El Festival de la Guitarra se inicia con mucha 'forza'

La directora de orquesta linarense Lucía Marín –espléndida– solo abrió los brazos, y un grupo de almas jóvenes atacó con una concentración y una capacidad inusitada la obertura de 'La forza del destino', de Verdi, de tal manera que, si cerrar los ojos ante tal derroche hubiera sido posible, hubiéramos creído que nos encontrábamos ante una orquesta profesional, y no de las mediocres, que las hay. Así, la 'forza' sonó muy mediterránea, con el romanticismo que impregna toda la ópera del maestro de Le Roncole.

Después de los lógicos ajustes de la plantilla, apareció la gran guitarrista María Esther Guzmán para interpretar esa 'Fantasía para un gentilhombre', el mejor regalo posible que Rodrigo, un caballero, hizo a otro, Andrés Segovia. Y que anoche la Guzmán convirtió en la mejor dádiva posible. No deja de sorprendernos la maestría de la sevillana, tan querida y tan vinculada a Granada. La muy pegadiza melodía de la 'Danza de las hachas' fue uno de los grandes momentos de la noche, así como el 'Canario' con el que finaliza la obra, con la cuerda en perfecta conjunción con la solista –qué pasajes más limpios– y el pizzicato tenue pero firme. Buen papel de los metales también. Gran ovación para Guzmán, y como propina, un arreglo propio del 'Libertango' de Piazzolla. Único.

En la segunda parte, y como ya ocurriera en la clausura del Festival de Música y Danza, volvimos a escuchar a Chaikovski. En este caso, la 'Quinta' del compositor ruso, un nuevo juego con el destino, de nuevo interpretada con vigor y alegría por los jóvenes.