Edición

Borrar
Marina Heredia durante su actuación. EFE
Los recuerdos de Marina

Los recuerdos de Marina

JORGE BUSTOS

Viernes, 24 de junio 2022, 00:04

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Según las crónicas de la época, a finales del diecinueve y principios del veinte se comenzaron a exhibir «danzas de gitanos» precisamente en el Palacio de Carlos V. como podemos entender —más conociéndonos—, hubo voces a favor y voces en contra. No fue sin embargo un precedente claro al Concurso de Cante Jondo de 1922, pero si deja constancia por un lado que los granadinos estaban familiarizados con las zambras y por otro que en el recinto amurallado ya se escuchaban guitarras y panderos, tacones y quejíos, de lamento o por fiesta. De igual modo, aun sin saberlo, Marina Heredia coge el testigo y se sube a las tablas del Palacio para recordar. Para recordar su trayectoria y a sus maestros, para recordar a esas gitanas del Sacromonte «empoderadas» en su tiempo, antes de que existiera la palabra. Quizá por eso, por el libre brujuleo del pensamiento, el espectáculo 'ArteSonao' comenzó deslavazado, sin el concierto que se supone. Habría que esperar más o menos hasta mitad de velada para encontrar el hilo de la coherencia.

El primer guiño de Marina está dedicado a Falla y 'El amor brujo' y a su intervención, ya hace algunos años, con la Fura del Baus en la Plaza de Toros. El 'Conjuro' gitano entró desde el patio de butacas, donde, con el coro (Anabel Ribera, Fita Heredia, Marian Fernández, Macarena Fernández, Estrella Fernández y Aroa Fernández), avanzaba hacia el escenario invocando a los poderes oscuros, pero también entroncando con la época, como si de las mujeres de Bernarda se tratara. Lástima que no se definieran bien las voces. El piano de Pablo Suárez y la guitarra José Quevedo 'Bolita' (excelentes los dos) se van imponiendo y el blanco y negro de un comienzo se palia con fandangos del Albaicín, donde el estallido de luz y color aún no está conseguido. La primera escisión de la noche llegó con Jaime Heredia 'el Parrón', primera estrella invitada, cantando por soleá y después por seguiriyas. Su voz conoce el límite del tiempo y el trabajo, pero su eco de fragua es igualmente apreciado, aplaudido, fascinante. Es curioso el contraste de la voz añeja y la guitarra experimental de Bolita.

La canción del 'Fuego Fatuo' comenzó con el coro que ya empezaba a cuajar. Las seis voces canasteras, graciosas, entregadas, tardaran en encontrar el equilibrio, como el percusionista, Paquito González, que, de tan imprescindible en algunos temas, en otros se imponía innecesariamente. La voz de Marina a veces se perdía con el exceso de orquestación y coro. Habría necesitado más volumen en su diadema, aunque, al quedarse sola con el piano o la guitarra, arrancase oles de pura veneración. Y es que posiblemente esta cantaora ocupe la primacía de las voces granadinas. Así, de dulce fue la 'Asturiana' y la 'Nana' fallera, acompañada por Suárez. Así, tras la intervención de Curro Albaycín recitando magistralmente a Federico, fue la también lorqueña 'Sedas de angustia', cercana al bolero, con aires de fiesta.

Continuó la noche con nuestro poeta universal en las 'Bulerías de Julieta', donde la guitarra —punta de lanza donde las haya— propuso un latido acompasado golpeando las cuerdas de la guitarra, recordando lejanamente 'El pequeño reloj' de Enrique. La pieza terminó por granaínas, que precipitaron un final luminoso por 'Tangos de Graná' (los mismos interminables tangos que se oyen en las cuevas desde hace más de un siglo y que Marina lleva en la sangre precediendo su ADN) y por zambra (Alboreá, Cachucha y Mosca), reivindicándola como la primera manifestación profesional del flamenco.

Demófilo, el padre de Antonio y Manuel Machado, le preguntó un día a Antoñito de María, su fiel confidente, que por qué cantaba. El cantaor, sin necesidad de pensarlo, dijo: «Porque m'acuerdo de lo que he vivío». De esta forma, los recuerdos de Marina, justifican una noche personal y entrañable.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios