Flamenco en Granada

Una fiesta particular en La Chumbera con el festival Milnoff

Apenas la mitad del aforo contrastaba este jueves con el día anterior, y es que el nombre mítico de Lole Montoya tira mucho. ¿Pero sólo eso? Anunciadas estaban La Fabi y Mara Rey, después se les sumaron Zambullo, Curro Carrasco, Juan Grande y Antonio 'el Marsellés', como artista invitado, todos de Jerez, todos con ganas de agradar al reservado público granadino. Una cosa es que Jerez se distinga por la bulería y otra es, que de siete cantes, cuatro fuesen bulerías y, de los otros tres, dos de ellos con el mismo compás (soleá y alegrías) y tan sólo unos tientos-tangos que disfrazaron el color de la fiesta. Porque eso parecía: una fiesta particular con las puertas abiertas. No se puede negar no obstante el valor de los actuantes, sobre todo el de sus protagonistas, La Fabi y Mara Rey, ni el del guitarrista, Curro Carrasco (de lo mejor de la noche).

Se desperezó la velada, de forma correcta, con una soleá, cantada por Zambullo, donde tuvieron el buen gusto de usar los nudillos sobre una mesa como instrumento de percusión. La Fabi seguidamente fue valiente por alegrías; y Mara Rey supo ser clásica en unos tientos-tangos llenos de guiños. Tras esta rueda de cantes, comenzó a 'borbotonear' la bulería. Se recibió, como a un demiurgo, a Antonio 'el Marsellés' (que llevaba dos días sin dormir (según aseguró) e hilvanó una bulería a pie de escenario, muy al gusto de su gente, acompañada de su baile, poco entendible, pero con arte y compás; el arte y el soniquete únicos que saben darle los jerezanos a este cante. Después siguieron bulerías y más bulerías y más bulerías, en una exhibición personal de los cantaores. Zambullo y La Fabi metieron sendos fandangos en el ritmo de bulerías, lo que siempre agrada. Mara Rey apostó por el cuplé a los postres, con una letra improvisada dedicada a Manolete, dirigida a su hija Judea en primera fila (muy emotivo). Lo que nunca llegaré a entender, en una plaza o un teatro, que no sea el de Epidauro (en el que tiras una moneda en la escena y se oye su tintineo en la última grada), es que se abandone el micrófono y se cante a palo seco. Así, en realidad, actúas para tus músicos y para las primeras filas. Una pincelada no está mal para demostrar la potencia y la entrega. Pero tres cuartos de la pieza es cuestionable, aunque se acompañe el tema con un baile y una interpretación impecables. Con todo y con eso, fueron bastantes los que supieron aplaudir su pasión y su calidez.