Una fiesta de la lectura desde la primera página

A continuación, la escritora riojana Marta Sanz inició un pregón muy aplaudido por quienes acudieron a la cita. En él, hubo abundantes citas literarias, y conceptos muy sólidos, que no por repetidos pierden su fuerza. En lo primero que incidió fue en la necesidad de abrir camino, de buscar esa 'habitación propia' que reclamaba Virginia Woolf para ser una creadora independiente. «Ella apuntó que una habitación propia y quinientas libras al año eran los requisitos mínimos para que una mujer pudiese dedicarse a escribir. Escritoras posteriores como Tillie Olsen en Estados Unidos o Paca Aguirre -homenajeada, por cierto, en la exposición que acompaña a la Feria- añadieron algunas ideas a ese listado de mínimos». Poco a poco, las distintas generaciones de escritoras han ido incrementando los requerimientos, luchando contra un sistema concebido para apartar a las mujeres o minimizar su aportación. Por ello, solicitó «un campo cultural en el que el éxito de las escritoras no se ponga bajo sospecha porque acaso sea consecuencia de la rentabilización de su capital erótico o de la discriminación positiva; un campo cultural sin halcones milenarios que establezcan la línea entre lo que está bien o mal desde la inercia de una normalidad canónica marcada por los dueños seculares de las palabras».

Hubo un especial recuerdo en el pregón de Sanz para dos escritoras granadinas: Cristina Morales y Erika Martínez, «porque ellas me acompañaron la primera vez que yo fui invitada a esta feria hace ya muchos años. Y es de justicia nombrar a quien te ha acompañado. Agradecer. Igual que agradezco la existencia de las ferias, de los libros y de las ferias del libro. La existencia de una feria del libro en un lugar tan literario y tan real, tan fantástico y tan cotidiano, tan pretérito y actual como Granada».

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Las citas a los clásicos fueron constantes. «En mi cuerpo, en sus depósitos de grasa o en su fibra muscular, incluso en su masa ósea, está la molécula del Cantar de los cantares, de los sus ojos tan fuertemente llorando, Trotaconventos y Celestina, Lázaro compartiendo su pezuña de vaca con el escudero, en tanto que de rosa y azucena, Maritornes y los lúbricos arrieros, el polvo enamorado, el dieciochesco Sí de las niñas, los pajaritos fritos que tanto le gustaban a Jacinta y los huevos crudos como manjar de Fortunata…», dijo la escritora, quien, para finalizar, reivindicó la calidad como piedra angular de la escritura. «Activo la maravillosa idea de Francis Scott Fitzgerald que definió la inteligencia 'de primera clase' como la capacidad para retener dos ideas opuestas al mismo tiempo, ver que las cosas son irremediables y, sin embargo, estar decidido a que sean de otro modo. Muchas escritoras actuales estamos decididas a que sea de otro modo. Gracias por estar al otro lado, porque sin ustedes, nuestro ejercicio no tendría ningún sentido».