de éxitos).

Tal esfuerzo, relata la actriz Gema Matarranz, no sería posible sin la complicidad existente entre esta y Alejandro Vera, quienes ya dieron buenas muestras de ella en 'Lorca, la correspondencia personal', donde ambos desdoblaban la mente del poeta. «Somos una pareja artística con muchas horas de trabajo en común, y esa complicidad debía ponerse de manifiesto al representar a esta pareja sentimental». El público es partícipe de este carrusel o montaña rusa de emociones, y acaba identificándose con un personaje u otro, sin importar sexo. Además, algo curioso: en cada función se abre un mueble nuevo, y los espectadores viven las tribulaciones del montaje en vivo y en directo.