Guillermo Busutil recorre el viaje de Ulises de La Herradura a Conil
El periodista y escritor granadino muestra en 'Odisea N-340' el ser visual y literario de nuestra particular Ruta 66 sin ahorrar detalles
José Antonio Muñoz
Granada
Lunes, 30 de enero 2023, 07:51
Guillermo Busutil (Granada, 1961), el más reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural, es un observador de lejanías tanto como diseccionador, a veces incómodo, de cercanías. ... Su más reciente obra es un viaje literario, homérico y 'kerouaciano' por nuestra particular Ruta 66, la Nacional 340 andaluza, engullida en su inmensa mayor parte por las autopistas del progreso, alejada muchas veces del mar que le dio carta de naturaleza. 'Odisea N-340' (Jákara Editores) nació como una humilde 'plaquette' de tirada muy limitada. Su gran aceptación la va a convertir, estamos seguros, en una de las sorpresas literarias de la temporada.
«Creo que se ha perdido el concepto de viaje», comenta el autor. «Ahora hacemos mucho turismo. Nuestros viajes son estilo McDonald's, de consumo rápido, barato, instantáneo, sin grandes pretensiones». Busutil nació sinestésico, porque para él, las letras son mucho más que símbolos. Son imágenes, sonidos, incluso nociones de mecánica. Su lenguaje tiene color y sonido. Como ya declaró en su anterior obra, el libro de aforismos 'Papiroflexia' (Fórcola), las palabras tienen destellos. «La palabra es una imagen. Antes de describirla, debes visualizarla», asegura. En su recorrido por esa carretera del desengaño en que se puede convertir la N-340, revisa conceptos de un pasado que no tiene por qué ser mejor. De hecho, para Busutil, el tiempo pasado es, ante todo, memoria. «El pasado es permanente; el presente es efímero. No soy nostálgico, ni melancólico. El presente hay que disfrutarlo, y el futuro, soñarlo. El pasado hay que entenderlo, y estar en paz con él».
Recuerdo
En este libro, el paisaje es el recuerdo, también. Busutil lo concibe como una revisitación de la 'Odisea' de Homero, convertida en una carretera de mar, la carretera del pop de la Costa del Sol. Aquí se recorre el tramo que va desde La Herradura hasta Conil. La Herradura es la del Caballo de Troya, de donde emergen Ulises y los suyos, mientras que Conil es el puerto de la luz, Ítaca, el faro al que se dirige. «Todo está tramado con un paisaje de carreteras que serpentean, pinares, casas blancas, playas, el orquidario de Estepona, pero también esos Polifemo, esos gigantes ciegos de cemento que amenazan el paisaje a lo largo de toda la franja costera», comenta el periodista y escritor.
'Odisea N-340' es, pues, un viaje entre las palabras, entre los lenguajes. «Está el de Homero; está el de la Generación Beat y de Kerouac, de quien en 2022 hemos cumplido su centenario; está el de la novela negra, con ese viajero que, como intuye en algún momento el lector, va armado. Y es también el paisaje atmosférico de las fotografías de Pepa Babot que acompañan el viaje, el de esos cementerios de automóviles donde se observa la decadencia de lo que alguna vez fue nuevo, brillante. Como en el telar de Penélope, se va tejiendo la historia», dice Busutil. Hay incluso, un lenguaje que el escritor no domina: el del conductor. Y no lo domina porque jamás ha conducido. Por eso, el lector que lo sabe, es cómplice en ese colofón 'mecánico' que pone la guinda a cada capítulo.
Grecia está presente en el libro de principio a fin, con referencias continuas. En una época en que la civilización clásica y su conocimiento están en almoneda o directamente ausentes, Busutil reivindica su huella, desde lo cotidiano hasta lo trascendental. «En Grecia están los dioses, urdidores del destino y arquetipos comportamentales que muchos desean. En la cultura clásica está la divina proporción de las formas, el soplo de la vida, el combate, las ideas, el diálogo, la democracia. Todos somos una mezcla, diría que casi perfecta, de los ángulos de un equilátero: somos griegos en la mirada y las ideas; somos romanos porque tenemos el concepto de ciudadanía y de ley que nos legaron, y finalmente, tenemos una base que es el mundo árabe, la travesía del desierto, y la fascinación por el agua», asegura.
Así, la N-340 conecta con la norteamericana y muy conocida Ruta 66, en un viaje jalonado por hitos kilométricos como Torremolinos, donde el canto de las sirenas se hace fuerte; o Marbella, patria del juego propuesto por Circe, que embrutece a los hombres. Y también con el afán de superación humano, la conquista de uno mismo después de la derrota. En 'Odisea N-340', al que basta media tarde para acceder si uno tiene la prisa de la cola del McDonald's, pero que es mejor paladear despacio, se encuentra la esencia del viaje de la vida, en palabras e imágenes.
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