Ver fotos
El Mozart de las Bodas de Fígaro
Vuelve la ópera al Festival con uno de los títulos más atractivos del repertorio universal | René Jacobs ofrece una versión amplia, luminosa, llena de ese espíritu mozartiano y que aflora en cualquier momento de tan grandiosa partitura
JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL
Granada
Sábado, 29 de junio 2019, 03:03
Por fin ópera en el Festival, aunque sería mucho más acertado y verdadero el decir o escribir algo así como «otra vez ópera en el ... Festival». Recordemos los Raptos en el serrallo en los míticos escenarios de la Alhambra. Recordemos que el catedrático Martín Moreno nos trajo, en su etapa de director del Festival, interesantes producciones operísticas como 'Orfeo y Eurídice', de Gluck, 'El barbero de Sevilla', de Paisiello, sin olvidar el rescate de nuestro mejor repertorio con 'La guerra de los gigantes y Los elementos', de Durón y de 'Literes' respectivamente. Después la versión en concierto de un inolvidable Don Giovanni, de Mozart, que acabó en casi representación gracias al entusiasmo, al vivir el personaje de Ruggero Raimondi, que arrastró a todo el resto del reparto, haciéndonos saborear un momento musical único. Y otros títulos como Pagliacci y alguno más. Y ahora vuelve la ópera al Festival y con uno de los títulos más atractivos e importantes del repertorio universal, con uno de los títulos decisivos de la fecunda etapa, como autor de óperas, del gran Mozart. 'Las bodas de Fígaro', punto de arranque de una trilogía excepcional que se completa con Don Giovanni y concluye con 'La flauta mágica', tres títulos que destacan con una inusitada luz propia en medio de un amplio y exquisito repertorio que se debe al trabajo y a la inspiración de Mozart.
Las 'bodas de Fígaro' tiene un libreto ágil, chispeante, pródigo en situaciones donde el humor y la tristeza, donde la despreocupación y los problemas sentimentales se dan la mano. El argumento, debido al ingenio de Beaumarchais, es una dura crítica contra la aristocracia, sus injustos privilegios, frente a un pueblo que soporta todo, que aguanta y que acabará rebelándose ante estas situaciones. En clave de humor, vale, pero encerrando una durísima crítica social. La dureza de los textos originales se suaviza y mucho con el estilo más ecléctico, más convencional, con el tono amable que saben emplear Lorenzo Da Ponte y Mozart. No obstante encuentra en su estreno muchos detractores y Viena no cae rendida ante la magnificencia de la obra, como sí lo hará más tarde Praga que acoge Las bodas con verdadero entusiasmo.
En la presente ocasión René Jacobs ha realizado un trabajo interesantísimo y muy acorde con el escenario en que iba a desarrollar la acción, teniendo presente las limitaciones que dicho escenario presenta, pero dotando de una gran agilidad todo el desarrollo de la trama. Ha contado con la colaboración del pintor Frederic Amat para el espacio escénico y pintura vestuario y con un variado equipo que ha tratado de acercarnos al Mozart de siempre con un aire nuevo, como dicen los propios protagonistas en el programa ofrecido. Y la lectura que ha hecho Jacobs de esta formidable obra es una lectura sumamente atractiva. Ha desechado todo criterio rutinario y ha sabido extraer hasta el mínimo detalle ofreciendo una versión amplia, luminosa, llena de ese espíritu mozartiano y que aflora en cualquier momento de tan hermosa y grandiosa partitura. Al frente de la Freiburger Barockorchester ha cuidado, ha mimado hasta el más mínimo detalle. Con algunos instrumentos históricos ha sabido sacar lo mejor de toda la orquesta y nos ha ofrecido un Mozart diáfano y, repito, luminoso, luchando y venciendo los problemas que el fuerte calor plantea y que muchas veces no trasciende al público.
Partitura hermosísima
Los personajes que se han movido con gracia y desparpajo han tenido interpretaciones afortunadas, con un nivel medio más que aceptable. Lejos de divismos trasnochados hemos asistido a una representación donde las voces se han puesto, como debe ser, al servicio de una partitura hermosísima pero difícil y repito que el calor también han podido afectar a los cantantes. Entre ellos me atrevo a destacar a Arttu Kataja que ha encarnado muy acertadamente al conde de Almaviva. Hermosa y poderosa voz baritonal posee además condiciones de actor. Sophie Karthäuser ha sido una deliciosa condesa de Almaviva con una voz bonita, bien timbrada, tersa en el registro medio y cálida en el agudo. Su 'E Susanna non' bien ha salido perfecta. La ha bordado. Sunhae Im ha sido una deliciosa soprano, graciosa, elegante y muy buena actriz subsanando algún pequeño problema de emisión de voz que, en alguna ocasión, ha llegado un tanto apagada. Le ha dado adecuada réplica Robert Gleadow como un Fígaro pícaro, gracioso sin caer en histrionismos. Su 'Si vuol ballare siñor Contino', ha resultado bastante convincente y toda su actuación ha estado a una buena altura. El resto de los intérpretes han estado francamente bien destacando Olivia Vermeulen que ha hecho un delicioso Cherubino, que ha sabido cantar con excelente gusto y musicalidad el 'Voi che sapete'. La intervención del Coro de la OCG, bajo la acertada dirección de Héctor Eliel Márquez, ha estado muy brillante en su breve pero intenso cometido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión