Gallego Burín, un erudito a la sombra del poder

Gallego Burín es, sin duda, uno de los personajes que marcaron la Granada del siglo XX. Un erudito –llegó a ser catedrático en la Universidad de Salamanca– que, como recordaron ayer los intervinientes en el acto, supo ocupar siempre un puesto clave en el devenir histórico, y por tanto político, de la ciudad en el pasado siglo. Gallego, como recordó Alejandro Víctor García «no es un personaje trasnochado ni anacrónico, por más que desarrollara su carrera política inmediatamente después de la guerra civil. Tiene mucho de personalidad actual, una personalidad que nos compete y nos interesa. Su herencia, la buena y la mala, la brillante y la confusa, están presentes en Granada».

El periodista destacó también «una ambigüedad que escapa a cualquier encasillamiento. Gestor del reformismo urbano, ganivetiano rezagado, regionalista, regeneracionista... No sabemos si era monárquico, centrista, si era un conciliador, un fascista o un posibilista. La imagen que más se le acerca es la de un erudito que se acercó a la ideología autoritaria».

José Vallejo, recién nombrado, por cierto, como gerente de la Fundación Carlos Ballesta, dio un repaso al papel de Gallego como creador del Festival Internacional de Música y Danza, que en su origen tuvo el añadido localista de «españolas». Vallejo comentó que «con el Festival, además de resucitar los conciertos del Corpus, Gallego quiso conmemorar el 30 aniversario del Concurso del Cante Jondo. Granada se convierte con el Festival en una ciudad escenográfica, lista para recibir turismo»

El gestor cultural destacó el papel del Festival en su origen como «el gran evento de proyección de la cultura española. Su primera edición tiene lugar meses antes de que Franco visite Granada durante tres días». En aquella visita, se inauguró el Servicio de Medicina Nuclear, la reforestación de la sierra de la Alfaguara, se otorgan las casas de Haza Grande... Vinieron delegados de Hispanoamérica y de EE UU.

Por su parte, Mateo Revilla insistió en la idea de que «no existe una Granada de Gallego Burín: los proyectos de su época fueron ideados anteriormente, como la reforma de La Manigua o el Camino de Ronda. Los continúa acríticamente. Falta además un proyecto de ciudad; los que se redactaron son endebles». Y añadió: «La propia calle Ángel Ganivet fue un acto especulativo. Sus pequeñas intervenciones fueron la Plaza de los Tiros –formada por elementos trasladados de sitio–, Santo Domingo, Santa Ana y las Pasiegas. Salvo esta última, que es correcta, el resto son intervenciones pintorescas siguiendo al Marqués de la Vega Inclán, que inventó el Barrio de Santa Cruz o la casa del Greco».