Noche fría, Palomar cálido
Hubo que esperar a la seguiriya, dedicada a Jaime Heredia 'el Parrón' y a Curro Albayzín, allí presentes, para hacerse con las riendas
Jorge Fernández Bustos
Sábado, 22 de junio 2024, 00:29
Definitivamente, el público de Granada es un público frío. Si a eso le unimos la frialdad de la noche del jueves pasado, en el Palacio ... de los Córdova, a la vera del río, difícil lo tiene cualquiera para caldear el ambiente. David Palomar, con la Tacita de Plata debajo del brazo, se propuso el reto desde que vio el lugar, donde lo destinaba el Festival de Música y Danza de Granada, con un concierto que dio en llamar 'Universo Cádiz'. El versátil cantaor gaditano, fiel heredero de Chano, Mariana, Pericón o Beni, rodeado de los suyos (a la guitarra, el malagueño Rubén Lara; y a los coros y palmas, sus paisanos Anabel Rivera y Roberto Jaén), obnubilado por el paisaje, tardó en trabar el caldo. Hubo que esperar a la seguiriya, dedicada a Jaime Heredia 'el Parrón' y a Curro Albayzín, allí presentes, para hacerse con las riendas.
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David empezó, con su voz clara y muy flamenca, la noche con la 'Nana del caballo grande', un poema de Lorca, con que Camarón cerraba su trabajo 'Soy gitano', de 1989; rindiendo homenaje a Granada, por medio de su poeta, y al De la Isla, que le incitó a cantar, según reconoció. Aunque la entrega fue grande, la respuesta no tuvo el entusiasmo esperado. 'Otro planeta', fue una bulería propia, que grabó en la fragua de Camarón, con la que intentaba levantar el ánimo. Le siguieron las alegrías, en las que se acordó de Manolo Vargas «y toda esa gente». Anabel y Juan, dos palmeros de oficio, pusieron el acento necesario para el 'universo' pretendido. La guitarra estuvo más que correcta. Tras la seguiriya, culminada con cabal, la noche dio un vuelco. Palomar hizo de Palomar. Con más de una humorada, llevó a su terreno al más severo, y, con permiso de Marina, se arrancó por tangos ('Libertad'). Siguió por tanguillos, con todo el sabor de su tierra y con las clásicas letras que dan autenticidad al cante. Tanguillos que desembocaron en una murga de Joaquín el de la Paula, mostrando su apuesta carnavalera.
Terminó el recital, puesto en pie, con unas generosas bulerías, en las que se acordó, por ejemplo, de Luis de la Pica, y terminó de pie, fuera de micrófono, llenando el patio con su voz limpia, e ilustrándolas con su constante bailecito. ¡Reto superado!
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