Las historias más sonoras de Granada

«Los temas son muy variados», comenta el músico. «A veces la protagonista es la propia música. En otros casos, quienes la practicaron. Por eso el título se refiere a ambos». Todas las historias tienen el nexo común de tener a Granada como centro, o como fondo. Partiendo de la jugosa base generada en estos años, y con el, para el autor, inestimable apoyo de la Asociación de Amigos de la Orquesta Ciudad de Granada, se presentó ante la editorial Comares, que acogió con entusiasmo un proyecto que revela multitud de detalles interesantes.

Tras contar la historia de Rossini y su pasión por el jamón de Trevélez, que le enviaba a París en diligencia el cantante italiano Giorgio Ronconi, afincado en Granada y al que la ciudad –como suele ocurrir casi siempre– poco premio le dio por el esfuerzo de crear incluso una escuela de canto, el segundo capítulo se centra en el asesinato de la tiple Emilia Portillo en el año 1912 en una posada de la calle Puentezuelas. Ahora, las disputas sobre una factura de hospedaje, afortunadamente, las resuelve la autoridad, pero entonces, en casos como el que cuenta Barberá, se resolvían a tiros. Así, el hijo del dueño de la fonda mató de un disparo en la sien a la tiple, de tan solo 19 años de edad, ocasionando un gran revuelo en la ciudad. Esta había llegado a Granada en la compañía teatral de Antonio Paso, padre del célebre dramaturgo, también granadino, Alfonso Paso.

Otro de los hechos que narra el libro es el primer homenaje a Mariana Pineda, revestido de un neto carácter musical y que tuvo lugar tan solo cinco años después de su muerte. Fallecido también Fernando VII, la regencia permitió una cierta apertura y la celebración de una ceremonia fúnebre en la que se trasladaron sus restos, ante los que desfiló Granada entera. También aquel día se anunció la erección del monumento que aún hoy conservamos y se estrenó un 'Himno fúnebre' compuesto por Diego Martín, flautista gallego afincado en la Granada de la época.

Una de las historias más curiosas que alberga el volumen es la que relaciona al pintor Francisco de Goya con la familia Montero, entre cuyos descendientes está José María Montero, quien fuera primer director de la Banda Municipal de Música, y en nuestros días, el poeta Luis García Montero y el exconcejal de Cultura, Juan García Montero. «A partir de un trabajo que hice para el centenario de la Banda fui reconstruyendo el árbol genealógico», afirma Barberá. José María Montero tuvo once hermanos, la mayoría de ellos dedicados a la música. Su abuela, Leocadia Zorrilla, fue pareja de Francisco de Goya, su modelo en un retrato que data de 1814 y que se conserva en el Prado, y utilizada también como tal en dos de las 'pinturas negras'.

Otro ilustre del arte que desfila por las páginas del libro es Manuel de Falla. Uno de los capítulos relata su relación profesional con Eduardo Torres, maestro de capilla de Sevilla. Y también aparece el compositor Giuseppe Verdi, de quien se relata su visita a Granada en mazo de 1863, con Giorgio Ronconi como anfitrión hogareño y Pedro Antonio de Alarcón como guía en su visita a los monumentos. Verdi, cómo no, quedó impresionado por la Alhambra, ante cuya visión exclamó «In primis en ante omnia» («Primero, antes de todo»). En dos días de recorridos, vio, respiró y sobre todo, charló con su amigo Ronconi.

Pero no solo de personajes está lleno el libro de Barberá. La música, tanto como los músicos, tiene un lugar de privilegio en este compendio de artículos. Así, se habla de la primera –y única hasta ahora– representación de una ópera de Wagner en Granada (en concreto, 'Lohengrin', cantada además en italiano); del estreno de la primera sinfonía de Beethoven que se escuchó en la capital (la 'Sexta', con críticas dispares); del origen de los Conciertos del Corpus, germen del actual Festival Internacional de Música y Danza de Granada; de la actuación de los Ballets Rusos en Granada; de la creación del Centro Artístico...

También tiene un hueco muy importante 'Música y músicos con Granada de fondo' para los granadinos que fueron capaces de triunfar de manera global. Tal es el caso de Francisco Salas, el cantante y luego empresario que fue el 'creador' de la zarzuela moderna;Antonio de la Cruz, hijo de ricos propietarios y enamorado del 'belcanto', miembro de la célebre 'Cuerda' granadina y que entusiasmó con su música a la corte a mediados del siglo XIX, o Joaquina Pino, cantante granadina que fue la 'prima donna' del Teatro Apolo, coliseo madrileño que en la década de 1880 compitió con el mismísimo Teatro de la Zarzuela a la hora de programar las obras más deslumbrantes del mal llamado 'género chico'.

En el tramo final del volumen, hay varios artículos dedicados a Federico García Lorca, y antes, uno donde se repasa la biografía de Antonio Segura, quien fue su profesor de música. En el primero de los ensayos que tienen como protagonista al fuenterino, titulado 'El día que nació Federico García Lorca', se repasan los acontecimientos sociales y culturales del 5 de junio de 1998, y en el segundo, 'La gran decisión de Federico', se explica el ambiente que le llevó a inclinarse por la poesía como actividad principal, sin olvidarse de su faceta como músico.

Tal y como afirma su autor, «el libro es testimonio de una Granada musical que hoy no existe. De teatros donde se representaba zarzuela y ópera. Hoy somos una ciudad de provincias, y sin ánimo de ser crítico, hemos perdido gran parte del terreno que ganamos en su día. Tenemos una buena orquesta y un buen Festival, pero la Granada musical merece mucho más».