«Granada es un sitio maravilloso para fotografiar eventos como el Festival»

–Tal y como están las cosas, menudo éxito de participación en el taller. Todas las plazas ocupadas...

–Estoy contento porque al principio me comentaron que igual habría pocos alumnos y si quería, lo anulábamos. Dije que no porque no me importaba en absoluto que hubiera pocos. Después me informaron de que teníamos superávit. Yo, encantado de atenderlos a todos. Sobre todo teniendo en cuenta esta situación tan especial y conscientes de las limitaciones para los alumnos a la hora de tomar fotografías. Yo sólo daré una pequeña parte del taller. Esta gran demanda no es debido a mí, que me centraré en sesiones teóricas, sino al resto de profesores.

–Sin ánimo de hacer 'spoiler' ¿podría adelantar algunos de los contenidos del taller?

–Yo voy a contar de verdad, sin guardarme nada, cómo realizo mi trabajo. No llevaré ningún material porque hay unos protocolos Covid que debemos cumplir. En vez de usar mi cámara, proyectaré imágenes mías trabajando para que vean cómo coloco los objetivos, qué focales utilizo... voy a contar hasta cómo funciona mi economía y cómo declaro a Hacienda. Estoy agradecido al decano de la Facultad de Bellas Artes, Francisco José Sánchez Montalbán, y al Festival de Granada que me llamaran para este curso. Encantado de hacer algo en una ciudad tan maravillosa como Granada, donde tengo amigos. Venir aquí es una gozada.

–No es la primera vez que imparte clases en el Festival. ¿Qué aporta la monumentalidad de Granada o de la Alhambra a la foto de escena?

–Granada es un sitio maravilloso para fotografiar eventos como el Festival. Si yo me planteara hacer un reportaje, esas fotografías de planos generales serían imprescindibles. Que contaran la monumentalidad donde se desarrollan los espectáculos porque es muy importante. No es lo mismo para un espectador ver algo en el Teatro Real que verlo en la Alhambra. En cada sitio hay sensaciones diferentes. En la Alhambra es un placer inmenso escuchar música. Algo especial. No tiene parangón. En cualquier caso, la labor de un fotógrafo de escena debe de ceñirse única y exclusivamente a eso, a lo que sucede encima del escenario, no a todo lo que hay alrededor, que es otro tipo de fotografía.

–Lo realmente importante es lo que sucede sobre las tablas...

–Así es. La fotografía de escena tiene muchas vertientes y formas de verse. Ampliar el plano para que se observe el teatro, por ejemplo, es una imagen de cada cien en mi trabajo. Apenas sale reflejado el lugar. Todo se centra en la boca negra donde se desarrolla el espectáculo. La fotografía de escena es como la fotografía de guerra. Se necesita ver las batallas. Da lo mismo donde sea. En el Teatro Real he publicado muy pocas fotos donde se vea que es el Teatro Real. Con la Covid-19, sí que he tomado encuadres más amplios para mostrar, por ejemplo, la posición de los cantantes, pero hasta ahí. Fuera del escenario hay poco que mirar.

–¿Cuál es el peor enemigo de un fotógrafo de escena?

–La complacencia. El creerse bueno y que lo que uno hace es magnífico.

–¿Y el mejor amigo?

–La duda. La duda es muy buena. Cuando enseño mis fotos a la dirección de escena, borro completamente de mi cabeza la idea de pensar que he hecho un trabajo magnífico. Todo depende de lo que ellos me digan. No sería raro que me comentaran que lo que les he presentado no les gusta. Lo importante no es lo que yo crea, sino lo que ellos crean.

–¿Hasta qué punto valen las ideas preconcebidas?

–De antemano no te puedes plantear nada. Si miras la fotografía de escena como un artista, sí puedes tener ideas preconcebidas respecto a lo que quieres buscar, pero en el fondo nuestro trabajo es un servicio a la dirección de la escena, al teatro y a los espectadores. Hay que aceptar lo que viene.

–Lo normal, cuando un fotógrafo aborda un concierto, es que no tenga ni idea de lo que se encontrará. Hablo de la luz, de las limitaciones de movimiento... ¿puede dar alguna clave para no fracasar?

–La fotografía de escena es un terreno pantanoso. No fracasar depende de los ojos con los que se quiera ver. El único truco es intentar darlo todo. Hacer todo lo posible dentro de tus límites. Y no sólo mirar con tus ojos, sino pensar en la persona que te ha contratado. La experiencia es la única que evita el fracaso. Disparar muchas veces en distintas condiciones es lo que te da la seguridad. Aunque pueda parecer lo contrario, estar inseguro es muy bueno. Yo casi siempre lo estoy.

–Hemos vivido una época muy complicada para los profesionales de la fotografía en general y singularmente para los que trabajan en espacios escénicos, como es su caso...

–En efecto, han sido tres meses muy duros. Los que trabajan en algún medio o por cuenta ajena se han podido acoger a un Erte, pero los autónomos, como es mi caso, hemos sufrido la anulación de los contratos temporalmente. Tres meses sin cobrar se hace muy complicado.

–¿Cómo fue ese momento de volver a disparar en el Teatro Real?

–Estaba deseando. Comencé hace un mes. Como al principio había poco trabajo de fotografía, he ayudado en temas de vídeo por primera vez en mi carrera. Promoción, medidas de seguridad... esas cosas.