La ópera también puede ser divertida
Dos agrupaciones musicales granadinas escenifican una pieza barroca basada en 'Sueño de una noche de verano' de Shakespare
Andrés Molinari
Viernes, 2 de julio 2021, 01:21
Reaparece la noche cuando aún no ha anochecido. En la larga y calurosa tarde estival, el teatro de la Acera del Casino se abrió ayer, ... y volverá a hacerlo esta tarde también, para ofrecer la página operística de este año. Año de celebración del septuagésimo aniversario. Y, como suele ser habitual, con un tema recurrente que recorre, de forma más o menos serpenteante, la programación. En esta ocasión el Festival ha escogido La Noche, cuya aureola poética ha inspirado ubérrima literatura y decenas de obras musicales. Para pergeñar una producción propia sobre la nocturnidad y la música, la cita granadina no ha oteado en la lejanía, sino que ha mirado a su entorno más cercano y ha escogido dos de los grupos más activos, de los que hogaño hacen música en nuestra ciudad, como son la Academia Barroca del Festival de Granada y el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada.
Para completar este juego de complicidades se ha contado con un músico también frecuente en las citas musicales granadinas: Aarón Zapico, tan dúctil como brillante.
La reina de las hadas es una ópera construida por Purcell sobre la obra Sueño de una noche de verano de su compatriota William Shakespeare. En ella el argumento es tal vez lo que menos importa, lo que sobrenada es la bella música, los asertos en forma de poemas del vate de Stratford y un innegable amor a la vida entretejido con una ardorosa defensa del amor, a través de los sueños. Sueños de quedar dormidos y sueños de soñar, incluso despiertos. Tratando el mismo tema de Calderón pero en su antípoda perfecta.
Todo esto queda magistralmente expuesto sobre el escenario del teatro Isabel la Católica. E incluso un poco más adelante, donde se ha ubicado la orquesta, rica en sonoridad, con entradas limpias y precisas, brío mesurado en los finales y calculando empastes para que la mucha cuerdo no avasalle las dos flautas, una de ellas con un solo de extremada delicadeza.
Arriba el espacio escénico está muy bien utilizado por Rita Cosentino y Carmen Castañón, aunque muchos objetos para un teatro con tan escasa envergadura. Más que acertado es el carrusel que lo ocupa todo, tal vez como metáfora de las vueltas que da la vida y de que en el amor siempre estamos a punto de comenzar, aunque creamos que estamos ya de vuelta. Atrás las montañas de mentira y delante el fuego de verdad y una luna de leds para enriquecer el catálogo de globos y otros objetos que colman la escena evidenciando que se trata de una obra plenamente barroca, con su horror vacui.
Para la música sin versos es acertada la coreografía de Aarón Martín y muy ingenioso el vestuario de Gabriela Salaverri, con alas angélicas, negros de clown y formas globosas para los más brincadores. Con esta preciosa representación, plena de juventud, dinamismo, color y buena música, se deshace el tópico de que la tarde es para lo fácil y sin exigencias, y la noche es para la gran música. Aquí la noche es por la tarde y la tarde se hizo noche. Si usted quiere disfrutar de un rato divertido y apreciar el barroco en estado puro, no deje de pasar 'una tarde en la ópera'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión