La Granada de 1950, a vista de pájaro

La fiebre de la fotografía aérea en los años 50 es comparable con la de los drones, que estamos viviendo en nuestros días. Lo que ahora conocemos a escala doméstica –la posibilidad de plasmar en imágenes el entorno inmediato, una celebración de boda o una casa de vacaciones– hizo en aquella época un furor que transformó las estancias de las instituciones públicas. Raro era el despacho oficial que no contaba con una ortofoto que sustituía a los tradicionales planos, proporcionando una visión moderna y exacta del entorno en el que se trabajaba. A esta labor de documentación exhaustiva dieron respuesta multitud de empresas, como las citadas.

Con el Plan de Ordenación Urbana y Alineaciones de Gallego y Burín, aprobado en 1951, Granada empieza a crecer de forma, en ocasiones, desordenada. Hubo traslado de fuentes, esculturas y pilares, se reforma un barrio «de muy mala fama» como era el de la Manigua, se emboveda el Darro, y se otorga un nuevo eje a la ciudad que pasa por Gran Vía, Reyes Católicos, Puerta Real y Acera del Darro, que con leves variaciones se mantiene hasta hoy.

No fue este el único eje que se urbanizó. También el formado por las calles Plaza Gran Capitán-Martínez de la Rosa-Melchor Almagro, y el que, partiendo de Puerta Real, conectó Recogidas con Camino de Ronda, gracias al ensanche de una calle que no tenía las dimensiones de que disfruta hoy.

La exposición aporta también datos sobre los orígenes de la fotografía aérea en la ciudad, conectados con las primeras cámaras acopladas a las barquillas de los globos aerostáticos a mediados del siglo XIX. El pionero fue el francés Félix Tournadion, apodado 'Nadar'. El interés de esta muestra para el granadino medio es grande, pues pueden ubicarse los principales monumentos y puntos geográficos claves de la ciudad, conociendo sus barrios tal como eran, o como se veían desde el aire, a vista de pájaro.